Autor: Rómulo Betancourt
Título: El MOP descubrió la piedra filosofal
Fecha de publicación: 16-06-1938
Publicación: Diario Ahora


Ya comentamos en esta columna, hace algunas semanas, el temor suscitado en diversos sectores sociales ante el posible acentuamiento del éxodo campesino, al iniciarse los trabajos públicos previstos en el Plan Trienal.
Esta inquietud llegó hasta el Congreso. Y le dio forma el diputado Pérez Guevara en esta pregunta, incluida en un pliego contentivo de varias interrogaciones, que hizo al Poder Ejecutivo:
"¿Si en caso de ser insuficientes el número de obreros, el Ministerio [el de Obras Públicas] se encuentra en condiciones para completarlo sin que ello traiga un desequilibrio en la economía agrícola y pecuaria del país, por el éxodo repentino de brazos del campo hacia la ciudad?"
La respuesta que dio el MOP a esta pregunta, a través de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, fue la siguiente: "Informa el ciudadano Ministro de Obras Públicas que para evitar el éxodo de los obreros del campo no ofrecerá jornales elevados, que puedan producir concurrencia ruinosa para el trabajo agrícola y que, además, dará siempre preferencia a obreros calificados para el respectivo trabajo".
El MOP no cabe duda, descubrió la piedra filosofal. Inventó un método infalible para lograr que el trabajo en Obras Públicas no tiente a las peonadas campesinas a abandonar su puesto de galeotes en la gran hacienda de corte feudal. Ese método consiste en reducir en tal forma el montante de los salarios a pagar que no resulten codiciables para los trabajadores campesinos.
Como se observa, la fórmula encontrada para evitar el éxodo hacia los medios urbanos de la población rural, consistirá en deprimir de manera tan acentuada el nivel de vida del trabajador de Obras Públicas, que se iguale al soportado por el trabajador campesino.
Es bien conocido de todos los venezolanos que el salario rural en nuestro país está muy por debajo de lo que llaman los economistas el salario vital. Esto es, que aquel salario -por su proporción exigua- no basta a cubrir ni siquiera las necesidades más elementales de alimentación, vestido y reproducción de los trabajadores agrícolas. Hay regiones densamente pobladas de gente campesina -como las de Lara- en donde esos salarios han sido llevados al límite inconcebible de dos reales y medio diarios.
y la genial solución del MOP no es la de contribuir a que se eleven y mejoren las condiciones de vida y el montante del salario de los trabajadores en fundo s agrícolas y pecuarios. Sino la de situar a la altura de ese mismo deprimido y espantoso nivel de existencia a los trabajadores bajo su dependencia. Toda tentación de abandonar el surco desaparecerá del ánimo campesino, ante la idea de que en los campamentos del MOP se vive tan mal y se gana un salario tan miserable como en las grandes haciendas donde ellos llevan su existencia infrahumana, más de animales que de hombres.
De aplicarse este "remedio" para detener el éxodo rural, resultará peor que la enfermedad. Si las investigaciones científicas realizadas por el doctor Baldó lo llevaron a la conclusión de que el alto porcentaje de infección tuberculosa en las ciudades se debe a que a cada miembro de familia proletaria le corresponde apenas Bs. 0.20 por cabeza, ¿a dónde llegará ese índice de tuberculizados cuando la sabia medida del MOP reduzca a Bs. 0,15 o a Bs. 0,10 esa participación per capita en el salario familiar?
Ya ha sufrido una disminución promedial de Bs. 2 diarios el salario medio de los trabajadores del M. O. P. Se les pagaba Bs. 5, como salario mínimo, en los comienzos del actual régimen. >, como ha dicho en su respuesta al cuestionario de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, el señor Ministro de Obras Públicas. Era necesario aplacar el descontento de las masas antigomecistas, desbordadas en un anhelo incontenible de mejorar sus condiciones de existencia. Hoy, cuando ya esas masas han arremansado sus .cóleras, cuando no existen esas > políticas aconsejando los altos salarios, se han efectuado despidos y se ha rebajado en Bs. 2 diarios el salario. Aun este salario así disminuido será objeto de nueva poda, a fin de igualar el salario obrero al salario campesino, evitándose en esta forma que las peonadas al servicio de nuestros landlores abandonen su comportamiento, su tarea, su pejugal que apenas rinde unas fanegas de maíz y su cuenta impagable con la pulpería de la hacienda...
¿Esta será la fórmula humana, racional y científica para solucionar el problema del éxodo de la población rural? Claro que no. Esa fórmula -ya lo hemos dicho- consistiría en llevar al campo el salario decente, la vivienda higiénica, la sanidad, la escuela, la reforma agraria, las ventajas todas de la civilización y del progreso. Así se lograría, sin necesidad de acudirse a odiosas medidas coactivas, arraigar al campesino al surco. Sembrarlo sobre la tierra.
Pero más cómodo resulta esta fórmula del MOP no elevar el nivel de vida del campesino; sino deprimir el del obrero. En esta forma, mediante una nivelación por abajo, mediante una equitativa distribución de miseria y abandono entre los trabajadores del campo y de la ciudad, se logrará que cada quien rumie su lote de injusticias en el sitio en donde esté asentado. La tentación trashumante se habrá arrancado de raíz.
-El método que comentamos no puede merecer sino la más áspera crítica. Por injusto, por antivenezolano; y hasta por antieconómico, si se enfoca la cuestión con un criterio estrictamente comercial. Las obras públicas que se emprendan con trabajadores pagados a salarios de hambre resultarán obras excesivamente costosas. Porque el rendimiento, la productividad, de músculos desnutridos y de hombres depauperados será mucho menor que la de individuos bien alimentados, bien alojados, bien pagados.
Otros comentarios se nos ocurren, al margen del debate parlamentario surgido en la Cámara de Diputados a propósito del informe de la Comisión de Presupuesto sobre la moción Pérez Guevara. Los haremos próximamente.