Autor: Rómulo Betancourt
Título: México emprenderá la explotación de su petróleo
Fecha de publicación: 16-02-1938
Publicación: Diario Ahora


El diario La Esfera, en su edición del 14 del corriente mes, publica un cable, fechado en la capital de la nación azteca, con el mismo título que lleva este comentario.
Esa información de la UP trae, en resumen, la noticia de una medida adoptada por el Gobierno del general Lázaro Cárdenas cuya importancia no es sólo local: Venezuela, y los otros países aceitíferos del continente, tienen en ella una lección que aprender.
Según el cable en referencia, ha sido publicado en Ciudad de México el plan elaborado por el Ministerio de Finanzas, relacionado con el establecimiento de una vasta empresa nacional, fundada con el propósito de explotar reservas de aceite. Esa gran Compañía Mexicana de Petróleo dispondrá de un capital inicial de 80 millones de pesos mexicanos. El 50% de ese capital será aportado por el Estado, el cual asumirá así la calidad de principal accionista. El resto de las acciones será colocado entre ciudadanos mexicanos. El precio mínimo de cada acción (diez pesos mexicanos cada una) revela bien el propósito gubernamental de > esas acciones, poniéndolas al alcance de cualquier ciudadano de medianos recursos.
El establecimiento de esta empresa responde al propósito definido del Presidente Cárdenas de > las industrias. De substituir paulatinamente al capital extranjero que explota las riquezas naturales del país, por capital nacional.
Esta interesante noticia mexicana que glosamos nos ha hecho pensar en la hasta ahora, frustrada esperanza, de ver explotar con dinero venezolano el petróleo venezolano.
En el proyecto de Ley de Hidrocarburos que discutió el Congreso el año pasado, sin aprobarlo, se preveía la posibilidad de explotación por el Estado de reservas aceitíferas de la Nación. En su artículo 2º decía ese proyecto que >. Las leyes anteriores establecían que la explotación de las minas se haría mediante concesiones obtenidas del Ejecutivo. Esa adición introducida en ese proyecto, muerto en estado fetal, posibilitaba la explotación directa por el Estado de zonas petrolíferas aún en poder de la Nación.
Pero, aun dentro de la legislación actual, sería posible la empresa de explotar con dineros venezolanos -del Estado y de particulares, parte del subsue10 de la Nación. En esa forma, obtendría Venezuela una participación menos mezquina que esos 125 millones de bolívares que actualmente ingresan al país de la industria del aceite mineral, por concepto de impuestos, sueldos y salarios.
Mientras no se tomen una serie de medidas de carácter nacionalista -entre ellas ésta que apuntamos, de invertir capital nuestro en la industria petrolera- los mayores beneficios de esa industria serán para las compañías extranjeras.
De nuestra suicida imprevisión se aprovechan éstas para obtener espléndidos dividendos del aceite extraído de los pozos de Falcón, Zulia, Monagas, Bolívar y Territorio Federal Delta Amacuro.
A cada momento, tenemos una evidencia a la mano de la magnitud de los negocios que hacen las empresas de cuño británico o norteamericano en nuestra Nación.
Ahí están, en prueba de esta última afirmación, las recientes informaciones del mismo diario La Esfera (edición del 12 de febrero, 1938), relativas a un convenio celebrado entre la > (subsidiaria de la Gulf Oil) y >, de Toronto, Canadá. Esas informaciones nos enteran de que entre esas dos empresas se ha celebrado >. Consiste en el compromiso contraído por la última de dichas empresas de comparar, por determinado número de años el excedente de la producción venezolana de la "Mene Grande Oil". Y es tal la magnitud del negocio, que la empresa productora en referencia ha recibido, de manos de su contratante, la suma de Veinticinco millones de dólares (alrededor de cien millones de bolívares) como un anticipo sobre el valor de sus compras.
No se necesita hacer muchos esfuerzos de imaginación para darse cuenta de la magnitud de un negocio, cuando en él se habla en lenguaje de millones de dólares y estos negocios -porque a diario se realizan transacciones semejantes- dejan márgenes insospechados de utilidad a inversionistas y economías extranjeras; y verdaderas piltrafas al país productor de la riqueza objeto de tales transacciones.
Ojalá que el ejemplo de México -explotando con dinero suyo una riqueza que no debe ser sino suya- encuentre seguidores en nuestro país. Ganará rango de fecha digna de ser inscrita entre los días faustos de la Patria, aquella en que una gran empresa de petróleos venezolanos comience a taladrar, por cuenta y con recursos propios, el suelo de la Nación.