Autor: Rómulo Betancourt
Título: En defensa del cacao venezolano
Fecha de publicación: 01-05-1938
Publicación: Diario Ahora


Merecen encomio todos los esfuerzos que se hagan para la defensa de nuestros escasos frutos de exportación. Es meritoria cualquier iniciativa tendiente a prestigiar en los mercados consumidores del extranjero el café, el cacao, las maderas nacionales.
Enfocada así la cuestión, nos parece plausible el interés que ha demostrado el Ministerio de Agricultura y Cría para individualizar en los mercados de ultramar el cacao venezolano. La almendra cosechada en Barlovento y en el Oriente venezolano se vende en el exterior, en su mayor parte, como cacao de Trinidad. Y es contra esa situación de dependencia en que estamos en cuanto al segundo de los frutos exportables de la Nación, que ha tomado medidas el Ministerio del ramo.
Esas medidas han pasado ya del plano de lo teórico. Iniciativas prácticas están ya rigiendo, con el propósito de poner en ejecución una de las sugestiones dadas al Ministerio por la comisión especial que nombrara para estudiar el problema del cacao. Entre otras indicaciones, dio esa comisión la de que se exportara nuestro cacao -y como cacao venezolano- en tan excelentes condiciones que pudiera competir ventajosamente con la almendra de otros países exportadores.
Llevando a la práctica esta iniciativa, la Asociación de Productores de Cacao está pagando, en Oriente, un precio especial al cacao seleccionado. Ese precio es, aproximadamente, de Bs. 28 por fanega de 50 kilos. El precio corriente de cotización es de Bs. 23 y Bs. 24; y el sobreprecio es pagado por la Asociación por las exigencias que hace al productor con respecto a la calidad del producto. Este debe ser -y aquí transcribimos textualmente una frase de carta recibida por nosotros de un agricultor de las costas de Irapa- "grande, escogido, bien representado, con mucha curtiembre" Si el cacao no reúne esas condiciones especiales, no es aceptado por los agentes compradores de la Asociación.
Ahora bien, los productores se quejan de que el precio de Bs. 28 no les resulta remunerativo. Argumentan que ellos venden en Trinidad el cacao de Irapa -sin escoger, mezcladas las calidades finas con la pasilla- a un precio que oscila entre Bs. 26 y Bs. 27. Este precio les resulta más favorable que el de Bs. 28 aquí, si deben cumplir la condición de escoger escrupulosamente y de beneficiar con mucho cuidado el lote a vender. Según sus cálculos, no menos de 1/4 parte de cada fanega cogida en la mata resulta pasilla, la cual -al ser separada de la almendra seleccionada- constituye una pérdida seca para el agricultor. No encuentra mercado para colocada.
Es así que se explica por qué prefiere el productor nacional vender la fanega >, -esto es, sin hacerse separación alguna entre las distintas calidades del fruto- a la Isla de Trinidad, a la cotización de Bs 26 a Bs. 27 antes que aceptar la proposición de la Asociación de pagarle Bs. 28 aquí. Pero, por fanegas de almendras seleccionadas, escogidas, beneficiadas con especial cuidado.
Todos estos datos los hemos tomado de una carta que, desde el Oriente de la República, nos ha enviado un lector de esta sección. Los hemos glosado en el interés de abrir debate sobre la materia, advirtiendo que la única fuente de información que hemos tenido sobre el particular es la carta de nuestro espontáneo corresponsal.
Sería de interés que la Asociación de Productores de Cacao explicara públicamente las causas por las cuales se ha fijado la cotización que hemos indicado, al cacao de Oriente. Si no hay error en los datos a nosotros suministrados, resulta que no se logrará interesar realmente al productor en la selección del fruto y en el mejor acondicionamiento para su venta al exterior. El productor está, naturalmente, interesado en que se prestigie el cacao nuestro en el exterior. Pero ese interés termina allí donde comience un sacrificio pecuniario sensible. En otras palabras: preferirá seguir vendiendo a Trinidad, aun a trueque de que los exportadores de la Antilla inglesa oculten la procedencia del artículo y lo vendan como producción trinitaria, si le resulta más remunerativa esa transacción. Y no podría exigírsele a los productores de cacao que procedieran en forma diferente, imponiéndose un sacrificio económico en el empeño de prestigiar nuestros productos, vendiéndolos al exterior sin intermediarios, directamente. No podría exigírsele, porque sobre los cultivadores de cacao pesa la carga insoportable de préstamos a intereses leoninos. Es reducido el número de las haciendas no hipotecadas y a intereses que casi nunca bajan del 1% mensual. No se necesitan muchos esfuerzos de contabilidad para deducir el producido líquido, bastante bajo, que le corresponde, después de liquidar las cosechas, a agricultores obligados a pagar intereses anuales del 12% sobre deudas contraídas, dando las haciendas como garantía.