Autor: Rómulo Betancourt
Título: México y su aceite mineral
Fecha de publicación: 08-03-1938
Publicación: Diario Ahora


El conflicto petrolero en México ha llegado a su estado más crítico. La Corte Suprema, el más alto tribunal de aquel país, ha dictado sentencia condenando a las empresas aceiteras operantes allí a aumentar en siete millones anuales de dólares el rol de pagos de 18.000 obreros y empleados. Esta sentencia confirma la que, a mediados del año pasado, había pronunciado un tribunal de arbitraje. Este tribuna -con representación de las empresas, de los trabajadores y del Estado- había recibido el encargo de zanjar las diferencias surgidas en los campamentos de Poza-Rica y otros, las cuales culminaron en un paro general de varias semanas.
Las compañías, temiendo que el fallo de la Cortes confirmara el ya citado del Tribunal de Arbitraje, se apresuraron a tomar medidas coactivas'. Para presionar y alarmar al Gobierno del presidente Cárdenas, retiraron sus fondos de los Bancos mexicanos días antes de sentenciar la Corte. Adoptaron otras actitudes más, todas tendientes a evidenciar que se irían de México de no serie favorable la sentencia.
El Gobierno Cárdenas recogió el guante. El día anterior a aquel en que iba a sentenciar la Corte, el presidente Cárdenas pronunció un valeroso discurso nacionalista en el Congreso Nacional de la Confederación de los Trabajadores Mexicanos. Sus palabras desnudaron el sentido coaccionador de las maniobras de las empresas a que ya hicimos alusión. Y agregó, con tono enérgico, que su Administración ejecutaría la sentencia de la Corte Suprema, "cualquiera que sea su naturaleza".
La Corte sentenció condenando a las empresas. Y éstas, según transmiten al mundo las agencias noticiosas norteamericanas en cable deI 5 de marzo, se han declarado económicamente incapaces para cumplir esa sentencia.
En realidad, se trata de una más entre las muchas argucias de las compañías inversionistas instaladas en nuestros países. No aceptan esas empresas la aplicación de una parte de sus utilidades saneadas en remunerar mejor la mano de obra nativa. Las compañías petroleras establecidas en México sí pueden cumplir la sentencia de la Corte. Les bastaría para ello disponer, para aumentar su rol de pagos, de una parte de ese 34% promedial de utilidades por año que allí obtienen. Y si no cumplen la sentencia mexicana es más bien por el precedente internacional que sentaría: ¿Cuál argumento podrían esgrimir las > de esas mismas compañías establecidas en Venezuela, Colombia y Perú, cuando sus respectivos trabajadores reclamaran aumento de salario semejante al de México.
No obstante su negativa a cumplir el fallo de la Corte, las compañías petroleras de México, enviaron una circular a sus trabajadores ofreciéndoles suscribir un nuevo contrato colectivo. Ofrecen unos aumentos en los salarios, vacaciones anuales remuneradas y semana de trabajo de 5 días (semana de 40 horas).
Contrasta esta actitud, en cierto modo conciliatoria, de las compañías petroleras de México con la asumida aquí. En Venezuela las ganancias de esas empresas aceiteras es sensiblemente mayor que en México. Tanto las tasas o impuestos, como los sueldos y salarios, son menores entre nosotros, determinando bajas apreciables en el costo de su producción. Sin embargo, la Standard o la Caribbean pondrían el grito en el cielo si los trabajadores nativos en los campos de explotación imperialista de Caripito y Lagunillas exigieran la semana de 5 días de labor, siéndoles pagado el sábado como si lo hubieran trabajado.
Nos proponemos seguir con vigilante interés la lucha que tiene a México como escenario. Se libra allá una contienda que muy de cerca nos atañe. Los poderes públicos mexicanos y el pueblo de aquel país son avanzada en una acción de trascendencia americana.
En esa pugna entre el capital extranjero colonizador y nuestros pueblos, Venezuela debe también aprestarse para decir su palabra afirmativa y previsora.