Autor: Rómulo Betancourt
Título: El diputado Bereciartu y los Técnicos Agrícolas.
Fecha de publicación: 09-06-1938
Publicación: Diario Ahora


Nos inspira viva simpatía la franqueza llana, sin sutilezas retóricas, con que aborda el diputado larense Bereciartu algunos temas. En un Congreso donde la "prudencia" es norma, el habla venezolanísima de ese diputado pone a veces la nota de independencia y valentía.
Y por lo mismo que estimamos la actuación de ese parlamentario improvisado -pero más útil a Venezuela que quienes adquirieron su experticia de congresantes calentando sillas en la época de Gómez- es que vamos a insurgir contra una posición suya.
Al debatirse en la Cámara de Diputados alrededor del Presupuesto de Agricultura y Cría, el diputado larense se pronunció rotundamente contra la labor de los técnicos al servicio de ese Ministerio. Dijo -sin hacer excepciones- que su función en Venezuela era la de pasearse por todo el país, sin hacer nada, con las manos en los bolsillos.
Si éstas fueron exactamente sus palabras -(las hemos leído en la crónica parlamentaria de los diarios)- cometió una ligereza el diputado Bereciartu.
Encuadramos primero, desde un punto de vista general, la cuestión del técnico. No creemos que sea nadie capaz de discutir la necesidad que tenemos por carencia de equipos venezolanos, de agrónomos expertos, de la contratación de técnicos agrícolas extranjeros. Mientras no se formen en Venezuela promociones nacionales capaces de orientar el cultivo de la tierra por métodos racionalizados y científicos, será imprescindible apelar a expertos de otros países. Esperar a que los jóvenes venezolanos enviados a estudiar agronomía y veterinaria al exterior regresen a Venezuela con sus títulos, para emprender entonces la tarea urgente de mejorar los sistemas agro-pecuarios de producción, resulta una tesis inaceptable. Ya tenemos bastantes con los años en que ha vivido estancada la agricultura y la cría nacionales, víctima, entre otros factores negativos, del monstruoso atraso en los métodos de trabajos de ambas ramas de nuestra economía.
Ahora bien, entre los técnicos extranjeros que están al servicio de Agricultura y Cría no todos son incapaces ni todos reacios a cumplir el deber de trabajar que se les fijaba en los contratos suscritos con el Estado.
Entre otros casos, queremos citar el del ingeniero argentino Bartolomé Schelotto.
Es experto cerealista, y lleva ya varios años trabajando en Venezuela. Sus trabajos sobre la región triguera nacional vienen publicándose, de año en año en las Memorias de Agricultura. Y en uno de los tomos adicionales de la Memoria de este año de ese Ministerio, dedicados a la publicación de trabajos técnicos sobre agricultura, nos encontramos resumidas sus experiencias en la región triguera andina en un extenso, pormenorizado y excelente informe.
En esta misma columna, hemos tenido oportunidad de citar los trabajos de ese técnico, así como los del ingeniero Rodríguez S. sobre los problemas del cultivo algodonero en Apure; los de Gelgel Hernández sobre la producción azucarera en Miranda, y los de otros expertos sobre diversos aspectos de nuestra economía agropecuaria.
Lo que sucede es que esos informes y estudios sólo sirven para que los recopile y publique anualmente en su Memorias el Ministerio de Agricultura. Las sugestiones allí contenidas no se toman en cuenta. Las medidas aconsejadas no se trasladan a la práctica. El Ministerio de Agricultura procede como el pariente de un enfermo que le hiciera sacar una radiografía con el solo propósito de ponerle marco a la placa y colocarla luego, como un motivo de decoración, en las paredes de su sala de recibo.
Cuando Schelloto se refiere a la incapacidad económica del pequeño productor de trigo para adquirir maquinaria moderna o del ingeniero Carlos Rodríguez S., señala el acaparamiento latifundista de la tierra como una de las causas del atraso en la producción algodonera de apure, ¿qué hace el Ministerio de Agricultura? ¿Dota de medios económicos al pequeño productor triguero de los Andes y de tierra propia a los cultivadores de algodón de Apure? Nada de eso. Archiva el informe; y lo hace publicar en la Memoria anual.
La culpa no es del técnico. Es del Ministerio de Agricultura; y, en último término, del Ejecutivo Federal, que no ha sido capaz de elaborar un plan audaz y consciente de política agraria.
Queremos dejar una constancia, al hacer estas críticas al Ministerio de Agricultura. La de que no inculpamos exclusivamente al actual titular de esa cartera, sino también a los que lo precedieron en el cargo. Si se excluye a Alberto Adriani -quien tuvo una actuación de apenas dos meses al frente de ese Ministerio- todos los Ministros de Agricultura de la actual Administración son responsables por su incapacidad para cumplir desde ese Despacho una tarea grande, renovadora, en materia agrícola y pecuaria.
Y dejamos esta constancia porque está de moda criticar al actual Ministro de Agricultura. Signo inequívoco de que su posición política está falseada. Y no seremos nosotros los que formen coro con quienes están haciendo responsables de todos los males de nuestra economía agrícola-pecuaria a un funcionario al que saben "caído".
La incapacidad de ese funcionario para dotar a Venezuela de una economía propia saneada y próspera no es mayor que la de sus antecesores. Y la responsabilidad de que tan poco se haya hecho en los últimos dos años para vigorizar nuestra producción agro-pecuaria no le corresponde a él solo, sino que debe echársele "al Debe" del Ejecutivo en su conjunto.
En síntesis, nuestra opinión sobre las palabras de Bereciartu, es la siguiente: si los técnicos del Ministerio de Agricultura y Cría no han prestado mayores servicios a la Nación, es porque el actual Gobierno de Venezuela no tiene un plan científico, realista y progresista para enfrentarlo a los múltiples problemas que presenta la agricultura y la cría nacionales.