Autor: Rómulo Betancourt
Título: Deben regularse drásticamente las importaciones.
Fecha de publicación: 21-01-1938
Publicación: Diario Ahora


Ayer fue Colombia, hoy es México que pone una traba infranqueable a las importaciones excesivas.
Cable fechado en Ciudad de México el 19 de enero corriente, y que envía la UP, da cuenta de una drástica resolución adoptada por el Gobierno de Lázaro Cárdenas. El cable en referencia dice, en su primer párrafo: >
Esta medida es de una importancia que no necesita destacarse. Evitará la emigración de una parte considerable del oro de México hacia el exterior, destinado a pagar mercancías suntuarias. Ya no podrá la oligarquía aceitera mexicana -muy semejante a la venezolana, en el sentido de que ha logrado alcanzar posiciones privilegiadas de fortuna alquilándose como instrumento a yanquis e ingleses para la adquisición por ellos del subsuelo petrolífero- invertir sumas enormes en objetos destinados a satisfacer vanidades arribistas.
México ha seguido el ejemplo de Colombia porque ambos países se han convencido de la ineficacia de la simple propaganda contra el exceso de importaciones. Allá, como aquí, insistió tercamente la prensa en los perjuicios que se acarreaba a la economía nacional con el desnivel de la balanza internacional de pagos. Se apeló al > de los sectores privilegiados, para que invirtieran más dinero en industrias y lo gastaran menos en importaciones costosas futilezas. Los sectores hacia los cuales se dirigía esa propaganda, pusieron a ella oídos sordos. Continuaban, pese a cuantas sugestiones públicas se les hacían, trayendo del exterior todos los costosos objetos de refinamiento y sibaritismo que a más altos precios se cotizaran. En vista de esta situación, no quedó otro camino sino el del decreto drástico. Las aduanas de Colombia y de México se han cerrado prácticamente, a las importaciones suntuarias.
En Venezuela la situación es la misma que se pretende corregir con esa medida en los países que hemos venido nombrando. Nuestra balanza internacional de pagos está equilibrada artificialmente. El observador superficial que estudie nuestra balanza de pagos la encuentra equilibrada, pero si se detiene un poco en su análisis verá que ese equilibrio se debe al ingreso promedial de Bs. 120.000.000 anuales, por giros de petróleo. De resto, nuestras exportaciones reales (café, cacao, cueros, diversos) no cubre si no una tercer parte de los Bs. 200.000.000 que anualmente se invierten en importaciones. Esto significa que el equilibrio de nuestra balanza está condicionado por los pocos ingresos derivados de una riqueza cuyas características de aleatoria y de perecedera no nos cansaremos de destacar.
¿Y qué se hace para poner un correctivo a esta situación? Se publican artículos de prensa cuando un cable de Nueva York nos da las cifras absurdas de las importaciones de automóviles. Se tejen comentarios durante unos pocos días y la situación permanece indefinida. La importación de autos, caros, de sedas costosas, de perfumes cotizados a precios altísimos continúa impertérrita.
No queda entonces otro camino sino el de los remedios enérgicos. Recorrer la vía ya abierta por Colombia y por México. Prohibir, prácticamente, las importaciones de lujo, el derroche de dinero en mercancías que no cumplen ninguna función de utilidad social.
En el Plan Trienal habla el Presidente de un "prudente control de las importaciones". Es la hora de que ese "control prudente" pase del papel donde se ha enunciado a la realidad viva y operante. Es la hora de que nuestras aduanas se cierren al ingreso de artículos suntuarios, con los cuales una: minoría de "nuevos ricos" se complace en insultar la miseria de una Nación pauperizada.