Autor: Rómulo Betancourt
Título: El Consejo de Economía Nacional y el Plan Trienal
Fecha de publicación: 17-05-1938
Publicación: Diario Ahora


El Presidente de la República alude, en su exposición sobre el Plan Trienal, al establecimiento del Consejo Nacional de Economía.
Le asigna el Presidente a ese organismo estatal el objetivo de realizar "una vasta labor de cooperación con el Ejecutivo Federal en todas las materias que abarca el propósito que tuvieron los legisladores al crearlo".
En efecto, el artículo 32 de la Constitución vigente, promulgada en 1936, fija al Ejecutivo la obligación de organizar el Consejo Nacional de Economía.
Hasta ahora -y la Constitución del 36 lleva ya dos años rigiendo a la República- ese Consejo no ha sido creado. Y sobre su necesidad perentoria no se necesita argumentar demasiado. Surge de todos los poros de la vida económica venezolana el reclamo de un organismo coordinador, orientador, reglamentador.
Una de las características más acusadas de Venezuela es la de la desvertebración de su economía. País pecuario, con tierras aptas para la cría ganadera en proporción 20 veces mayor a la de Uruguay, casi no exporta ganado. País agrícola, con extensas zonas aptas para los cultivos de tierras cálidas y frías, importa arroz, harina de trigo y otros productos de la tierra fácilmente cultivables en el país. País minero, el primero del mundo en el volumen de exportación de combustibles mineros, importa del exterior gasolina, kerosene y otros carburantes para su consumo interno. País espléndidamente dotado de recursos naturales, de excelentes materias primas, compra al exterior aceites de oliva y mil otros productos comerciales que bien pueden ser elaborados en el interior de Venezuela.
La primera tarea a cumplir por ese Consejo de Economía Nacional cuya creación se prevé, es la de hacer el inventario de la riqueza nacional. No disponemos de una ordenación técnica de los datos requeridos para una justa apreciación de nuestras posibilidades económicas.
En este sentido, México, Colombia y Chile han realizado esfuerzos extraordinarios. México es uno de los países del mundo -no sólo de América- donde existe una oficina de estadísticas nacionales mejor organizada. Chile, de vieja data, ha puesto a funcionar espléndidos servicios de ese mismo orden. Y Colombia, por último, se ha incorporado recientemente, y con ánimo resuelto, por esa misma vía del serio y profundo estudio de sus riquezas y posibilidades. Ya alguna vez hemos comentado desde estas mismas columnas las excelentes monografías editadas, sobre varios departamentos de Colombia, por la Contraloría General de la República de nuestra vecina occidental.
En Venezuela apenas han hecho trabajos serios de estadística Pedro Manuel Ruiz; y, más recientemente, el profesor catalán Vandellós. Ha cumplido este acucioso y experto técnico español una labor eminente en Venezuela. La dirección de Estadística del Ministerio de Fomento, bajo su dirección inteligente, ha venido realizando trabajos de importancia indudable. Los censos comerciales e industriales, los índices de precios al por mayor, los censos agrícolopecuarios, son otros tantos jalones progresistas alcanzados por el profesor Vandellós y por sus colaboradores. Y es claro, en consecuencia, que el Consejo Nacional de Economía requerirá del concurso constante y aleccionador de una Oficina Central de Estadística, siempre que al frente de ella se ponga a un investigador tan serio como lo es el estadístico español.
Cuestión crucial en esto del Consejo Nacional de Estadística es la de la elección de sus integrantes. Estos deben ser no sólo hombres capacitados con un bagaje serio de conocimientos teóricos sobre ciencia económica y prácticos sobre la realidad viva de Venezuela. Sino también individuos honestos personalmente, sin vinculaciones con los estratos parasitarios del país, ni con los poderosos intereses económicos extranjeros.
Resultaría absurdo que se diera influencia determinante en ese Consejo -pongamos por caso- a los banqueros. Estos, frente al Banco Central de Emisión, adoptarían una actitud de obstrucción sistemática. Ya vimos, el año pasado, a los personeros de la Banca > al Congreso a su manera, hasta contribuir en mucho a la derrota el proyecto Alvarado Silva. Argumento semejante puede hacerse contra la injerencia en ese organismo coordinador de la Economía nacional de personajes vinculados en alguna forma al capital extranjero. Ingenuo sería esperar que ellos, en sus funciones oficiales, fueran a ser inconsecuentes con los intereses particulares de los cuales son personeros.
En concepto nuestro, una de las primeras medidas gubernamentales, una vez aprobado el Plan Trienal por el Congreso, debe ser la de organizar ese Consejo Nacional de Economía. No se trata de algo que cumpliría una función adjetiva, secundaria. De dotarse a ese organismo de auxiliares técnicos capaces, integrándolo al mismo tiempo con ciudadanos honestos y sinceramente venezolanistas, cumplirá una tarea impulsora, progresista en el país.
Mañana iniciaremos una cuidadosa revisión de las partidas asignadas en el Plan Trienal a los diversos departamentos ejecutivos. Nos proponemos señalar en ese análisis los aciertos y errores que le observamos a la forma cómo ha sido distribuido el Presupuesto de 3 años entre los varios Ministerios.