Autor: Rómulo Betancourt
Título: La Cámara de Comercio de Maracaibo, frente a los altos fletes marítimos
Fecha de publicación: 25-05-1938
Publicación: Diario Ahora


Este tópico de los altos fletes l11aptimos pagados por importadores y exportadores venezolanos lo hemos abordado en más de una oportunidad.
Con datos y cifras irrebatibles demostramos en esas ocasiones que Venezuela -víctima de una confabulación de empresas navieras extranjeras, integrantes de un monopolio de hecho conocido con la denominación de "Conferencia" -paga fletes, ¡más altos que Brasil, Argentina y otras naciones americanas.
Nos ocurre volver sobre el tema al leer el texto de una exposición hecha, con fecha 18 de mayo, por la Cámara de Comercio de Maracaibo.
Esa entidad comercial del Occidente venezolano comenta los recientes aumentos en la tarifa de fletes de importación hechos por las empresas navieras extranjeras. Esos fletes, que en 1931, ya experimentaron un aumento global del 100%, han sufrido recargos nuevos que regirán a partir de 1938. Esos recargos pueden estimarse en un 15% sobre mercancías de 2º clase, en un 20% sobre las de 3º clase y en un 40% sobre las de 4º clase.
Este recargo injustificado de las tarifas de importación tiende a nulificar uno de los objetivos perseguidos con la valorización del bolívar: la reducción del costo de los artículos manufacturados extranjeros importados por los puertos de la República. El costo inicial de esas mercancías norteamericanas o europeas ha disminuido, porque se pagan a precio más bajo los dólares y las libras esterlinas requeridas para su pago en el exterior. Pero tienen que ser sobrecargadas con el mayor valor cobrado en la actualidad por las empresas navieras de la "Conferencia" en concepto de transporte de ellas hasta nuestras costas. El perjuicio lo sufren así el comercio nacional; y, en mayor proporción aún el consumidor nacional.
El ciudadano Presidente -en su mensaje al Congreso del 29 de abril en la exposición del Plan Trienal el 7 de mayo- ha insistido en uno de los problemas fundamentales de Venezuela: el de abaratar el costo de la vida.
Y para que esa constatación gubernamental no se quede en el mundo vago de la referencia, es urgente buscar la fórmula capaz de abaratar los fletes marítimos. Entre otras causas, es ésa una de las determinantes de los altos precios de costo de la mercancía extranjera consumida por la Nación.
Las compañías navieras extranjeras vienen ejerciendo una ominosa tutela económica sobre nuestro comercio exterior. Y las que se incorporan al tráfico entre nuestros puertos y los extranjeros, traen toda una experiencia exaccionadora acumulada. Y la ponen en vigencia apenas arriban a nuestros puertos sus primeras unidades mercantes. El caso de la > es muy característico en este sentido. Esa empresa naviera no sólo no ha establecido tarifas más liberales, sino que ha tendido a reforzar las condiciones de vasallaje en que se encuentran importadores y exportadores nacionales con respecto a tales compañías.
Este problema, de mucha monta, requiere ser abordado. El Ejecutivo Nacional, no puede permanecer indiferente ante el hecho de que un monopolio implacable, constituido por todas las compañías navieras extranjeras, imponga condiciones en nuestro país. Y lo haga víctima de una sistemática y bien planeada exacción.
Dos vías son las razonables para arribar a la liberación del comercio exterior de Venezuela, de esa pesada carga que sobrelleva, aplastándolo. Nos referimos, de un lado, a las posibles medidas gubernamentales para obtener de las compañías navieras una reducción sensible de sus tarifas; del otro, al establecimiento, con aporte de capital estatal, de una línea nacional de buques mercantes, capaz de asegurar el tráfico con los mercados de Estados Unidos y Europa.
Con respecto a la primera cuestión, consideramos que ha debido abordada resueltamente el Gobierno Nacional desde hace tiempo. El Ejecutivo tendría el respaldo resuelto del comercio de la República y de los sectores nacionalista de la población si llegare a iniciar una política de >, con las empresas navieras. El monopolio que éstas ejercen debe ser roto, mediante la adopción en Venezuela de disposiciones legislativas semejantes a la Ley Sheridan vigente en EE.UU. de América, contrarias a la regulación por una sola empresa, o por un grupo de empresas, de una determinada rama de la actividad económica. Al mismo tiempo, y actuando en la forma más resuelta, el Ejecutivo debe exigir de esas compañías que sus tarifas de fletes sean, cuando menos, semejantes a las cobradas en Brasil, Argentina, etc.
Tiene también el Ejecutivo Nacional el deber de abordar, con ánimo de llevarlo a cabo, el propósito de construir una marina mercante nacional. No se trata de una sugerencia alocada. Chile, nación muy comparable a Venezuela por su volumen de población y por la cuantía de sus recursos naturales, dispone de una excelente flota mercante.
La Cámara de Comercio de Maracaibo afirma que bastaría la suma de un millón de bolívares para financiar una empresa naviera nacional. Posiblemente, esa suma señalada no sea suficiente. Según datos que tenemos a la vista -tomados de documentos oficiales de Chile-, el capital requerido para una moderna empresa es algo mayor. Empero, y esto es 10 importante, aun cuando se requiera una inversión de 3 millones de bolívares bien podría hacerse con seguridades de éxito.
Baste con saberse que nuestro país gasta anualmente, en fletes marítimos, alrededor de 15 millones de bolívares. (5 millones por fletes de exportación, 7 millones por fletes de importación y 3 millones por concepto por pasajes).
Dejamos abiertas -como síntesis de esta apreciación sobre los altos fletes marítimos- dos interrogantes:
¿Por qué el Gobierno Nacional no interviene, activa y eficazmente, para obtener la rebaja de los fletes marítimos y la ruptura dc1lesivo monopolio naviero conocido con la denominación de "Conferencia"?
¿Por qué él Gobierno no realiza la idea de dotar a Venezuela de una empresa nacional de transporte naviero?