Autor: Rómulo Betancourt
Título: La política petrolera mexicana y su repercusión en Venezuela
Fecha de publicación: 24-03-1938
Publicación: Diario Ahora


Inesperado sesgo ha tomado en su aspecto internacional, la política nacionalizadota mexicana de la industria del aceite.
Cuatro compañías de entre las afectadas por esa medida -la Standard Oil of California, la Huasteca Petroleum Company, la Mexican Sinclair Petroleum Corporation y la Penn Mexican Fuelco- han solicitado de la cancillería norteamericana la intervención diplomática. Y la respuesta de Mr. Hull, tal como la transcribe el cable; ha sido desconsoladora para estas empresas. El jefe de la Secretaría de Estado ha afirmado que el Gobierno mexicano ha ejercido un simple acto de soberanía, al aplicar leyes mexicanas a empresas renuentes a ajustarse en sus actuaciones al ordenamiento jurídico por el cual se rige el país donde tienen asentados sus intereses.
Por otra parte -y como expresión de expresiones interimperialistas- el agresivo Japón, desmembrador de China, ha adoptado una cínica postura de apoyo a la actuación del general Lázaro Cárdenas. El diario semioficioso de Tokio -Nichi Nichi-editorializa sobre lo sucedido en México, recalcando que el "Japón no puede permanecer indiferente", y agrega, con asombroso desenfado: "El presidente Cárdenas está realizando un efectivo intento en favor de la independencia de México, deshaciéndose de la influencia anglo-norteamericana en el campo económico". ¡El diablo metido a predicador!
Todos estos factores concurren a favorecer la estabilidad de la medida adoptada por México. Estados Unidos está demasiado preocupado por los sucesos de Asia, donde el Japón le está arrebatando a cañonazos las "zonas de influencia" chinas, para desplazar su atención hacia México, arrostrando allí las contingencias derivables de una intervención diplomática. Por otro lado, teme Estados Unidos que México, como respuesta a cualquier intento de coacción exterior, rompa su expreso y espontáneo compromiso de no vender petróleo sino a las > y pueda entrar en tratos con el Japón, cuya apetencia de petróleo, por carecer de ese precioso combustible dentro de los-límites del vasto imperio, es de vieja data.
Sintetizando, llegamos a la conclusión de que no ha podido ser más oportuno el momento en que México dio ese paso trascendental. Existen en esta hora una coyuntura internacional favorable.
Si es así, cabe esperar que tanto yanquis como británicos desplazados de México intensifiquen su producción en otros países americanos. Especialmente, en el más rico en aceite mineral y en el situado, geográficamente, en posición más estratégica con respecto a los mercados consumidores: Venezuela.
En los últimos años, la producción petrolera nacional ha seguido un ritmo de ininterrumpido ascenso: de22.945.299. 300 toneladas métricas producidas en 1936, saltó en 1937 a 27.733.297. 194. Se presumía a mediados del año pasado, la posibilidad de que Venezuela superara otra vez la producción de Rusia Soviética, reconquistando el segundo puesto en la escala internacional de producción, del cual fue desplazada en 1929.
Si es que definitivamente se pierden los campos de producción mexicanos para los grandes trusts internacionales, éste y los próximos años contemplarán una febril actividad en los campos petroleros de Venezuela. De Caripito, Lagunillas, El Mene, etc., serán extraídos esos 40 millones anuales de barriles que antes aportaba México a las refinerías norteamericanas e inglesas.
Esto plantea para Venezuela la necesidad de revisar, rápida y audazmente, su política petrolera. No planteamos la cuestión de que sea nacionalizada la industria entre nosotros. Sería clamar en el vacío. Medida de tal envergadura no sería capaz de adoptarla sino un Gobierno de categórica filiación antiimperialista, de profundo arraigo en la opinión mayoritaria del país, de firme política económica.
Empero, sí es posible la modificación inmediata del estatuto legal que rige las relaciones entre el Estado y los solicitantes de concesiones de hidrocarburos.
Esa reforma debe comprender el estudio y revisión de todas las concesiones otorgadas por el régimen anterior, a fin de anular aquellas nacidas del cohecho, el abuso del poder y de la usurpación de atribuciones. El establecimiento del impuesto sobre la renta y sobre el exceso de beneficios, impuestos que especialmente incidan sobre las grandes empresas petroleras. La revisión del plazo, de concesiones y del régimen de impuestos que rigen en la actualidad. El royalty cobrado en Venezuela sobre la producción bruta de los pozos, continúa siendo, como en los días >, de un 10% sobre la producción bruta. En cambio, México había obtenido hace algunos meses, sobre los campos de Poza-Rica y en contrato con la Mexican Eagle, un royalty, o regalía, del 15% al 35%
El año pasado presentó el Ministerio de Fomento al Congreso un proyecto de Ley de Hidrocarburos. Aun cuando excesivamente tímido, resultaba progresista en comparación con la legislación vigente. (Su artículo 2º posibilitaba la explotación directa por el Estado de las reservas nacionales. Su artículo 44 preveía otra posibilidad: la de que el Estado concediera concesiones a capitalistas nacionales bajo régimen especial, asumiendo la calidad de socio de esas empresas venezolanas y reclamando una participación en los beneficios nunca menor del 25%. Contenía saludables reformas en materia de impuestos. El impuesto de exploración por hectárea se elevaba Bs. 0,10, -tributo vigente actualmente- a Bs. 4. Se fijaba como porcentaje mínimo de royalty, o participación, no ya el 10% sobre la producción bruta, o Bs. 2 por metro cúbico, sino el 12.1/2 % o, en su defecto, Bs. 2,50 por metro cúbico. Otras reformas progresistas contenía esta legislación.)
Este proyecto, como es bien sabido, no llegó a prosperar. Murió en feto, en la Cámara del Senado. Y la oportunidad de la próxima reunión de las Cámaras es propicia para que se presente, no ya ése sino un proyecto aun más avanzado de legislación de hidrocarburos.
Este es un momento difícil para los trusts del aceite. En México y Bolivia son nacionalizados sus pozos; en Colombia se les aplica una inteligente y previsiva legislación tributaria que merma sus utilidades. Las naciones que las respaldan están demasiado urgidas por los problemas que confrontan -el de Asia, Estados Unidos; el del Mediterráneo, Inglaterra- para prestarles el decidido apoyo de otras épocas. El mercado de aceite es cada día más extenso y remunerativo, porque las grandes potencias, como parte principalísima de sI! programa armamentista, acumulan formidables reservas del "combustible tan necesario en la guerra como la sangre misma",al decir de Clemenceau. En esta circunstancia, miope, cobarde e indigno será el pueblo productor de petróleo que continúe practicando una política complaciente y de "puerta abierta" frente a los monopolios aceiteros. Y merecedor de la repulsa colectiva, el Gobierno de una nación productora de aceite mineral que no se valga de la magnífica oportunidad para sacudirse la pesada coyunda de los magnates del petróleo.