Autor: Rómulo Betancourt
Título: La exposición de los Ministros de Hacienda y Obras Públicas, y el empréstito de Bs. 27.000.000
Fecha de publicación: 15-07-1938
Publicación: Diario Ahora


No es por azar que los diarios caraqueños -aun los más afectos, repetimos a las tesis oficiales- hayan dejado sin comentario editorial la exposición ante la Cámara de Diputados de los Ministros de Hacienda y Obras Públicas. Dada la trascendencia del tema, era de esperarse que, al mismo tiempo de publicar esa exposición, dichos diarios fijaran su criterio. Y si no lo hicieron inmediatamente, es porque no resulta tarea fácil la de defender lo indefendible. En el amplio campo de la política general, caben las argumentaciones abstractas y los malabarismos habilidosos. En este terreno concreto de la economía y la hacienda pública, en el que no resulta valedero y convincente sino el dato numérico riguroso y la exposición objetiva de hechos fehacientes, fracasan los más hábiles expertos en sofismas.
Nosotros hemos fijado nuestra posición contraria al empréstito. Y amontonando argumentos, cifras, hechos, para negar su necesidad y su utilidad. No vamos a insistir hoy en esos argumentos, ya lo suficientemente trajinados. Nos limitaremos a una serie de glosas, al margen de las declaraciones de los señores Ministros y del debate parlamentario que se suscitó con motivo de la interpelación que se les hiciera. Enumeremos y puntualicemos esas glosas:
1) En forma categórica rectificó el Ministro de Hacienda la aventurada afirmación del diputado Pulido Villafañe -uno de los líderes del empréstito hecha en el curso de la primera discusión de la Ley. Dijo ese diputado que había leído documentos donde consta que la Nación tiene acreencias congeladas que superan a la cifra de Bs. 40.000:000. Y, por lo tanto, que era problemática la contratación del empréstito de Bs. 27.000.000, ya que el Estado estaba dispuesto a hacer efectiva esas acreencias a su favor. >, dijo el doctor Mendoza. Es >, agregó, la cifra de millones que aparece adeudada a la Nación, porque se trata de planillas de importación de empresas exoneradas de ese impuesto y de comerciantes del país fallidos e insolventes. Hay que descartar, pues, la posibilidad, de que la Nación eluda el empréstito haciendo efectivas esas fantásticas obligaciones a su favor de que se habló en Diputados.
2) Insistieron los Ministros de Hacienda y Obras públicas en que invertirán, durante el primer año del trienio y en obras extraordinarias de la sección b) del Plan Trienal la cantidad de Bs. 27.276.000. Como en ninguna parte dicen los Ministros que se ha reducido el costo previsto para esas obras -que en el Plan presentado por el Presidente de la República es de Bs. 204.000.000resulta que se invertirá en 1938-1939 apenas el13% del total, y en los dos años siguientes el 87% restante. Esto es, 27 millones en el primer año y 177 millones en los otros (1939-1940-1941). Queda en pie, entonces, la crítica serena y justa del senador Prieto. La inversión en sólo dos años de 177 millones de bolívares en obras públicas extraordinarias -además de las que se realizaren con los recursos ordinarios -produciría una violenta inflación, un desequilibrio peligroso en grado extremo para la economía venezolana. ¿Se han detenido a meditar sobre este aspecto del problema los personeros del Ejecutivo y los líderes parlamentarios de la tesis de que el Plan debe aceptarse a priori, sin la menor crítica inteligente y orientadora?
3) El Ciudadano Ministro de Hacienda habló de algunas empresas constructoras que han hecho > al Poder Ejecutivo y que tales sugestiones han llevado al Ejecutivo a cambiar en cierto modo el desarrollo del Plan. Y cabe preguntar: ¿No era acaso fundamental que el Ejecutivo hiciera saber a la Cámara y al país cuáles son esas > a fin de que el Congreso de la República y la Nación pudieran formarse un juicio alrededor de ellas, y exponer su conformidad o disidencia de ellas? Dentro del régimen democrático de Gobierno, el hermetismo oficial no se concibe. Por lo contrario, los personeros del Estado deben solicitar la cooperación colectiva, la ayuda fecunda que puedan prestarle los representantes del pueblo y el pueblo mismo, a través de los órganos autorizados de la opinión, en el cumplimiento de sus altas finalidades. La realidad -que se palpa, que se respira en el ambiente- es la de que a la primitiva euforia nacional alrededor del Plan Trienal ha sucedido un ambiente de expectativa y recelo. Palabras como las pronunciadas en el Senado por el señor Romero Sánchez -quien es insospechable de oposicionismo- son demasiado reveladoras en este sentido. Y resulta cuando menos paradójico que el Ejecutivo, amurallado en un silencio proclive a todas las conjeturas, renuncie de motu propio a aportar todos los datos capaces de clarificar las mil dudas -soterradas unas, otras expuestas con valentía suscitadas por la ejecución del Plan.
4) El señor Ministro de Hacienda, contestando indirectamente a quienes hemos exigido que en vez de empréstito se incrementen los ingresos fiscales, dice en la exposición glosada que en la nueva Ley de Impuesto sobre sucesiones, en el Banco Central y en las reclamaciones a que pueda tener derecho la Nación encontrará el Fisco nuevas fuentes de ingresos para el año económico 1938-1939. Descartando lo del Banco Central de Emisión -el cual no puede producir beneficios mientras sea una entelequia y no una realidad- cabe decir que por los otros conceptos (impuesto sobre sucesiones y reclamos de la Nación) no cabe esperarse ingresos distintos de los previstos en el Presupuesto de Rentas y Gastos Públicos. Porque el propio Ministro de Hacienda, en la exposición que lo precede, dijo, muy categóricamente, que en él están >. Y agrega que están tan equilibrados los gastos y los ingresos, que ya no será necesario apelar al desacreditado sistema de los Créditos Adicionales.
5) Y digamos, por último, que quedaron sin respuesta concreta preguntas tan sencillas como la del diputado Gallegos, cuando interrogó si con la suma de 27 millones quedará concluido un lote determinado de obras en el primer año del Plan; y como las del diputado Rojas Contreras de si no sería más justo y menos oneroso que el empréstito, obtener de los Bancos un préstamo –si es que se quiere renunciar a la reforma tributaria y a otros medios de arbitraje recursos del Estado- por suma determinada y sin pagarle intereses, al tenor de 10 establecido en otros países y como una relativa compensación a las ganancias exageradas que hacen tales instituciones en países como Venezuela, donde la Nación no se ha reservado la exclusiva de la emisión de billetes bancarios.
La Ley que autoriza al Ejecutivo para emitir obligaciones del Tesoro pasará en el Congreso. Pero no será aceptada con simpatías por la opinión. Glosando una frase española -reciente y ya universalizada- puede decirse que los partidarios del empréstito vencerán, pero no convencerán.