Autor: Rómulo Betancourt
Título: El dictamen de Mr. Mc.Guire acerca del Banco Central
Fecha de publicación: 15-01-1938
Publicación: Diario Ahora


El señor Ernesto G. Permuy -quien fue colaborador del experto en economía Mr. Mc.Guire mientras trabajó en Venezuela- ha enviado a la dirección de Ahora una carta en defensa del técnico con quien colaboró. El supuesto ataque del cual se pretende defender a Mr. Mc.Guire parece estar contenido en un artículo de esta sección sobre el Banco Central.
Nada ha estado más lejos de nuestra intención que atacar al señor. Mc.Guire. Simplemente nos limitamos a afirmar que pesó decisivamente, en contra del proyecto Alvarado Silva de creación de un Banco Central de Emisión, su dictamen contrario a esa idea.
Argumenta el señor Permuy que el experto norteamericano >. Esto nos hace recordar porque lo confirma, aquel aforismo de Bismark: >.
En efecto, Mr. Mc.Guire no se pronuncia, teóricamente, en contra de los Bancos Centrales. Sería inconcebible que rechazara a una institución internacionalmente establecida y que ha persistido en un número inmenso de naciones, no propiamente por sus desventajas, si no por su utilidad.
Pero cuando pasa de lo abstracto a lo concreto, cuando directamente alude a Venezuela, Mr. Mc.Guire niega la necesidad de un Banco de esa índole en nuestro país. Condiciona su creación a dos medidas bancarrotistas del Estado: endeudarse por medio de los empréstitos a la finanza extranjera y devaluar nuestro signo monetario. No otro sentido tienen las concretas frases con que concluye Mr. Mc.Guire su dictamen:
>.
Creemos que ese párrafo-síntesis no puede ser más expresivo de cuál era la opinión sustentada por el profesor yanqui con respecto a la idea de un Banco Central en Venezuela.
Por otra parte, no tenemos ningún inconveniente en reconocer con el señor Pemuy, que el dictamen de Mr. Mc.Guire contiene luminosas observaciones acerca de la estructura económico-fiscal del país. Desnuda ese documento la raíz de nuestros agudos problemas nacionales. Y deja bien sentado que no habrá esperanza de redención económica para la Nación mientras no se pueble de inmigrantes nuestro desierto; y se cure y proteja a la población nativa; y se coordine la desvertebrada estructura del país mediante una red vial científicamente trazada; y se reforme el sistema tributario, con el fin de dotar al Estado de los recursos requeridos para abordar las inaplazables obras de educación, sanidad, vialidad y asistencia social que tiene ante si planteadas.
Nosotros, coincidiendo plenamente con esos aspectos del dictamen en cuestión, diferimos con él simplemente, en que consideramos al establecimiento del Banco Central como una de las tareas fundamentales del Estado venezolano. Tarea previa y no consecuencial. Tarea de primer plano y no posponible para cuando se modifique, en un sentido de progreso ya cumplido, la actual estructura económico-financiera de la Nación.
Y es que está entre nuestros convencimientos más firmes el de que Venezuela no podrá superar su atraso mientras el crédito esté manipulado por instituciones bancarias, que tienen más de casas de agio que de otra cosa. Y mientras la moneda, por carencia de un organismo que la fortalezca y defienda, sea el juguete de especulaciones. Y las emisiones de billetes, negocio entre los más pingües y saneados, continúe siendo fuente de beneficios para una oligarquía de privilegiados. Y mientras no haya un instituto, en fin, que actúe como cámara de compensación y cumpla las otras funciones que se le asignaban al Banco Central de Emisión en el proyecto Alvarado Silva.
También queremos dejar constancia de que entre las críticas de carácter técnico hechas por Mr. Mc.Guire al proyecto en cuestión, algunas son justas y atendibles. Otras no, tal ésa, de todo punto inaceptable que permita a los Bancos extranjeros tener participación en el Banco Central. Éste debe ser, como elemental medida de defensa nacionalista, un organismo venezolano, independiente de toda tutela extranjera, por inofensiva que parezca a quienes enfocan las cuestiones con la pupila fría del técnico. Los venezolanos, que en carne propia sentimos lo que es la presión económica extranjera, colonizante y deformadora, tenemos que situarnos en otro ángulo. En el de un intransigente y si se quiere, puntilloso nacionalismo. Es inadmisible que en el Banco Central tengan los Bancos extranjeros ni siquiera una sola de sus acciones. Así dejamos comentada la carta que a Ahora, dirigiera el señor Permuy, respuesta que no persigue fines de polémica, sino el propósito de aclarar conceptos.