Autor: Rómulo Betancourt
Título: Las perspectivas del algodón.
Fecha de publicación: 18-02-1938
Publicación: Diario Ahora


En su entrega última, trae el Boletín de la Cámara de Comercio otro trabajo, de interés indudable, que vale la pena comentar y glosar. Nos referimos al relacionado con el cultivo y consumo nacionales de algodón.
El estudio que hizo el Boletín es serio, revelador de sentido de responsabilidad. Constató cifras, buscó datos ciertos, se documentó seriamente. Su estudio resulta por eso digno de atención y de crédito.
Lo primero que impresiona, al leer este trabajo es la desproporción entre las cotizaciones de algodón extranjero y el coste de producción del algodón nacional. En los mercados del exterior se cotiza el algodón, desmotado y listo para ser transformado en tejidos por la hilandería a los precios de US & 8 y US $ 9 el quintal. O sea, alrededor de Bs. 25 y Bs. 28. En cambio, en Venezuela resulta muy poco remunerativa para el agricultor la cotización, que últimamente se ha registrado, de Bs. 70 el quintal. Sólo al amparo de la tarifa proteccionista que pesa sobre esa materia prima, ha podido sostenerse la producción nacional de algodón.
En estas condiciones, el lógico que Venezuela esté incapacitada para exportar esa materia prima. No podía competir con los precios a que se cotizan los algodones de países que han logrado, por diversos medios, abaratar extraordinariamente el coste de producción del artículo.
Nuestro algodón se consume íntegro en el país. Hay más toda vía: se acusa una desproporción entre el volumen de las cosechas y el montante de lo consumido por las diversas fábricas de tejidos que funcionan en el país. El promedio de producción anual de algodón es, en Venezuela, de alrededor de 2.624.526 kgs; y del consumo, de alrededor de 2.537.026 kgs. El sobrante medio anual, que se almacena como stock en las fábricas o que muchas veces malvende el productor a los comerciantes intermediarios, es de alrededor de 87.500 kgs.
Estudiando las estadísticas de producción y precios de los últimos 8 años, se llega a la constatación -lamentable para el agricultor- de que el precio del algodón sigue una violenta curva de descenso. En 1930, EL precio medio pagado por los telares, de los 100 kilos de algodón, fue de Bs. 288. En 1937, el precio medio de la misma cantidad de algodón fue de Bs. 170.
Diversos factores concurren a la baja rentabilidad de la producción algodonera entre nosotros. Unos factores derivan del proceso mismo de cultivo; otros, de la limitación con que trabaja la industria textil entre nosotros.
Los factores inherentes al proceso de cultivo son los mismos que encarecen, en general, los costes de producción agrícola entre nosotros: bajo rendimiento del trabajo, realizado por campesinos depauperado s y enfermos; rutina en los cultivos; atraso técnico; dificultades de transportes y alto coste de éstos; rentas crecidas que pagan muchos cultivadores a los dueños de las tierras de arriendo. (A este último respecto, recuérdese el interesante informe, ya glosado por nosotros en esta sección, presentado al Ministerio de Agricultura, en 1936, por el agrón6mo Geigel Hernández, acerca de las condiciones bajo las cuales trabajan los cultivadores de algodón en el Estado Apure.)
Los otros factores derivan del bajo consumo de algodón que tienen las fábricas. Estas no abastecen sino una parte, relativamente pequeña, del consumo nacional de productos manufacturados con fibra de algodón. La importación anual que hace Venezuela de artículos que llevan esa materia prima como principal ingrediente es cuantiosa. Según los datos de un libro de la Sociedad de las Naciones (Statistiques du Commerce International, 1936. Venezuela importó productos con algodón, en los últimos años; en la siguiente proporción: 1931, 20 millones de bolívares; 1932, 13 millones de bolívares; 1933, 10 millones de bolívares.
Como podrá observarse, la importación disminuye progresivamente. No obstante eso, alcanza todavía un volumen cuantioso, que bien podría cubrirse si se intensificara la producción.
De este subconsumo del algodón nacional -debido a que las necesidades de las fábricas se cubren, y dejando excedente, con la producción- resulta el bajo precio de las cotizaciones. También es indudable que concurre a determinar esa situación la actitud de los intermediarios entre el productor y la fábrica (comerciantes acaparadores), que pagan a "vil precio" ése, como los otros productos de la agricultura.
El problema está planteado, pues, en forma tal que no puede resolverse con fórmulas unilaterales. Se requiere la acción planificada y de conjunto. De un lado, buscar los medios de abaratar los costes de, producción del algodón; del otro, hallar la forma de incrementar el consumo nacional de tejidos producidos en el país, poniéndose así las fábricas textiles en capacidad de absorber un volumen mayor de materia prima y de pagada a precios más remuneradores que los actuales.
Volveremos a insistir sobre el tema. Es de interés. Ya hemos dicho, y no. nos cansaremos de repetido, que necesita nuestro país diversificar su producción. El café y el cacao son artículos demasiado competidos. Vivir de ellos no será posible, cuando dejen de manar aceite natural esos pozos de petróleo, alrededor de los cuales está insertada, casi exclusivamente, la vida económica y fiscal de la Nación.