Título: Se esfuma la Caracas de ayer
Fecha de publicación: 17-04-1949
Publicación: El Nacional


SE ESFUMA LA CARACAS DE AYER

Sumario: Desaparecen Puentes, Estatuas, Recuerdos, Ríos, Avenidas de Sombra Y se pierden Objetos Históricos y Monumentos

Los caraqueños nacidos en las últimas décadas desconocen lo que constituyó la vida de sus antepasados inmediatos. Desconocen sus tradiciones, sus formas sociales, sus leyendas, su misma formación. La ciudad entonces permanecía un poco rezagada, ajena a los modernismos, que no son otra cosa que la adaptación a nuestro medio de costumbres extrañas que han venido a suplir aquellas otras leyendarias (sic) y tradicionales que definían nuestra sociedad.
Entonces Caracas era una ciudad cuyas costumbres y sistema de vida eran distintos de los de hoy. No había hecho su aparición el petróleo, y las fortunas de nuestros grandes señores estaban fincadas en el trabajo de la tierra, en la producción agrícola. Por lo tanto era una vida más abundante, más sencilla. Cabe decir que más tranquila también. Los hombres tenían como honor el ser educados y atentos, galantes, con las mujeres. Las mujeres a su vez, eran más recatadas, más soñadoras. Metidas en sus casas de viejos y hermosos patios coloniales desde donde se miraba el cielo estrellado por las noches, las mujeres crecían con menos libertad, es cierto, más sometidas a los padres, pero también más difíciles. Y eran allí precisamente donde residía su mayor encanto: no se prodigaban demasiado.
Con todo y los rancios prejuicios de nuestra sociedad de antaño, las costumbres y tradiciones eran hermosas. Algunos llegaron a pensar que fuera posible conservar éstas, aunque aquéllos desaparecieran. Es decir, que en medio de la evolución que necesariamente habría de sufrir la sociedad, permanecieran incolumes las costumbres tradicionales, aquello que nos daba perfil como país libre y digno.
Pero no fué así, y las costumbres fueron las primeras en desaparecer. Hoy en día Venezuela, especialmente Caracas, es un país sin personalidad, que ha vendido su derecho de progenitura por el consabido plato de lentejas... Que ha preferido los apartamentos sin aire, sin luz y sin espacio que se levantan por doquier, pongamos por caso, a sus viejas casonas de patios sombreados por los árboles y de cielos estrellados que ayudan a levantar la vista al infinito... Donde los niños jugaban al gárgaro malojo con inocencia y candor con los amiguitos del vecindario...
Pero aquello representa ya los tiempos viejos. Tiempos en que los muchachos de una parroquia se desafiaban a pedradas con los de la vecina. En que el cielo de Caracas se adornaba de vistosos papagayos volados desde las colinas cercanas de San José o del Calvario; y en que los adolescentes caminaban muchas leguas para pescar "un picón" de la muchacha candorosa que se bañaba con su bata larga en el pozo de Ño Alejandro... Tiempos también en que a la salida de la escuela, nos esperaba la vendedora de dulces con su túnica guarnecida de tiras bordadas y su pañuelo de madráz en la cabeza, al frente de su azafate de coquitos; alfajores; golfiados; asemitas; piñonates; serpentinas; almidoncitos; cajitas de huevo; jaleas; la conserva de la cojita; el majarete; la melcocha y toda la deliciosa variedad de dulces que costaban un centavo y que era la más grande delicia de nuestros resecos paladares de chicos charlatanes...
Ahora los niños mascan chicles... Importados de U.S.A.
Pero, ¡cuántas cosas han desaparecido en esta Caracas inconstante y febril! Porque, aunque usted no lo crea, caro lector, hay muchas cosas que ha desaparecido de nuestro tráfago ciudadano. Entre otros cosas, sus ríos, que la atravesaban de Norte a Sur; sus puentes; sus paseos; sus juegos; sus lavanderas de Anauco arriba; las recuas de burros que bajaban de Galipán cargados de flores y de frutas; el famoso reloj trazado por la mano del sabio Humboldt; las estatuas del Ilustre Americano; la araña del Municipal... Y muchas cosas más. Muchas cosas gratas a los venezolanos de hace algunos años. Muchas cosas que ignoran las nuevas generaciones de caraqueños.

