Autor: Rómulo Betancourt
Título: Mr. Armstrong y Mr. Farish opinan
Fecha de publicación: 21-07-1938
Publicación: Diario Ahora


En las ediciones de Ahora, correspondientes a los días 18 y 19 de este mes, han sido publicadas dos opiniones sobre la política petrolera mexicana de prominentes magnates de la industria aceitera. Son ellos Mr. T.B. Armstrong, del departamento de producción extranjera de la Standard Oil Company of New Yersey, y Mr. W. S. Farish, Presidente de la misma poderosa compañía.
Son peregrinas las bases que sugieren esos dos prominentes líderes financieros de Estados Unidos para solucionar la situación que se les ha creado con México. Leyéndolos, no hemos podido menos de recordar los libros de Mr. Marden y las reacciones del Señor Babitt.
Opinan a una sola voz Mr. Armstrong y Mr. Farish que la situación se arreglaría en forma maravillosa si México devuelve a las compañías expropiadas por el decreto del 18 de marzo sus pozos, maquinarias y construcciones. Las empresas no castigarían en ninguna forma al Gobierno y a los trabajadores mexicanos por las horas de digestión difícil que les han proporcionado a sus accionistas. Echarían un manto de olvido tolerante sobre lo pasado y reanudarían sus actividades, asegurándole a los trabajadores las excelentes condiciones de que gozaban antes de que los agitadores obreros comenzaran a mirar la industria y prometiéndole al Gobierno >. Esas excelentes condiciones de que disfrutaban los trabajadores mexicanos fueron las mismas que, por una paradoja cuya explicación no hemos hallado en declaraciones de los barones del aceite, las llevaron al descontento y al paro. Las > de que disfrutaban los trabajadores mexicanos y que de nuevo le ofrecen, generosamente, las compañías expropiadas, pueden deducirse de un cuadro comparativo, reproducido a continuación de los salarios devengados por un mismo trabajo en los campos petroleros norteamericanos y en los aztecas.

SALARIO MEDIO POR HORAS EN ESTADOS UNIDOS Y EN MEXICO EN MONEDA MEXICANA

Estados Unidos México
Palleros$4.02$ 1.40
Carpinteros4.001.06
Fogoneros(*)3.500.83
Tuberos3.911.05
Soldadores4.221,35
Peones3.531.55
Promedio General3.531.08
(Estos oficios no se pudieron comprobar)

Claro está que ni los trabajadores ni el Gobierno mexicano tienen la menor intención de retornar, como hijos pródigos, al redil de los trust. Los señores Armstrong, y los señores Farish norteamericanos, así como el prepotente Sir Henry de la Shell, pueden estar seguros de ello. No vale la pena, en consecuencia, distraer tiempo y atención en discutir la viabilidad o no de proposiciones tan absurdas como son ésas que han salido de los labios de los dirigentes de la Standard Gil of New Yersey.
Lo que sí nos interesa aclarar -y para hacerlo es que hemos escrito este comentario-, es una falsedad contenida en las declaraciones de los prominentes petroleros yanquis. Uno y otro insisten en que ha sido arbitraria, ilegal, confiscatoria, revolucionaria, la medida adoptada el 18 de marzo de 1938 por el Gobierno Cárdenas de expropiar a las empresas petroleras.
Esos señores sostienen una falsedad. Y su prensa de todos los países -inclusive, naturalmente, su prensa venezolana- se hace eco de esa deformación de la verdad y la hincha y la expande.
El Gobierno expropió a las compañías petroleras en virtud de expresas disposiciones constitucionales y legales. Esas disposiciones las conocían perfectamente las compañías instaladas en el país, porque estaban rigiendo de tiempo atrás.
El decreto de expropiación lo fundamentó el Gobierno en la fracción VII del artículo 27 de la Constitución y en los artículos 12, fracciones V, VII y X; y 4, 8, 10 y 20 de la Ley de Expropiación del 23 de noviembre de 1936.
Fue, pues, en aplicación de expresas fórmulas constitucionales y legales que el Gobierno procedió a expropiar a las empresas, como réplica perfectamente ajustada a derecho de su negativa a cumplir un fallo del más alto tribunal mexicano. Tan es esto cierto, que las compañías no han pretendido aducir la denegación de justicia ante los tribunales de México. Saben que su situación jurídica es muy comprometida, y también que a los jueces de aquel gran país, no los seducen, como a los de otros de la América nuestra, los halagos y ventajas que pueden dispensar empresas poderosas.
Y mientras los gerentes petroleros opinan, México explota su petróleo. Vende su petróleo. Y se beneficia, en tanto que Nación, de su petróleo. Lo cual vale infinitamente más que todas las polémicas posibles, con quienes no terminan de consolarse de lo que les sucediera en la tierra del cura Hidalgo, de Benito Juárez y de Lázaro Cárdenas.