Autor: Rómulo Betancourt
Título: El decreto del ejecutivo sobre donación de máquinas descerezadoras a los agricultores de café
Fecha de publicación: 16-04-1937
Publicación: Diario Ahora


Con fecha 9 del mes en curso dictó el Ejecutivo Federal un Decreto dotando a los productores de café que las necesiten y cuya producción no exceda de cinco mil kilogramos, por cosecha, de máquinas descerezadoras apropiadas a su producción y ordenando la adquisición de hasta siete mil máquinas descerezadoras.
Aplaudimos la buena intención, pues, como dice el Decreto en uno de sus considerados, la producción cafetera venezolana adolece de un beneficio deficiente y concurre a los mercados consumidores en forma desfavorable, en relación con la de otros países, donde la técnica agraria está más avanzada que entre nosotros.
Pero no podemos pesar el Decreto sin hacer algunas observaciones que pueden ser de utilidad al Ejecutivo para realizar, de manera más efectiva su loable propósito de mejorar la producción de café venezolano en su presentación, asegurando con esto una mayor entrada a la economía del país.
En primer término encontramos que será tarea muy difícil juzgar con buen acierto cuáles de entre los muchos solicitantes habrán de ser favorecidos con una máquina descerezadora. No es de estricta justicia darles máquinas a unos agricultores, para su exclusivo uso, y a otros no.
En segundo lugar, nos parece que no basta a estos hombres con que se les regale una máquina. A ésta tendrán que agregar necesariamente, para poder descerezar el café, toda una instalación de conductos de agua (donde la hubiere), de tanques y de patios que resultan ser más costosos que la máquina en sí. Nos atrevemos asegurar que esos agricultores que no producen más de cinco mil kilos carecen de los recursos para intentar esas instalaciones. Y sin ellas, es inútil la máquina.
En tercer lugar tenemos que decir que la gran mayoría de esos pequeños agricultores "propietarios" lo son nominalmente, pues sus fincas están casi en cada caso, gravadas con pesadas obligaciones que superan su valor. La máquina descerezadora vendrá a fortalecer la garantía del acreedor y, tal vez, a estimularlo para llevar a cabo la ejecución.
Repetimos que en principio la iniciativa nos parece magnífica y digna de que el Gobierno la lleve a cabo, pero en una forma más práctica. Nos parece que fuera mejor establecer en sitios estratégicos, en los distritos productores de café, centrales de descerezo con todas las instalaciones necesarias donde podrán concurrir los agricultores de la región, grandes y chicos, a beneficiar sus granos. De esta manera no se verán los pequeños agricultores en el caso de hacer desembolsos que están fuera de sus posibilidades para instalaciones adicionales y los medios de mejorar la presentación del grano estarán al alcance de todos, sin excepción. De estas centrales se podrían hacer cooperativas de beneficio. Los agricultores pagarían una pequeña cantidad por cada saco destinada a cubrir los gastos de trabajo y de administración y a crear un fondo de amortización que se emplearía en reponer la maquinaria cuando ésta se hubiese inutilizado por el desgaste natural.
De Lara, Trujillo, Mérida, es de donde sale hoy el café en peores condiciones. Allí y en otras regiones que las necesitan se podrán establecer centrales que puedan trabajar 10 y 20 mil sacos por cosecha y se habrá logrado, seguramente el propósito que se ha hecho el Ejecutivo. No es práctica la forma que ha ideado el Ministerio de Agricultura y bien vale la pena que se estudie mejor el asunto, pues es de importancia suma para nuestra producción de café.