Autor: Rómulo Betancourt
Título: Represalias económicas contra México
Fecha de publicación: 30-03-1938
Publicación: Diario Ahora


Las agencias noticiosas norteamericanas nos han traído los detalles de la primera escaramuza en la batalla que emprenderán Estados Unidos e Inglaterra contra la política nacionalista mexicana.
El 27 de marzo, el presidente Cárdenas hizo del conocimiento público que la Tesorería de los Estados Unidos dejaría de comprar, a partir del 1º de abril próximo, la plata producida por las minas mexicanas.
Este es un serio golpe inferido a la economía mexicana. Es ese metal uno de los principales renglones de ingresos del país. México es el más importante productor de plata del mundo y Estado Unidos el mercado más firme del precioso metal. Según las más recientes estadísticas, el consumo norteamericano de plata mexicana alcanza a la cifra promedial, por año, de cinco millones de onzas.
No recatan las agencias que transmiten estas noticias el carácter de retaliación de la medida adoptada por el Gobierno norteamericano. La Prensa Asociada, por ejemplo, comenta así la noticia: "Esta, al parecer, es una represalia contra la expropiación de las compañías petroleras extranjeras".
Por su parte, las altas autoridades del Gobierno de Estados Unidos, sin desmentir ni afirmar que tenga carácter de represalia la medida adoptada, confirman la anulación por la Administración Rooselvet del convenio por el cual estaba obligada a comprar la planta mexicana.
El Tesorero del Gobierno de la Unión, Mr, Morgenthu, ha hecho la siguiente, expresa declaración: "De acuerdo con la decisión del gobierno americano de examinar ciertas relaciones comerciales y financieras con las autoridades de México, el tesoro aplazará las compras mensuales de la plata mexicana hasta tanto se dicten l1uevas instrucciones".
Esto que ha sucedido era de esperarse. Si Estados Unidos, por las condiciones internacionales especialísimas, no estaba en condiciones de enviar marinos a México, no por eso dejaría de presionarlo con el propósito de quebrantar su política reivindicatoria de las riquezas naturales del país. La estrecha interdependencia entre los gobiernos de las grandes potencias y sus inversionistas en el exterior, no se rompe por el simple hecho de que se pronuncien discursos y se publiquen declaraciones oficiales acerca de la política del buen vecino".
Y, precisamente, son los petroleros el sector que más influencia ejerce sobre el estado, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra. Tan es esto cierto que el presidente Wilson, en un momento de sinceridad y precisamente a propósito de México, exclamó: >.
La represalia económica contra México no coge desprevenido a su Gobierno. El presidente Cárdenas fue muy explícito y muy categórico en el discurso donde anunció a su pueblo la nacionalización de la industria del aceite. Dijo muy claramente cómo debía prepararse el pueblo mexicano a atravesar un período, más o menos largo, de estrecheces y penurias. No son unos cuantos atolondrados e irresponsables quienes están en el timón de la grande, de la admirable nación azteca. Sino un equipo con clara visión de los problemas colectivos y sin ninguna clase de ilusiones con respecto a la > de los Gobiernos de las grandes potencias.
Nos imaginamos a los devotos venezolanos de la política de "puerta abierta" con el capital extranjero comentando regocijados, lo que acaba de suceder en México. Y argumentando, orondos y satisfechos: "Eso prueba que nuestros débiles países no pueden incurrir en el romanticismo costoso de enfrentarse a intereses tan poderosos".
Este "argumento" es el mismo que hacían los colonialistas de 1810. Aquellos que en el primer Congreso de la República se pronunciaban contra la declaración de Independencia de España, haciendo énfasis sobre el poderío de España y sobre la incapacidad americana para valerse por sí misma. Los hombres geniales de entonces -y a la cabeza de ellos, como ductor y guía, nuestro Simón Bolívar- apostrofaron resueltamente a los colonialistas. En la memoria de todos los venezolanos está la frase magnífica: "¿Trescientos años de esclavitud no bastan?"
Hoy cobran de nuevo vigencia ese combate librado hace un siglo entre los amigos de las cadenas extranjeras y los nacionalistas irreductibles. Y como ayer, no serán los colonialistas quienes triunfen. El caso mexicano lo comprobará. Pese a las presiones financieras, y de cualquier otro orden, el pueblo de Benito Juárez, de Lázaro Cárdenas, terminará por conquistar y mantener su independencia económica.