Autor: Rómulo Betancourt
Título: La Anglo-ecuatorian Oilfields Company, tranquiliza a sus accionistas
Fecha de publicación: 26-03-1938
Publicación: Diario Ahora


La AP transmite, con fecha de 24 de marzo, un interesante despacho cablegráfico, fechado en Londres.
Por el texto de esa noticia nos enteramos de que la Anglo Ecuatorian Oilfields Company, compañía aceitera operante en el Ecuador, se ha apresurado a llevar tranquilidad al ánimo de sus accionistas.
En reciente circular, la directiva de esa empresa dice con énfasis a los socios de la compañía que "no hay paralelo entre la situación de México y la que apunta en el Ecuador". No se necesita un gran esfuerzo imaginativo para darse cuenta, a través de esas escuetas tres líneas, de cómo tienen las "barbas en remojo" los dueños de acciones en empresas aceiteras. Después de haber alcanzado ganancias saneadas y en progresivo aumento de esas acciones, gracias a las ventajas múltiples obtenidas de los gobiernos latino-americanos, comienzan a sentir algo muy semejante al pánico en vista de la enérgica y categórica resolución de México.
El cable nos sigue informando, desde la capital del imperio de John Bull, de cuanto ha sucedido en el Ecuador. Lo que ha habido es que "el Presidente provisional de dicha República llamó a los directores de la Compañía y les hizo ciertas proposiciones respecto a los nuevos impuestos que han de gravar considerablemente la explotación petrolera".
Después de damos este informe, calla el cable de las incidencias posteriores: negativa de las empresas a acceder a esos requerimientos, amenazas del Gobierno de Quito de ocupar militarmente los campos mineros, ingerencia de la Secretaría de Estado norteamericano por ser afectados con la política de revisión de concesiones algunos intereses estadounidenses, protesta enérgica de la cancillería ecuatoriana por ese intento de coacción diplomática, etc.
Todos estos "detalles" son silenciados, para damos una agradable sorpresa final: la Anglo-Ecuatorian parece dispuesta a "entrar en razón". Por lo menos así lo indica el siguiente párrafo, con el cual concluye su circular a los accionistas de la Compañía: "Ha sido y es deseo de la Compañía satisfacer los deseos del Gobierno ecuatoriano en toda medida de lo posible, sin dejar de defender los intereses de los accionistas, por lo que las negociaciones se desarrollan en una atmósfera de amistad".
¿Qué ha pasado? ¿Cuál circunstancia ha hecho modificar en un sentido de renuncia a su primitiva transigencia, la actitud de los inversionistas británicos y norteamericanos en el Ecuador?
No se necesita discurrir mucho sobre el particular. Apenas se medita dos minutos sobre la cuestión se comprende la acción refleja ejercida en esos caballeros por el decreto nacionalizador mexicano. Hay ejemplos internacionales que proliferan con esa rapidez con que se propagan las pestes.
Y han sido alertados por la saludable advertencia dada por la Administración del general Lázaro Cárdenas, que los usufructuarios del subsuelo ecuatoriano han depuesto su intolerante actitud de hace apenas unas pocas semanas.
Estos hechos nos reafirman en nuestra tesis de ser esta oportunidad propicia como ninguna para tomar en Venezuela la ofensiva contra los trusts. Revisemos valerosamente sus contratos, anulemos las concesiones de origen viciado; rectifiquemos la política de > con el capital extranjero y regulemos severamente su intervención en nuestra economía. Aumentemos sin contemplaciones los impuestos que se cobran a las industrias explotadas por el capital financiero internacional. Arranquemos el maximum de garantías para el trabajador venezolanos al patrono extranjero. Incorporémonos, en síntesis, a ese brioso y alentador movimiento nacionalista y defensivo, que .a dado ya sus brotes promisores en varios de los pueblos de Indoamérica.
En los días de la primera independencia, en el glorioso trance de 1810, Venezuela fue vanguardia y guía. Hoy, cuando está planteada la cuestión vital de ganar la segunda independencia, la económica, ¿nos resignaremos a marchar a la cola de los otros pueblos?