Autor: Rómulo Betancourt
Título: La Royal - Dutch Shell no teme que Venezuela...
Fecha de publicación: 03-06-1938
Publicación: Diario Ahora


El Diario "El Heraldo", de esta ciudad, publicó recientemente, en primera página y a tres columnas, un cable fechado en Londres por la AP el 30 de mayo.
Ese cable, en letras gordas y negrísimas, fue publicado bajo el título: "La Shell teme que Venezuela". . .
Y al leerlo, nos enteramos de qué era lo temido por el poderoso consorcio petrolero anglo-holandés, concurrente mundial de la Standard Gil yanqui.
"Prominentes corredores petroleros de la City -afirmaba el cable- dicen que, según parece, la Royal - Dutch Shell teme perder sus vastas y productivas propiedades petroleras en Venezuela, por lo cual ejerce presión sobre el Gobierno inglés para que mantenga y acentúe su actitud enérgica frente a las expropiaciones decretadas por el Gobierno de México".
Este temor de los dueños de la mitad del subsuelo venezolano y copartícipes con la Standard de la rectoría de la vida económica nacional, extrañó profundamente a nuestro colega de la esquina de La Palma. Y en un editorial de su edición vespertina del 1º de junio, titulado "Petróleo Venezolano", fijó su posición. Se mostraba el colega alarmado de que el trust de Sir Henry Deterding, el almirantazgo británico y otras entidades poderosas dudaran de la ecuanimidad del Gobierno venezolano. Este, práctica una "política eminentemente conservadora dentro de un nacionalismo bien entendido". Y, por lo tanto, lo que sucede en México, donde la nación ha reivindicado resueltamente la riqueza de su subsuelo, no puede tener para el Estado y el pueblo venezolano sino un "mero interés de espectadores imparciales". Enfocando así la cuestión. El Heraldo recriminaba a la Royal - Dutch por no haberse apresurado a desmentir >.
Ni tardo ni perezoso, Mr. W. T. S. Doyle salió a la palestra; Dirigió con fecha 1º de junio, segundos después dé caer en sus manos un ejemplar de la edición vespertina del colega, una carta conmovedora.
El señor gerente en Venezuela de The Caribbean Petroleum Company, The Venezuelan Oil Concessions Limited, Venezuelan Oil Development Company Limited y Petroleum Utensils Company, asegura en su carta que la Royal - Dutch -de la cual son filiales las citadas empresas- no abriga ningún temor en Venezuela. Nuestro Gobierno -al contrario de ese Gobierno de Cárdenas, tan poco educado y tan exageradamente exigente- >.
El arcoiris de la paz se ha tendido entre Londres y Caracas. Y es por eso que en el titular de esta columna hemos podido escribir, rectificando a El Heraldo: "La Shell no teme que Venezuela". . .
No teme, no puede temer nada. Es el nuestro un país donde los ministros de Fomento se enorgullecen en sus memorias anuales de haber obtenido royalties, o regalías, para el Estado del 15% sobre la producción bruta de los pozos, mientras la Compañía Águila -filial en México de la misma Royal - Dutch- se avenía a pagar el 35% por ese mismo concepto, en los contratos para explotar los campos de Poza-Rica. Un país donde los funcionarios administradores de la renta petrolera se engríen de satisfacción porque la Nación haya recaudado por concepto de impuestos, en el año de 1937, la cantidad de Bs. 66.444.169, cuando la producción fue de 27 millones de toneladas –cuatro toneladas más que el año de 1936- con un valor declarado de más de 800 millones de bolívares. Un país donde concesiones obtenidas mediante las trácalas más bochornosas, de un Gobierno usurpador de la voluntad nacional como lo fue el de Juan Vicente Gómez, no han sido sometidas a un proceso meticuloso de revisión. Un país donde no existe impuesto sobre la renta ni sobre el exceso de beneficios. Un país donde los tribunales de justicia anulan, a petición de las compañías petroleras y en sentencias dictadas a espalda del interés nacional y de la justicia social, las más elementales reivindicaciones obreras y las más tímidas previsiones nacionalistas de la Ley de Hidrocarburos. Un país donde la Venezuelan Gil Concessions - filial de la Royal - Dutch- puede darse el lujo de >>. (Doctor Pedro Zuloaga, funcionario del Ministerio de Fomento, Revista de Hacienda, N° 5). Un país donde las huelgas por reivindicaciones económicas de los trabajadores del petróleo son resueltas administrativamente, acordándoseles aumentos teóricos de Bs. 1 y Bs. 2 a los huelguistas, cuando las compañías no hubieran sido afectadas sensiblemente por haber satisfecho la totalidad de las reivindicaciones planteadas, como lo afirma el mismo funcionario de Fomento citado en su artículo de la Revista de Hacienda. Un país donde reformas a la Ley de Boyas -calificadas por el Presidente de la Cámara de Diputados de 1937 como >- se archiva definitivamente, después de ser aprobado en las tres sesiones reglamentarias de esa Cámara. Un país -el tercero en la escala mundial de productores de aceite mineral, el cual está lanzando al mundo anualmente 180 millones de barriles de petróleo- donde la gasolina se vende a precios más altos que en países no petrolíferos. Un país donde la suspicacia cavernícola, muchas veces alimentada de petróleo crudo, amenaza con la horca caudina del Inciso a quien exige del Gobierno Nacional, en el trato con el inversionista extranjero; la misma fiera intransigencia nacionalista de nuestro Libertador cuando desde Angostura lanzaba a las potencias coaligadas en la Santa Alianza sus retos magníficos.
El incidente de prensa suscitado por el cable de la Prensa Asociada ha servido para confirmar que >, así como también que los gerentes de la Royal - Dutch no tienen el más remoto propósito de dudar de esa >.
Veleidades y locuras como esas de los Gobiernos de México, Colombia y Ecuador, reivindicando para sus respectivos países una participación mayor en la explotación de las riquezas naturales y llegando el primero a la nacionalización de la industria petrolera, son inaceptables en los >. Y esto no tienen dificultad para certificarlo, plenos de reconocimiento, personas de tanta monta y significación como Mr. W. T. S. Doyle.