¿QUE SE HICIERON EL GUAIRE, CATUCHE, ANAUCO, CAROATA?
Los extranjeros que visitaron a Caracas a fines del siglo XVIII afirmaban que en tiempos aun más remotos la ciudad fué un lago, formado con las aguas que bajaban de las montañas en la hondonada del Avila, antes de hacer su aparición el río Guaire. La ciudad colonial, la de la Independencia y la de Guzmán Blanco estaba atravesada de Norte a Sur por ei (sic) Guaire y por tres riachuelos llamados Anauco, Catuche y Caroata. Y recuerdan algunos viejos caraqueños que el Anauco aun ofrecía soberbias crecidas y que a todo lo largo del puente colocado sobre la gran pendiente de la Alcabala al río, se dirigían las mujeres a lavar la ropa atravesando un puente que se llamó Cruz de Punceles, situado sobre los barrancos de la hoy Romualda.
El río Guaire, que baña el pie de la capital de Venezuela, nace cerca de Las Adjuntas, de la unión de los ríos San Pedro y Macarao. Hasta Antímano se desliza por un valle estrecho y tortuoso, pero allí se ensancha y lleva una dirección constante de Poniente a Naciente, corriendo por su medianía hasta la cuesta de Las Auyamas. Allí se tuerce al sureste, se abre paso subterráneo por entre la serranía y se precipita por una cascada, siguiendo después por entre dos enormes murallas de cerros a buscar el río Tuy, al cual se une un poco más abajo de Santa Lucía.
En épocas remotas el Guaire tenía un curso más al Norte y se fué desviando por los terrenos que se iban formando al pié de la cordillera. Al llegar al valle de Caracas era un río de curso tranquilo, pero, poco a poco se fué desplazando hacia el Sur. Su profundidad era de 20, 40 y hasta 70 centímetros. Su ancho de tres a cinco metros. Del Guaire y de sus afluentes se sacaba el agua de la ciudad; se regaban huertas y jardines y a sus orillas crecían bellos pinos cuyas ramas se reflejan sobre el agua comunicando poesía al paisaje.
Un viejo amigo nos ha contado con voz nostálgica:
–El Guaire tenía la leyenda según la cual en tiempos anteriores a al conquista, era navegable. Tal vez los cayucos de los indios "caracas" se arriesgaban por él hasta los sitios cercanos... Tal vez es leyenda solamente... También se aseguraba que parte de los peces que se vendían en el Mercado Principal era pescado en el Guaire. Yo sé que en mi casa comíamos la anguila, un pescado de carnes suaves y delicadas, de un sabor delicioso.. Al anochecer se presentaba el pescador gritando en el zaguán: "anguilas; anguilas frescas; a medio real...". Y las amas de casa se precipitaban a hacer su compra. Las ofrecía ensartadas en un alambre, y el vendedor de anguilas era un tipo popular en la Caracas de entonces...
Y continúa vuelto hacia el recuerdo lejano: –En 1892, el mismo día que el General Crespo entró con sus tropas a Caracas, el Guaire, en una inundación que marcó época, sobremontó el Puente de Hierro; y sus aguas llegaron hasta la esquina de Las Peláez, en una anchura de cuatrocientos metros... Ese día hubo muertos y heridos. El Guaire se llevó los ranchitos que las gentes humildes habían levantado a su orilla... Arrasó con las sementeras de la orilla... Fué una catástrofe para muchos, –concluye asombrado.–Pero vea usted en lo que ha devenido el bravucón de antaño, Ahora es una quebrada fétida de negras aguas que constituyen un peligro para millares de personas, de niños, ancianos, mujeres que viven bajo los puentes... Algunas personas sostienen que si el Guaire se limpiara podría volver a ser lo que era hace algunos años: sitio de recreo, de baño, de paseo... Otras piden que sea embaulado... Pero no crea, usted lo ve mansito, inofensivo, y cuando menos se piensa, allá va el desborde... El Guaire en ocasiones se ha llevado entre sus aguas pestilentes, vidas de gentes humildes que, a falta de viviendas se han refugiado bajo los puentes... En mis tiempos los puentes eran para traficar sobre ellos. Ahora sirven de hogar a los llamados "sin techo"... A su orilla se encuentra toda una población que vive una vida de azares, de angustias... Una vida infrahumana...
Y el caraqueño se alejó rumiando sus recuerdos.
Pero, ¿qué se hicieron los ríos que atravesaban a Caracas? Ya hemos hablado del Guaire. De los riachuelos Anauco, con sus claras aguas; Catuche, que abastecía a los hogares caraqueños; y Caroata, con sus delgadas y cristalinas, sólo resta un río negro que se desliza silencioso y lento bajo los puentes Restaurador, de Hierro, San Agustín...
Una de las causas de su desaparición se debe a la deforestación que ha tenido lugar en los montes costeros, deforestación que ya Humboldt señalaba de funestas consecuencias por la disminución del caudal de aguas. Y lo demás lo ha hecho la ciudad cuando se ha ido extendiendo poco a poco sobre sus terrenos.

