Autor: Rómulo Betancourt
Título: Enfoque unilateral sobre el problema de la población
Fecha de publicación: 11-05-1938
Publicación: Diario Ahora


La Dirección de Estadística del Ministerio de Fomento ha publicado nuevos datos desoladores acerca del estancamiento de la población venezolana. Comentémoslos.
Venezuela, a comienzos del siglo XIX, ocupaba el 1º lugar en la escala de población de los países americanos. Hoy ocupa el 2º. En el año de 1800 tenía Brasil una población de 3.250.000 habitantes y hoy tiene 42 millones. En el mismo período, Colombia ha pasado de 1 millón a 8 millones y medio; y Estados Unidos de 5 millones a 127 millones. Venezuela, en cambio, que tenía para aquella fecha alrededor de 780 mil habitantes, ha llegado hoy a alcanzar una cifra trágicamente baja de habitantes: ¡3 millones 450 mil. Hemos aumentado nuestra población -en los 138 años corridos de 1800 a hoy- en sólo 4 veces. En cambio durante el mismo lapso de tiempo Colombia la aumentó en 8 veces, Brasil en 12 y Estados Unidos en 25.
Opina el profesor Vandellós, colector de estos datos, que las diferencias monstruosas decrecimiento de la población entre aquellos países y el nuestro, >.
Peca de unilateral este juicio. No sólo a las guerras civiles se debe el estancamiento de la población venezolana. Colombia también ha sido una región de constantes luchas intestinas, y sin embargo, su población ha crecido con un ritmo mucho más intenso que el del crecimiento de la población venezolana.
Si Venezuela no ha podido aumentar la población nativa, por crecimiento vegetativo, ni atraer a los inmigrantes, es porque ha padecido de una calamidad crónica, más destructiva -si cabe- que las guerras civiles: los gobiernos "auténticamente venezolanos" -para repetir la frase del colega "naturalista" -de Páez, Crespo, Guzmán, Monagas. Castro y Gómez.
Esos Gobiernos, -verdaderos trasuntos de pandillas de salteadores posesionados del Estado y para cuyos jefes se tiene el cinismo de pedir los honores del Panteón- realizaron una metódica destrucción de las reservas humanas de Venezuela. Gobernando en nombre y representación de los estados parasitarios del país -los grandes propietarios de tierras, la Alta Banca usurera y, posteriormente, las compañías imperialistas- no se preocuparon jamás de rea izar una política agraria y una justicia social progresistas. Y es claro, con claridad meridiana, que no puede aumentar de población por crecimiento vegetativo y por atracción de inmigrantes, un país donde la tierra la poseen unas cuantas docenas de latifundistas y donde los trabajadores no están protegidos de la codicia patronal por legislaciones previsivas y avanzadas.
La afirmación del profesor Vandellós la hemos criticado porque de ella se derivan errores funestos. Bastaría con establecer la paz -aun cuando sea esa paz mecánica impuesta por la bayoneta- para que se liquidara la causa generadora de la despoblación. Si esta tesis fuera justa, durante los 27 años de paz > la población venezolana debió crecer. Y ahí están las estadísticas demostrando lo contrario. En 1915, después de 7 años de paz octaviana mantenida férreamente por Gómez y su claque, la estadística vital demuestra que el índice de crecimiento vegetativo de la población fue de 4 por 1.000, cifra ésa sólo equiparable a la de un país >.
No basta con la paz. Es necesario la reforma agraria, las leyes sociales justas, el salario alto, la vivienda higiénica, el régimen democrático de Gobierno, para que el trabajador nativo se reproduzca activamente; y para que el inmigrante extranjero pueda inyectar aportes de sangre fuerte a esta anemiada sangre venezolana, destruida casi por la invasión de espirilos y de hematozoarios.
Mientras no se proceda así, yéndose a la raíz misma de los problemas venezolanos, enfocándolos y resolviéndolos con criterio de conjunto, no se podrá poblar nuestro desierto.
Los 12 millones de bolívares previstos en el Plan Trienal para dotar al Instituto Técnico de Inmigración, de poco servirán, si es que no es capaz el Gobierno actual de rectificar su política superficialista frente a los fundamentales problemas de la Nación.
Si la tierra continúa en manos de los latifundistas, si la Ley de Trabajo sigue siendo letra muerta en el campo y aún en las ciudades, si las huelgas se resuelven administrativamente como si fueran brotes de insurgencia colectiva, si la recluta y otras prácticas antidemocráticas perviven en el campo, si al venezolano no se le pone a comer completo, de poco valdrán esas erogaciones. Venezuela seguirá siendo un país estancado demográficamente. Su población nativa tendrá un crecimiento vegetativo lentísimo y la Nación será incapaz de atraer a núcleos dinámicos de inmigración extranjera.
En último término: la derrota o el éxito de una política demográfica en Venezuela está directamente vinculada al rumbo oficial. Un Gobierno democrático, popular, será apto para poblar a Venezuela. Un Gobierno oligárquico, desdeñoso de las necesidades vitales del pueblo para sólo atender a los intereses egoístas de la aristocracia agraria y a los de los inversionistas extranjeros, fracasará en el empeño de repoblar Venezuela.