Autor: Rómulo Betancourt
Título: Política homeopática en materia de construcción de viviendas
Fecha de publicación: 10-07-1938
Publicación: Diario Ahora


Ha sido publicada la resolución del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, por el cual se destina la cantidad de Bs. 82.811.15 a la construcción de casas destinadas a los menesterosos que habitan bajo los puentes. Es de esperar que no sólo a esas personas -venezolanas duramente golpeadas por la miseria-proteja esa medida. Sino también a los que, retornando a la vida de las cavernas se han construido albergues en grutas naturales de El Calvario y otros sitios de la ciudad.
Al destacar esa resolución oficial, sería actitud palaciega la de ignorar que ha sido tomada a un largo año de distancia, por lo menos, de haberse iniciado la campaña de prensa contra esa lacra y esa vergüenza de la capital de la República. Desoído el clamor colectivo, apelaron algunos ciudadanos y agrupaciones privadas a la iniciativa propia. Así, ha podido coincidir la medida gubernamental con la publicación del corte de cuenta, suscrito por Cecilia Núñez Sucre, del festival organizado por Manuel Martínez y otros ciudadanos progresistas de San Agustín en favor de quienes viven bajo los puentes de ese barrio. Alcanzó a un remanente líquido de Bs. 1.8031a cantidad entregada a la Junta Administradora de la Liga de Colonos de San Agustín como producto de esa velada.
Y al registrar estos hechos queremos evitar que los profesionales de la cortesanía capitalicen, en favor de los gestores de la cosa pública, una iniciativa de raíz y de intención popular.
Claro está que no pretendemos, en ninguna forma, negar que al Ejecutivo es a quien compete la atención del problema del alojamiento. Por lo contrario. Nuestra intención es poner de relieve que gentes preocupadas, con sentido nítido de solidaridad social, tuvieron que ingeniarse para acudir a remedir una necesidad clamorosa en vista de que para ella no existía comprensión y oído atento en los medios oficiales.
Al mismo tiempo, consideramos oportuno el momento para insistir en el problema del alojamiento en Caracas. Problema que apenas recibirá un paliativo mediocre cuando quienes viven bajo puentes y en grutas de piedra ocupen casas dignas de humanos.
El problema es más hondo. Y hay que ir, para solucionado, hasta su raíz misma. El problema del alojamiento en Caracas y en casi todas las ciudades más densamente pobladas del país presenta, -como más de una vez lo hemos apuntado- dos modalidades, dos aspectos. Por un lado, es el alza constante, sistemática, de los alquileres; del otro la falta de correlación entre el crecimiento de la población y el número de casas disponibles para alojarlo.
El primer problema hubiera sido resuelto, aun cuando fuere parcialmente, por una Ley inquilinaria. Pero esa Ley no está dispuesta a promulgarla un Congreso, cuyos afanes mayores parecen fincarse en abrirle la compuerta a los empréstitos injustificados y en anular tímidas reformas defensivas de la Ley de Hidrocarburos. El proyecto inquilinario Rojas Contreras ha sido víctima este año de la misma maniobra de escamoteo y archivo con que se le cerró el paso en las sesiones de 1937.
En cuanto a la política oficial de construcción de viviendas, resulta de una mediocridad alarmante. No es con la construcción homeopática de barriadas de cien o cincuenta casas como se soluciona el problema de la vivienda. Sino mediante la construcción masiva, simultánea, de millares de nuevos inmuebles habitables.
Y no estamos exigiendo nada imposible, dentro de los recursos del Estado Venezolano. Nuestro presupuesto anual de gastos es sensiblemente mayor que el de Chile y el volumen de población de los dos países es casi idéntico. Sin embargo, mientras en Venezuela se hace alarde por la construcción de las
163 casas de la urbanización >, en Chile puede informar el presidente Alessandri al Congreso, en su mensaje anual de 21 de mayo de 1938, que están construyéndose, simultáneamente, 3.406 casas por la ]Caja de Seguro Obligatorio, 2.000 por la Caja de Habitación Popular, 3.728 por la Caja de Previsión de los Ferrocarriles del Estado y 251 que se construyen para miembros del Ejército. En total, más de nueve mil casas. Y conste que el señor Alessandri no se caracteriza, precisamente, por su política social progresista. Es más bien un gobernante de derecha. Y sin embargo, da como respuesta al problema del alojamiento no promesas abstractas y realizaciones con cuenta gotas, sino una política audaz de construcciones masivas.
Esto revela, simplemente, que en Chile tiene el Presupuesto, con todo y las críticas que ahí hace la oposición al presidente Alessandri, una inversión más racional y progresista que en Venezuela. Allá un presidente de la República -refresquemos un dato revelador- gana mensualmente un sueldo más bajo que el devengado por uno de los secretarios de la flamante embajada venezolana en Santiago.
No nos guía afán alguno de crítica sistemática cuando planteamos, con insistencia, estos problemas. Sino el anhelo, venezolano, humano, de que a él se aporten soluciones. El problema de la vivienda es de lo que más aguda y dolorosamente golpea a los sectores medio y obrero de la población urbana venezolana.