LOS PUENTES DE CARACAS VAN DESAPARECIENDO
Otros desaparecidos de la Caracas actual son los puentes. En 1784 el Procurador General José de la Plaza Liendo calculaba que se requerían por lo menos veinticinco puentes para salvar los barrancos de la ciudad. Para esta fecha existían los puentes de la Pastora o Carlos III; San Pablo, Cruz de Punceles; de Anauco; y el primero de Candelaria, situado en la esquina de la Romualda; sin contar los puentecillos como el de Los Suspiros en El Empedrado. Después surgieron el de San Francisco sobre el Caroata; el de la Misericordia a Candelaria y el de Anauco. Pero las frecuentes crecientes los arruinaron.
La construcción del Puente Anauco había sido decretada por el Gobernador Juan Gullelmi. El puente llamado de Candelaria sobre el río Catuche fué construido el año de 1735 con un costo total de 3.020 pesos. Destruido por la creciente de 1781, fué nuevamente reedificado por los vecinos. Este puente enlaza hoy la calle Candelaria con la vía del Este.
Por sobre el puente Anauco entraban los frutos y verduras a Caracas y a La Guaira de las estancias y huertas de Chacao y Petare. También sirvió para dar paso a las vecinas que venían a buscar el agua hasta la plaza Mayor.
En la puerta de su casa está Doña Carmelita. Situada en la esquina del Curamichate. Conversamos con ella y nos refiere: –Este puente del Curamichate fué construido por Guzmán Blanco, por los años del 72 ó 73; no recuerdo. Fué abierto para que sirviera de vía a las comunicaciones y enlaces entre los varios municipios ubicados en la capital. Los barrancos y las hondonadas interceptaban el trayecto...
–El paisaje cuando yo lo conocí era hermoso. El puente estaba sombreado por doble hilera de árboles de frondosas ramas y a la gente le gustaba venir aquí a pasear. Al fondo se sentía el rumor de las aguas, y los niños jugaban a su orilla echando barquitos de papel... Ahora los que pasan por esta calle ignoran que aquí existió un puente tirado sobre la quebrada de Catuche...
–¿Pero qué es lo que no ignoran los caraqueños de hoy?

EL PUENTE DE LA TRINIDAD
En el lejano año de 1771 fué contruído el Puente de La Trinidad por el "pardo libre" Juan Domingo Infante, promotor del barrio de la Santísima Trinidad. El pie del puente se había levantado en la parte donde está el desagüe de las aguas que bajan del Panteón. A pesar de que ha sufrido muchas modificaciones, algún extranjero que lo conociera, lo tuvo por la parte más elegante de la ciudad. Infante, gran amoroso de las plantas, sembró allí una estaca del Samán de Güere, y el árbol creció con sus ramas frondosas que cubrían casi todo el puente. A su sombra iban los estudiantes a descansar. Era un sitio ameno de recreo para todos. Pero hoy el "Hotel Roma" le ha restado encanto al sitio, robándole el terreno al famoso Samán. Y del bello puente fabricado por Infante, el Pardo Libre, sólo queda un grato recuerdo.

PUENTE YANES, EL PELIGRO...
El Puente Yanes es otro desaparecido de la Caracas moderna. Los nuevos edificios se lo tragaron, lo mismo que el Puente Victoria. Apenas resta un pedazo de cuadra con un paredón sobre la quebrada. Tomó su nombre de la casa de Francisco Xavier Yanes, Diputado al Congreso de 1811 y autor de la "Historia de Venezuela desde su descubrimiento hasta 1821". A este puente lo rebautizó Guzmán Blanco durante el septenio. Pero el pueblo lo siguió llamando de Yanes aunque el puente ya no existe.
Entre las esquinas de Peligro y Pele el Ojo existió otro puente que se llamó El Peligro. También fue bautizado durante el septenio con el nombre de "Aguima". Y bajo el hoy Cuartel de Bomberos existió otro que caía sobre el río Catuche que corre también por El Socorro y El Abanico.

LA CABEZA DE MANGANZON
En la Colina del Calvario estaba situada la Capilla de Jesús Nazareno o de la Virgen de la Valvanera. Allí dispuso el Congreso guzmancista que se colocara una estatua del Ilustre Americano que el pueblo dió en llamar "Manganzón". Otro monumento ecuestre fué colocado en la plazuela de la Universidad que recibió el nombre popular del "Saludante". El costo de ambas fué de 99.557 venezolanos. Y se inauguraron el 1° de enero de 1786. Pero en octubre de 1789, fueron derribadas por los estudiantes, arrastr ndolas con gruesos mecates hasta el río Guaire. La cabeza de "Manganzón" fué arrojada por el puente Anauco, siendo recogida más tarde por Don Juan Esteban Linares, quien la conserva hoy en su quinta, entre verdes frondas y florecillas de grato perfume. En fin también desaparecieron los restos del "Gumancismo".

LA ESTATUA DE ANTONIO JOSE DE SUCRE

LA LAMPARA DEL MUNICIPAL
–Esos si se los llevó Gómez para su casa de Maracay...