Autor: Rómulo Betancourt
Título: Acotaciones al mensaje presidencial de 1938
Fecha de publicación: 04-05-1938
Publicación: Diario Ahora


El mensaje presentado al Congreso por el ciudadano Presidente de la República, el 29 de mayo de 1938, ya ha sido objeto de diversos comentarios periodísticos. Ha escapado a esos comentarios el análisis del aspecto medular de ese documento político. Nos referimos al capítulo de Hacienda.
En varias notas -y con el necesario esquematismo de artículos de periódico- nos proponemos abordar el tema, inexplicablemente desdeñado por los glosadores de ese mensaje del Jefe del Estado.
La primera noticia expectante que aporta el capítulo de Hacienda del mensaje es la de que el tonelaje del comercio exterior de Venezuela, durante el año de 1937, es el más alto de la historia económica del país. Superó ese tonelaje al del año 36 en la cantidad de 2.848.637 toneladas. El valor en bolívares de ese cuantioso volumen de toneladas de artículos manufacturados y de materias primas que entraron y salieron de Venezuela, superó en 200 millones de bolívares al de 1936. Fue igualmente superior al de todos los años anteriores, exceptuando el de 1929, año-vértice de la prosperidad económica que precedió al catastrófico crack de la Bolsa de Nueva York.
Estas cifras, tomadas sin discriminarlas, no pueden sino suscitar una corriente optimista, eufórica. Revelan una vida económica activísima, febril, que no evoluciona lentamente, sino a saltos.
Empero, el goce se va al pozo al ahondarse, con el escalpelo del análisis realista, en la entraña misma de los hechos que recubren esas cifras. Sigamos el hilo de la palabra presidencial, para cumplir tal propósito.
El ciudadano Presidente, después de dar la cifra en bloque de importaciones y exportaciones, desglosa y presenta por separado una y otra modalidad del comercio exterior.
Con respecto a las importaciones, observa que su valor total durante el año de 1937 fue de Bs. 306.810.047. Esta cifra significa un aumento del 45% sobre las importaciones del año retropróximo. Empero, agrega el Presidente: >.
De estas palabras del Ciudadano Presidente se diafanizan dos hechos:
1) El ritmo de nuestras importaciones lo marca y determina el grado de intensidad de la producción petrolera. Si los mercados internacionales están en capacidad de absorber aceite mineral, la producción se acelera y aumentan al mismo tiempo, las importaciones venezolanas. Es que las compañías introducen mayor cantidad de maquinarias y de materiales para la industria petrolera. Si los mercados de consumo se retraen, la producción de petróleo es restringida por las empresas, y esa medida repercute inmediatamente en el volumen de las importaciones, que sufre una baja brusca. Tal sucedió en 1931, cuando las compañías celebraron todas un gentleman´s agreement para reducir, colectivamente, su producción en los campos venezolanos. Y en Maracaibo se reflejó esta medida no sólo en despidos de obreros y empleados, retracción de los negocios, etc., sino también en una disminución violenta del volumen y del valor en dólares del comercio de importación. En el año de 1929, cuando los pozos trabajaban a pleno rendimiento, las importaciones por la aduana de Maracaibo alcanzaban al peso en libras de 732.919.055, con un valor de US$ 41.733.955,76. En 1931 -ya rigiendo el > para reducir la producción- las importaciones por ese mismo puerto alcanzaron al peso en libras de 125.875.645, con un valor de US$ 8.030.495,54. No se necesitan más datos para dejar confirmada la tesis de que las fluctuaciones del mercado internacional de petróleo rigen el comercio de importación venezolano.
2) Según palabras del ciudadano Presidente de la República, las compañías petroleras importaron, durante el año pasado, alrededor de 85 millones de bolívares por material exonerable de derechos de importación.
Esta afirmación del Jefe del Ejecutivo nos hace recordar aquella frase del exMinistro de Fomento, doctor Gumersindo Torres, en un memorándum a las compañías. Afirmó en ese documento el doctor Torres, que tal vez sería más favorable para Venezuela no cobrar impuesto alguno de exploración y explotación a las empresas, con tal de hacerlas satisfacer la totalidad de los tributos aduaneros causados por sus importaciones.
Es cierto que en la legislación vigente existe un artículo- el 49 - que ha puesto un tímido correctivo al contrabando > que venían haciendo las grandes empresas, usufructuarias del subsuelo de la República. Que esa regulación resulta insuficiente, no obstante haberla objetado las empresas, al extremo de haber acudido a la Corte pidiendo sea declarada inconstitucional -se revela en el montante exagerado de las importaciones exoneradas, en el sólo año de 1937. Es oportuno recordar aquí también la cita hecha por el doctor Gumersindo Torres de la legislación mexicana, en esta materia de exoneración de tributos aduaneros a las compañías. En México, desde hace mucho antes de gobernarlo el presidente Cárdenas, sin satisfacer derechos aduaneros, sólo un primer lote -el inicial- de las máquinas, perforadores y demás implementos requeridos por la industria aceitera. Los sucesivos embarques que recibieran las empresas estaban afectados, como los de cualquier otro importador, por el pago de los correspondientes derechos aduaneros.
La segunda conclusión que se saca de las palabras del ciudadano Presidente de la República, relacionadas con el comercio de importación del país, es la de que existe en Venezuela un sector privilegiado. Sector exento de la obligación común al resto de los ciudadanos, de satisfacer derechos aduaneros sobre las mercancías extranjeras que introduzcan por las aduanas de la República. Ese sector importó durante el año 37, sin pagar tributo arancelario alguno, la cantidad de 87 y medio millones de bolívares.