Autor: Rómulo Betancourt
Título: La cosecha de café de este año será pésima; y urge la adopción de medidas previsivas
Fecha de publicación: 30-07-1938
Publicación: Diario Ahora


Informes que nos suministran agricultores de diversas regiones cafeteras del país nos permiten afirmar que será pésima la cosecha de 1938. La de 1937 (de la cual se vendió al exterior 41 millones de kilogramos, con un valor de 48 millones de bolívares) fue ya sensiblemente inferior a la del año precedente.
En la baja violenta en el volumen de la cosecha que se comenzará a recoger en octubre de 1938, ha jugado papel determinante el fuerte invierno de este año. El árbol cuajó tres flores -como dicen los agricultores en su lenguaje corriente- y se anunciaba una excelente cosecha. Pero las fuertes lluvias y los vientos intensos que las acompañaron se encargaron de arrancar de las matas los frutos ya logrados. Regiones enteras del país -especialmente la cadena de grandes haciendas extendidas a lo largo de las vertientes andinas no recogerán sino del 10% al 25% de las cosechas normales. Numerosos hacendados preferirán no recoger cosecha alguna, especialmente grandes terratenientes, quienes necesitan un tren de peones y un volumen de gastos muy semejante cuando la cosecha es buena que cuando es mala.
Podría argumentarse, en justificación de lo que va a suceder a fines de año, que no podían preverse las consecuencias de un trastorno natural, de una acción destructora de los elementos. Nos referimos a la acción combinada del intenso invierno y de los arrasadores vendavales. Esto es relativamente cierto. Porque también lo es que si existiera en Venezuela, difundido y extenso, un sistema de producción a base de pequeños fundos sería infinitamente más fácil la atención de las haciendas. No se necesitarían grandes inversiones para proteger los cultivos, convenientemente, de la acción de las fuerzas destructoras de la naturaleza; y aun cuando una parte de la cosecha fuere mermada por causas extrañas a la voluntad del agricultor e imprevistas, siempre quedaría un remanente apreciable, de producir más cada árbol de lo que actualmente se le cosecha. Dado el empirismo y el atraso monstruosos del cultivo cafetero en Venezuela resulta que para obtener un quintal de café se necesita recoger, por término medio, la cosecha de400 matas y en los casos muy excepcionales, de haciendas especialmente atendidas y ubicadas en zonas de particular fertilidad, la cosecha de 100 matas. En cambio, en Costa Rica, país sin grandes latifundios y donde se ha modernizado el cultivo con la producción de diez matas se obtiene, fácilmente, un quintal del precioso grano.
Llevados de la mano por estos argumentos desembocaremos en una tesis que siempre está de presente en esta columna: la de que es urgente una reforma agraria en el país; y una modernización y tecnificación en los sistemas de cultivo. Un país donde la tierra la acaparan unas cuantas docenas de grandes señores y donde todavía no se utiliza el sistema de acondicionar almácigos para la resiembra del café, ni otras mejoras en el cultivo, viejas de veinte años en los demás países cafetaleros, estará incapacitada para superar su baja producción y para contrarrestar la acción devastadora de las fuerzas ciegas de la Naturaleza.
Esto como tesis general. Como punto de vista de conjunto para enfocar -hoy, y mañana, y pasado mañana, hasta que el pro pierna sea abordado y resuelto- la cuestión agraria y la cuestión agrícola. O sea, la modalidad social y la modalidad técnica de esa interrogante aún sin respuesta que al Estado le tiene planteado, desde los días de la Colonia, el agro nacional.
Pero al lado de esta apreciación genérica y teórica, surgen, frente a la perspectiva de una próxima cosecha desastrosa de café, estas preguntas que plantear al Gobierno Nacional: ¿Qué está haciendo para adelantarse a sus consecuencias arruinantes? ¿Ha tomado, o va a tomar pronto, una iniciativa capaz de poner a cubierto a innumerables agricultores de esa contingencia de recoger apenas la cuarta o tercera parte de la cosecha normal de su fundo cafetero, o de no recoger cosecha alguna?
Por lo visto, estos problemas no desvelan al Ministerio de Agricultura y Cría, Preparar los números mensuales, bien nutridos de literatura, de El Agricultor Venezolano; y elaborar los enjundiosos comunicados a la prensa diaria, son tareas mucho más importantes que esa mediocre e intrascendente de adelantarse a las consecuencias de una mala cosecha de café.
Y no se nos tilde de apasionados. Ahí (está la realidad, la terca realidad, dándonos la razón. Si efectivamente tuviera el organismo gubernamental al que está atribuida la atención de la agricultura nacional una preocupación consciente por los problemas de la economía agrícola, a esta hora ya se habrían tomado medidas enérgicas y eficaces frente a la situación objeto de este comentario. Y no se esperaría la llegada de la hora de recoged a cosecha de café, para apelar entonces a un aumento de la prima de exportación, a un subsidio especial a los agricultores ó cualquiera medida igualmente lesiva para el Estado y rezumante de empirismo.
No alardeamos de expertos en estas cuestiones, ni creemos en los farmacéuticos de la Economía, sabelotodos irresponsables, con una fórmula mágica en la mano para solucionar con ella todos los problemas posibles y todas las coyunturas imaginables. Pero, hablando con agricultores entendidos, hemos podido observar su coincidencia en sugerir un medio de evitar los resultados desfavorables de la baja en la próxima cosecha cafetera. Consistiría en que el Ministerio de Agricultura desplazara comisiones entendidas hacia los campos, llevando semillas e instrucciones para los agricultores a fin de que siembren papas, hortalizas, verduras y otros frutos. La cosecha de esos cultivos nuevos los compensaría de la pérdida seca causada por la mala cosecha de café. Al mismo tiempo, el Ministerio les garantizaría a esos productores -instados asta diversificar una producción que se concentra en café, maíz y caraotas- seguridades de transporte, precio remunerativo, pignoración de los frutos, almacenes ó silos donde depositarios, etc.
Esto requiere, naturalmente, que haya en los personeros del Estado, voluntad creadora, conciencia de los problemas económicos del país, capacidad y energía para solucionados. Y el cúmulo de estas' condiciones ha brillado por su ausencia, hasta ahora, entre los dirigentes de la cosa pública. De aquí que la economía de la Nación marche a la deriva, sin rumbo, como una embarcación desmantelada, juguete de todos los vientos.
De no rectificarse esta situación, la embarcación encallará seguramente en un puerto: el del coloniazgo. Ayudados por nuestra imprevisión, haciendo valer el control efectivo que ya ejercen sobre zonas fundamentales de nuestra producción; los inversionistas extranjeros y las naciones conquistadas en cuyo nombre hablan y actúan, terminarán por estrangular nuestra independencia económica. Sería llegada la hora de arriar la bandera de Venezuela de todas partes y de sellarnos los labios avergonzados, para no nombrar ya más a 19S Libertadores, cuya herencia hemos venido malbaratando absurdamente.