Autor: Rómulo Betancourt
Título: Terratenientes de Anzoátegui y Guárico frente a la explotación petrolera
Fecha de publicación: 05-06-1938
Publicación: Diario Ahora


La prensa ligada a intereses extranjeros ha apelado -y debemos reconocer que con éxito- a un hábil expediente: el de presentar como "maniobras comunista" a todo encendido empeño nacionalista.
Así, sobre todo aquel que ha alzado su voz recriminatoria por la vieja y nueva política nacional frente al inversionista extranjero, ha caído de inmediato la roja etiqueta.
En esta forma, ha logrado esa prensa antipatriótica, alimentada en fuentes hidrocarburadas, que muchos nacionalistas sinceros se cohíban de exteriorizar sus sentimientos y sus protestas. Temen que sobre ellos caiga el mandoblazo del Inciso. Ya ese miedo injustificable a hablar el lenguaje del patriotismo reinvindicador frente a los poderosos intereses extranjeros, se está perdiendo.
Y una prueba a la mano, inmediata y concreta de ello, la tenemos en la exposición dirigida al Congreso por un grupo de "terratenientes venezolanos, agricultores y criadores, vecinos de los estados Anzoátegui y Guárico" como ellos mismos se autodefinen en el encabezamiento de su memorial.
Se trata de los señores Tadeo Guevara Rojas, P.V. Guzmán Alfaro, Modesto Pérez Freites, Sixto Lander, E.A. Lanza Itriago, Manuel M. Arreaza Alfaro, J.M. Alegría, José Ruggiere P. Y otros más. En total, son 45 venezolanos, dueños de haciendas, personas en su mayoría profesantes en política de las ideas más conservadoras, insospechables en todo sentido, los más de ellos de veleidades izquierdistas.
Y estos señores -los cuales resultaría monstruoso catalogar entre los profesantes de ideologías prohibidas por la Constitución- hablan en su memorial el mismo lenguaje de venezolanos ofendidos por la rapacidad extranjera que se escuchó más de una vez en boca de dirigentes de izquierda.
Refiriéndose al fenómeno de que nuestra enorme riqueza en aceite mineral no ha servido a Venezuela para sacarla de su atraso, sino para hundida aún más en él, escriben los compatriotas de Anzoátegui y de Guárico.
Respecto al petróleo que ocupa el primer puesto (en Venezuela como producto de riqueza, no sólo cambiables; sino dado el rol que juega en el dinamismo fecundo de la gran mecánica universal, está reputado como uno de los más importantes factores de vida para la civilización. Pues bien, favorecida Venezuela con la privilegiada condición de ser uno de los principales países productores de petróleo en el mundo, es triste pensar que después de veinte años de explotación intensiva, sus enormes rendimientos aun no se hayan traducido ni en saneamiento de nuestro territorio, ni estímulo para nuestra agricultura y nuestra cría, ni fomento para nuestras otras riquezas mineras y que aún contemplemos el cuadro de tragedia en que se debaten nuestras clases trabajadoras, agrícolas, pastoriles y maniceras, agobiadas por la ignorancia, por el paludismo y la miseria")'>Luego hacen los firmantes la misma constatación que ya apuntábamos nosotros desde esta columna cuando comentábamos el mensaje presidencial deI 29 de abril: el de la cuota, parte mínima que le correspondió a Venezuela en 1928, como en los anteriores, en el volumen total de lo obtenido por las empresas extranjeras explotadores del subsuelo petrolífero. El valor de las exportaciones (valor convencional, no verificado y que no es nunca real) fue de setecientos setenta millones (de bolívares, precio declarado por las compañías como el obtenido por la venta en el exterior de los 12 millones de toneladas extraídas de los pozos de Venezuela. Y el total de los ingresos nacionales por concepto de la industria petrolera (impuesto de gastos generales) fue en el mismo año de apenas ciento sesenta y cinco millones de bolívares. Después de citar estas cifras reveladoras, dicen los.terratenientes de Anzoátegui y de Guárico. < tenemos que convenir que hay que tomar las medidas; necesarias para corregir ese sistema de explotación de nuestras reservas naturales en forma menos lesionadora para nuestra economía>>.
Por último, el memorial que venimos glosando denuncia los métodos de que se están valiendo las compañías petroleras para extorsionar a los propietarios de tierras en los estados del Oriente y del Llano venezolano, recién incorporado a la producción petrolífera. Métodos crueles, implacables, típicos en gentes ya acostumbradas a operar en un país donde el Estado no se atreve a defender al nativo de la codicia sin freno del extranjero.
Los buscadores de tierras aceitíferas están recorriendo los campos de Anzoátegui y de Guárico. La explotación intensiva tiende a agotar los pozos falconianos y zulianos, lo cual impulsa al petrolero a tender la vista y las garras hacia otras porciones del territorio nacional. Y esos cazadores de tierras ricas en aceite mineral explotan en beneficio de las empresas que representan la miseria, el desamparo y hasta el complejo de terror ante los rubios poderosos de los agricultores venezolanos. "Dándoles una indemnización de tres o cuatro mil bolívares -dice el memorial- les imponen unas servidumbres anexas a la explotación del subsuelo, amenazándolos con la expropiación". Y agrega luego, desnudando de paso la repercusión que tiene la extensión al Llano y Oriente, de la industria petrolera, en forma de mayor ruina para la agricultura y la cría nacionales: "El ejercicio de esa servidumbre, ya lo sabemos, acarrea la tala del plantío, la renuncia al cultivo tradicional, o con las detonaciones de la dinamita, la fuga y dispersión del ganado y como consecuencia, el desarraigo y la pérdida del cariño del agricultor o del criador a sus pedazo de tierra venezolana, que heredó de sus antepasados o que adquirió en mejores tiempos con sus pequeños ahorros".
Y por último, se pronuncian los solicitantes por la introducción en la Ley de Hidrocarburos, actualmente discutiéndose en el Congreso, de un artículo fijando en favor del poseedor superficiario, un beneficio de un bolívar por cada cien bolívares de oro negro extraído de tierras que fueron suyas.
De paso recodaremos que un fallo de la Corte Federal, en los comienzos de la explotación petrolera, declaró nulos los artículos del Código de Minas que acordaban una tercera de los productos del subsuelo a los poseyentes superficiales, o a los arrendatarios de ejidos o baldíos en los cuales se descubriesen y explotasen minas.
Lo que más nos interesa destacar -y de allí el objeto de esta nota- es la actitud encomiable y viril de un grupo de venezolanos que insurge contra el vil complejo de miedo frente a yanquis e ingleses. El día en que se posesione del pueblo venezolano la idea de que Venezuela es suya, y como suya debe reivindicarla con fiereza de las manos extranjeras, estaremos en vías de redimimos de nuestras miserias y de nuestras vergüenzas colectivas.
Nota del redactor: El señor Ramón Montiel, se ha dedicado a cogernos gazapos desde las páginas de "La Esfera".
Dicen su más reciente artículo que es falso nuestro dato de haber obtenido el Gobierno Mexicano un royalty del 35 en los campos de Poza-Rica. Pero el mismo articulista confirma el dato cuando dice: "En virtud del referido convenio, la Compañía El Águila acuerda al Gobierno una participación del 35% en la producción bruta de 66 pozos...". El dato lo obtuvimos nosotros en un editorial del New York Times, edición del 21 de noviembre de 1937 ¿Queda complacido el señor Ramón Montiel ?).