Autor: Rómulo Betancourt
Título: El incremento de la producción del petróleo y el bolívar
Fecha de publicación: 05-04-1937
Publicación: Diario Ahora


De las informaciones que se publican en los centros de producción y de comercio y de petróleo, resulta como un hecho cierto que la demanda mundial de este combustible, cobra fuerza de día en día. Como consecuencia natural se ha registrado un aumento sensible de los precios y una intensificación general de la producción.
En los Estados Unidos del Norte, se acusa un aumento promedio de 11 % sobre la producción de 1936, a pesar de que el Comité de Reservas del Petróleo y el Gobierno americano se preocupan por no agotar imprivisivamente los recursos del país con una explotación desmedida. Presumimos, y decimos que presumimos, porque en Venezuela llegamos a conocer las cifras de la producción de aceite con enorme retraso, que también entre nosotros se aumenta la producción, que muchos pozos que hasta ahora habían sido mantenidos sellados, serán puestos en actividad y que se intensificarán los trabajos de exploración y de taladro de nuevos pozos.
El resultado tendrá que ser un aumento del aporte de divisas extranjeras al mercado de cambio venezolano. Las compañías tendrán cantidades de bolívares mayores de las que han usado hasta ahora porque crecerán los derechos que han de pagar al fisco, tanto por el aumento de los precios como por el aumento de su exportación. Tendrán, así mismo, que hacer frente a gastos más grandes, pues es lógico que a una mayor producción corresponda un número mayor de hombres en el trabajo, y que tengan que disponer de sumas más cuantiosas para la adquisición de artículos de producción doméstica que consumen corrientemente (maderas, víveres, etc.).
Nuestro mercado cambiario está hoy saturado de moneda extranjera y estará cada vez más, a medida que las compañías se vean obligadas a verter más dólares y más libras esterlinas en la oferta diaria. Y, sin embargo, el bolívar continúa cotizándose oficialmente a razón de Bs. 3,93 por dólar y las demás monedas en proporción, debido al célebre convenio entre el Gobierno, las compañías y los bancos; convenio que no existe, según la palabra oficial, pero que, a pesar de no existir, produce efectos reales sobre el cambio y sobre la economía toda. Desde estas mismas columnas hemos proclamado, en diversas ocasiones, la necesidad perentoria de que el Gobierno tome medidas conducentes a devolver al bolívar la fuerza adquisitiva que le corresponde. Hemos opinado que las divisas petroleras deben ser puestas bajo el control de la Oficina Nacional de Centralización de Cambios, junto con las divisas provenientes de la exportación de frutos beneficiados con primas, para que esta Oficina proceda a restituir al bolívar el valor que le corresponde. Suponemos que fue creada con ese objeto.
Estimamos que el control absoluto de todas las divisas por parte del Gobierno es condición muy importante en la labor de valorizar el bolívar. Aparte de que la dirección de nuestra divisa pondría en manos del Gobierno medios eficaces para regular la economía nacional de acuerdo con las alteraciones que pudiera experimentar nuestra balanza de pagos internacionales. Pero, si el Gobierno no juzga conveniente proceder en esa forma o está embargado por preocupaciones más inmediatas que le impiden prestar a la cuestión del cambio toda la atención que exige y merece, bastaría hoy con dejar que la oferta y la demanda obrasen espontáneamente para que las monedas extranjeras que se cotizan en nuestro mercado experimentasen una baja sensible. Y no nos explicamos por qué los bancos nacionales persisten en observar las estipulaciones de un convenio que no existe y en recibir los dólares a razón de Bs. 3,90 para revenderlos a Bs. 3,93, precios a todas luces ficticios en estos momentos. También los bancos están llamados a velar por nuestra divisa y también a ellos corresponde una buena parte de responsabilidad en el hecho de que el bolívar se mantenga de manera artificiosa a un tipo tan bajo, con grave detrimento de la economía venezolana.