Autor: Rómulo Betancourt
Título: Venezuela y Alemania
Fecha de publicación: 20-03-1937
Publicación: Diario Ahora


Ha llegado hasta nosotros, insistente, el rumor de que los órganos competentes del Gobierno Nacional se ocupan de examinar las condiciones para un Tratado de Comercio con Alemania. La larga estada en Caracas de un comisionado del Gobierno Alemán da a esta noticia apariencias de veracidad.
El estudio de las estadísticas demuestra que Venezuela compra de Alemania varios millones más de lo que nos compra aquel país, de donde resulta una balanza de comercio con un saldo adverso a nosotros y que, por esta razón, hayamos tenido que pagar buena parte de las mercaderías de procedencia alemana, con divisas -dólares y libras esterlinas-.
No dudamos que el Departamento del Gobierno encargado de esta delicada cuestión, si es que realmente existe este propósito, habrá tenido en cuenta la circunstancia arriba anotada, más otras no menos influyentes como, por ejemplo, la falta de petróleo que padece Alemania y la necesidad imperiosa en que se halla de asegurarse abastecimiento de ese combustible. Un arreglo sano ha de estar fundamentado sobre condiciones de verdadera reciprocidad asumiendo una actitud de serena crítica a fin de estimar con precisión las necesidades de cada una de las partes. La naturaleza tan distinta -casi opuesta- de la economía venezolana y de la alemana -industrial ésta y productora de materias primas y de frutos tropicales la nuestra- hace propicio un intercambio intenso entre los dos países.
No es posible ignorar lo que resalta a la vista. Dada la circunstancia de que la balanza de comercio entre Venezuela y Alemania arroja un saldo en nuestro pasivo, saldo que hemos venido pagando en monedas extranjeras, consideramos preferible abonarlo en petróleo porque, si bien es cierto que el aceite no es un producto venezolano en el sentido real de las cosas, también es cierto que cuanto más vendan las compañías extranjeras que explotan el petróleo, tanto más emplearán en salarios y sueldos y tanto mayores serán los impuestos que hayan de pagar al fisco. "Algo nos queda de ese petróleo y resulta por lo tanto más ventajoso pagar con esa especie antes que hacerlo, pura y simplemente, con divisas".
Consideramos que al colocarse nuestros gobernantes en una actitud defensiva de los intereses nacionales, deben procurar que Alemania adquiera más café y más cacao venezolanos de lo que ha venido consumiendo hasta ahora a fin de reducir en 10 el saldo adverso de que hemos habado: deben esforzarse, además, porque se nos garantice un precio mínimo, por un tiempo prudencial, para los productos nombrados y porque Alemania se convierta en un nuevo mercado para otros artículos de exportación. Hay que mantener muy presente que Venezuela tiene hoy una posición sólida para negociar porque es un país eminentemente comprador.
Conviene mucho, por otra parte, a los intereses venezolanos encargados de la discusión del Tratado que no pierdan de vista que Alemania emplea en sus operaciones de comercio con Venezuela, no una moneda garantizada por un encaje de oro, sino un símbolo, un mero punto de referencia: el sondermark, que no ofrece seguridad de persistencia, especialmente hoy cuando la situación económica de Alemania presenta perspectivas muy poco halagadoras. Es preciso que se prevea el caso en que la economía alemana sufra un colapso que está a punto de llegar según el criterio de observadores inteligentes.
Estimamos que debe aprovecharse la oportunidad de la discusión de un Tratado para definir claramente la posición que hemos de guardar en un caso semejante. Definiendo netamente todos los puntos, las relaciones entre ambos países se fincarán sobre bases sólidas, sin dejar lugar a malos entendimientos, lo cual redundará en el incremento de las transacciones, para beneficio mutuo.