Autor: Rómulo Betancourt
Título: Transformaciones progresistas en el New Deal del presidente Roosevelt
Fecha de publicación: 05-08-1938
Publicación: Diario Ahora


De Estados Unidos nos llegan, con frecuencia, noticias reveladoras de la orientación progresista del Gobierno del segundo Roosevelt. Si en política exterior se manifiesta la actual Administración norteamericana contradictoria en más de una ocasión con la "política del buen vecino" manteniendo en los cargos diplomáticos a individuos saturados de una mística imperialista, sosteniendo en Puerto Rico autoridades coloniales represivas, pretendiendo imponer al Gobierno Cárdenas un arbitraje en cuestiones de estricta índole privativa del gobierno mexicano, en política interior tiene una actuación más consecuente.
El New Deal el "nuevo trato", condensó el programa de gobierno que agitó durante el proceso electoral Mr. Roosevelt. Pero en las primeras etapas de su actuación administrativa, durante su primer Gobierno, la gestión de la política económica de éste, estuvo bajo el comando de personalidades definidamente reaccionarias. Con un general Johnson y con un Ronald Richberg dirigiendo la aplicación de la nira (National Industrial Ricovery Act.) se hacía, prácticamente el juego a Wall Street. El "nuevo trato" era, con respecto a grandes consorcios monopolistas, algo excesivamente parecido al "viejo trato" que le habían dado siempre los equipos de turno en la Casa Blanca.
Cambios interesantes se han operado. En los puestos de mando del Estado ha colocado el presidente Roosevelt -especialmente en los responsabilizados de regular las relaciones entre capital y trabajo- a funcionarios progresistas. Ya no se pliega a los trust. Por lo contrario provoca sus cóleras pronunciando requisitorias, como la del 29 de abril de 1938, contra las maniobras dolosas de los industriales y comerciantes y banqueros monopolistas; y, como su denuncia en el Día del presidente Jackson, contra la "economía privada concentrada, la cual está luchando por dominar al gobierno democrático".
En el terreno concreto de las finanzas del Estado es donde se ha puesto más concretamente de relieve la modificación, en un sentido progresista de los rumbos de la Administración Roosevelt. Examinaremos sumariamente un aspecto de la política financiera de Roosevelt: la forma como se ha distribuirlo entre los contribuyentes las cargas del Estado.
Durante la campaña electoral de 1936, en un discurso pronunciado en Worcester, Mass., dijo el Presidente Roosevelt:
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De acuerdo con este criterio -como observa el escritor norteamericano A. E. Magil-, el más reaccionario de los recientes gobiernos de Estados Unidos ha sido el de Hoover. Datos presentados en agosto de 1935 al Comité de Finanzas del Senado de ee.uu. indican que durante el año fiscal de 1930 los impuestos pagados por la riqueza (impuesto sobre la renta, impuesto sobre la reserva de capitales y sobre el exceso de beneficios, etc.) constituyó el 68,2% de los ingresos gubernamentales, mientras que los tributos pagados por Ios sectores sociales más pobres fue del 31,8% del total. Y en 1933 -ya bajo la administración Hoover y mediante una transferencia hecha por aquella, en el sentido más reaccionario, de las cargas fiscales de un sector sobre otro- los impuestos sobre la riqueza sólo alcanzaron al 41, 7% del total, mientras que los tributos sobre el consumo, cobrado a las mayorías trabajadoras de la Nación, alcanzaron a la cifra del 58,3% del total.
En la primera etapa de la Administración Roosevelt, la orientación financiera del Gobierno anterior fue conservada. En 1934, ya rigiendo el >, los consumidores pagaron el 66,1 % de los impuestos y los ricos apenas 33,9%. Pero ya para 1935 -año en que la orientación democrática de la Administración Roosevelt se precisa muy claramente- se ha operado una transformación profunda en el régimen impositivo. La riqueza tributa, mediante un sistema exigente de impuestos directos en una proporción considerable. En ese año, se aumentó en un 61.3%, era el volumen de tributos extraídos de los grandes consorcios, bancos, trust, etc., mientras que disminuyó en un 38,7% los impuestos recaudados entre las clases consumidoras.
Así, con hechos, es como se demuestra preocupación por los problemas colectivos. Sincera intención de aportarle soluciones. Y no repitiendo --con terca monotonía y en cuanto documento público se suscribe-- que es necesario una reforma tributaria, para no abordarla nunca.