Autor: Rómulo Betancourt
Título: La política agraria de Alemania
Fecha de publicación: 24-04-1937
Publicación: Diario Ahora


Consideramos del más grande interés para nuestros hombres de negocios, agricultores y criadores, estar siempre al tanto de los movimientos económicos que se registran en las naciones que mantienen con nosotros relaciones de comercio, pues ellos tienen influencia más o menos grande y más o menos próxima sobre nuestra economía. Por estos motivos nos proponemos traer a estas columnas todas aquellas informaciones procedentes del exterior que ofrezcan alguna utilidad a nuestros lectores.
Alemania ha decidido poner en práctica una política de incremento de su producción. El Canciller Hitler manifestó el año pasado que Alemania "debe bastarse a sí misma económicamente" y que debe "prepararse para una posible, larga guerra". A raíz de estas declaraciones, lanzó el General Goering el plan económico del Reich para los cuatro años inmediatos. Proyectan los alemanes proveerse sintéticamente de muchos artículos y materias primas y cuando no sea esto posible, usar sucedáneos producidos por ellos. Han logrado ya reducir sus compras de algodón hasta un 20 por ciento y han instalado en la región carbonífera grandes plantas para producir gasolina y otros combustibles extraídos del carbón. No se concreta el gigantesco plan a lo industrial. Alemania dispone de pocas tierras de cultivo. Éstas son pobres y se hallan cansadas de un cultivo intensivo sostenido por siglos. Además, su clima es ingrato, frío y húmedo. La consecuencia es que el país se ve obligado a importar más de la quinta parte de los alimentos generales y hasta un 15 por ciento de materias grasas tales como carne, huevos, manteca, etc., etc. El General Goering ha resuelto acrecer la producción de los campos en un 30 por ciento y racionalizar esa producción. Para conseguir esos objetivos el Gobierno ordena a cada agricultor sembrar "lo que necesita Alemania" así que este no tiene la libertad de cultivar lo que más le agrade o convenga. Los renuentes reciben penas muy severas. El Gobierno puede nombrarles un administrador interno que les "induce" a sembrar aquello que, ajuicio del Gobierno, necesita Alemania y aún puede ser despojado de su tierra si se muestra terco en obedecer. Al mismo tiempo está el gobierno dando subsidios a los agricultores que llegarán a doscientos millones de marcos en 1937 y aumentarán progresivamente hasta la cantidad de trescientos millones en 1940.
Hay ciertos aspectos de la política agraria alemana que la coloca en posición diametralmente opuesta a la que ha seguido Roosevelt en los Estados Unidos. Mientras este país paga a los agricultores subsidios para que limiten su producción, Alemania se los paga para que la aumenten hasta el máximo que permita la potencialidad de la tierra y del abono científico.
No se quedan aquí las medidas adoptadas por el gobierno nazi. Providente hasta el punto de asemejarse mucho al de sus vecinos del Este, ha establecido kindergartens en todo el territorio donde se cuida a los niños campesinos mientras las madres van a trabajar en los campos y durante las vacaciones de verano son movilizados todos los estudiantes de cursos superiores a trabajar la tierra alemana organizados en cuerpos de "servicio agrario". Es un servicio "voluntario" al cual nadie debe negarse porque se convierte en un "mal alemán".
Parece que esta política, un tanto drástica, que se está llevando a cabo con extraordinaria energía empieza a dar resultados satisfactorios. Las consecuencias se están dejando sentir en los países vecinos que, como Holanda y Dinamarca, venden cereales de todas clases, huevo y leche en grandes cantidades al país alemán.
Afortunadamente el clima alemán no les permite desarrollar ciertos cultivos que son propios del trópico. El peligro de perder el mercado alemán se nos presentará el día que esa nación logre adquirir colonias en regiones tropicales o intertropicales pues es cosa segura que se dedicarán a producir en ellas cuanto necesiten para bastarse a sí mismos económicamente.
Ya Inglaterra nos deja fuera de su mercado porque consume la producción de su Imperio Colonial. Y no tardará Italia en abastecerse de Abisinia.