Autor: Rómulo Betancourt
Título: Los exportadores de café
Fecha de publicación: 01-12-1937
Publicación: Diario Ahora


A propósito de la baja en el precio del cacao escribimos unas consideraciones con respecto al intermediario entre el productor nacional y el mercado consumidor extranjero. Y transcribimos la enérgica acusación que contra los comerciantes exportadores hacia la Asociación de Productores de Cacao le imputaban buena parte de responsabilidad en la baja de la almendra en los mercados europeos y una política de extorsión con respecto a los agricultores tributarios suyos.
Esta misma situación del cacao existe para el café. Los exportadores, casas semi-bancarias de poderoso respaldo económico, ejercen una dictadura virtual en nuestra industria cafetera. El agricultor corre con todas las contingencias del cultivo; y la mayor utilidad que produce el grano, ya recogido y beneficiado, no va propiamente a sus bolsillos. Se queda enredada entre las manos del intermediario, del exportador.
Hablando ante la Asamblea General de Cafeteros de Venezuela, reunida en Caracas el 1ro. de julio pasado, dijo a este respecto palabras de agresiva franqueza el señor Gustavo Brandt.
El señor Brandt encuadró resueltamente la situación de dependencia en que está la agricultura del comercio. Firmas comerciales han venido cumpliendo funciones de crédito, haciendo préstamos y suministros a los agricultores en condiciones las más desfavorables para estos. Esas mismas firmas son las que exportan el grano para el exterior y las que lo colocan en los mercados de consumo. Y la situación real del agricultor es ésta: recogida su cosecha, tiene que entregarla en parte o totalmente al comerciante con quien se endeudó para refaccionar la hacienda y asistirla; y conformarse luego con la liquidación de venta que presente en el exterior, sin que tenga posibilidad de investigar si efectivamente los precios de venta que figuran en las planillas de liquidación son los reales.
De aquí -de esta situación evidentemente privilegiada en que se encuentran- derivan los exportadores rendimientos espléndidos. A este respecto, dijo el citado señor Brandt en su exposición: "Tampoco podemos permitir utilidad de 20, 30, 40 y hasta 70 por ciento sobre cada embarque de café, como en el pasado las obtuvieron los exportadores, pues eso representa intereses de 500 a 3.000 por ciento anual, sobre las cantidades invertidas en el negocio, o sea una utilidad usuraria en cualquier parte del mundo, y severamente castigada en muchos de los países civilizados".
No solamente esa acusación de obtener utilidades fantásticas en cada embarque del grano le hace Brandt a los exportadores. También les imputa manejos turbios, como el de haber interpuesto sus poderosas influencias para impedir que Brandt publicara los precios que había obtenido en Alemania con sus propios embarques. También los acusa de algo idéntico a lo que le criticó la Asociación de Productores de Cacao a los exportadores: vender en Europa y demás zonas consumidoras el café nuestro de superior calidad "a precios menores de que en realidad le corresponde, perjudicando así a nuestros agricultores". Y agrega: "Se hacen torpes ofertas que incitan a la baja del mercado de café. Y finalmente todos conocemos el funesto contrato para la venta de Sondermark, por medio del cual un sector del comercio se colocó; en condiciones privilegiadas sobre todo el resto del pueblo venezolano".
Hecho este comentario al margen de la exposición del Delegado de la Junta Cafetera del Estado Bolívar, nos falta por señalar dos circunstancias alrededor del problema de los exportadores y su coaccionadora influencia sobre la agricultura. La primera es la de que no se trata de un fenómeno nacional, venezolano, sino que se ha presentado en todos los países de estructura agrícola; y la segunda, que en otros países ya se le han buscado correctivos definitivos, o cuando menos paliativos, a esa pugna entre el agricultor que trabaja la tierra y el exportador que quiere llevarse la mejor parte de los beneficios rendidos por esa tierra.
En algunos países se han llegado, prácticamente, a la centralización de la exportación en una sola mano. La Federación Nacional del Café, en Colombia, es quien controla el volumen mayor de las exportaciones. A esa finalidad aparece tender la Asociación de Productores de Cacao de Venezuela, de acuerdo con el Gobierno Nacional, al pensar en que la Caja Agraria en gestación tenga entre sus finalidades la de centralizar las exportaciones de la almendra. Salida semejante debe buscársele al problema creado por el antagonismo entre productores y exportadores de café.
Otra solución parcial del problema es la que se ha intentado en Costa Rica y en otros países cafeteros de América Central. Ha consistido en fijar expresamente, en un texto legal, el porcentaje de utilidad máximo que puede cobrar el exportador al productor. Esas leyes, cuando estaban discutiéndose; fueron combatidas desde el ángulo del liberalismo económico, en nombre de la sacrosanta libertad de contrato. Pero más fuertes que sus anticuados argumentos, valederos en otros momentos de la historia pero superados por la realidad de nuestros días, fueron los aportados por los devotos de la economía dirigida, del intervencionismo estatal en los procesos económicos. Y se puso un freno al afán inmoderado de obtener grandes utilidades que prevalece en el ánimo de los exportadores, en todos los países agrarios y en perjuicio de las capas agrícolas.
Estas ideas que vamos apuntando es bueno debatirlas desde ahora. Cuando se reúnan las Cámaras de abril próximo nos proponemos concretizarlas mejor, en forma de proyecto legislativos que desde esta misma columna presentaremos a la consideración de los miembros del Congreso.