Autor: Rómulo Betancourt
Título: Debate en Estados Unidos sobre reducción de tarifas al petróleo "venezolano"
Fecha de publicación: 08-08-1938
Publicación: Diario Ahora


Cables de la UP, publicados en la edición de ayer de este mismo diario, informan de los debates suscitados públicamente en Estados Unidos acerca de las tarifas al petróleo "venezolano". Estas comillas no necesitan mucha explicación. No puede llamarse venezolano a lo que no lo es. La calificación exacta sería: "petróleo yanqui-británico extraído de Venezuela".
Este debate se ha suscitado a propósito del proyectado tratado de comercio entre Estados Unidos y Venezuela. Gira la discusión alrededor del petróleo, ya que la casi totalidad de "nuestras" exportaciones normales hacia Norteamérica corresponde al aceite crudo y sus derivados.
La pugna -hoy como ayer y con respecto alas tarifas aduaneras a imponer sobre el petróleo importado de Venezuela- es encendida. De un lado, productores de petróleo llamados "Independientes", quienes explotan yacimientos dentro los propios límites territoriales del territorio de la Unión; del otro, la Standard, la Gulf y los otros grandes trusts, con inversiones cuantiosas y ricas concesiones en nuestro país.
Los productores norteamericanos de petróleo, usufructuarios de concesiones en California y otros centros aceitíferos de Estados Unidos, defienden la tesis de que altas tarifas deben gravar el petróleo venezolano que importe Norteamérica. Exigen, además, que determinados renglones –tal como gasolina- sean de prohibida importación. La razón que dan es la de que, siendo tan bajo el costo de producción en Venezuela, las compañías que aquí explotan yacimientos pueden competir, ventajosamente, en el mercado yanqui con los productores locales.
En cambio, la Standard, la Gulf, etc., exigen un régimen de tarifas bajas. Así podrán llevar el petróleo venezolano hasta los propios centros productores de la Unión a desplazar con el de los mercados al petróleo yanqui. Como en Venezuela pagan salarios bajísimos e impuestos irrisorios, hay una diferencia aproximada de un US$ 1 entre el coste del barril de petróleo venezolano puesto en la costa occidental del país con respecto al coste de un barril de petróleo norteamericano.
Hace aproximadamente cinco o seis años, esta pugna sobre las tarifas a cobrar al petróleo venezolano como impuesto de importación llegó a los estrados parlamentarios. El senador Capper presentó un drástico proyecto, que fijaba limitadísimos cupos de importación a los "petróleos baratos" de Venezuela. Demostró con cifras ese senador que no podían competir los productores de Estados Unidos -quienes pagan fuertes impuestos nacionales, federales y municipales, así como salarios cuyo mínimum es de US$ 4 diarios- con los productores de Venezuela. Mano de obra barata, pagada a "salarios viles", como dicen los economistas; bajos impuestos de exploración y explotación y ninguna obligación de pagar Income tax, o impuestos directos, permiten a las empresas que explotan el subsuelo venezolano lanzar torrentes de "aceite barato" a los mercados consumidores.
El proyecto de la Ley de Capper alarmó profundamente a las empresas operantes en nuestro país. Y a todos aquellos brillantes genios de las finanzas públicas -capitaneados por el experto criador y hacendista intuitivo de Maracay- que desgobernaban a Venezuela. El entonces ministro de Venezuela en Washington -doctor Pedro M. Arcaya- visitó varias veces al Secretario de Estado, Mr. Stimson. La alarma de los petroleros se explica porque la ley Capper hubiera significado la necesidad de reducir drásticamente el volumen de su producción en Venezuela. En cuanto a los Neckers de menor cuantía de > temieron que se, viniera al suelo la farsa sangrienta de la > y que se cerrara toda posibilidad de continuar satisfaciendo los apetitos de la vasta clientela de la tiranía, de mermarse los ingresos por concepto de petróleo.
La Ley Capper no prosperó. La hábil presión combinada de los intereses financieros y de las intrigas políticas la puso a un lado. Sin embargo, fue aumentado en 1/2 centavo de dólar, poco tiempo después, la tarifa a exigir sobre cada barril de petróleo crudo que ingresara a Estados Unidos procedente de Venezuela. Este tímido aumento de tarifas se reflejó en forma de disminución del volumen de producción del petróleo nacional.
¿A dónde conducirá el debate planteado actualmente en Estados Unidos? ¿Serán aumentadas ó no las tarifas aduaneras sobre petróleo "venezolano"? Desde aquí, con la sola información escueta de un cable de agencia noticiosa, resulta difícil sacar conclusiones serias. Por eso nos hemos limitado a esta glosa al margen de los cables de la UP.
Empero, no podemos dejar de destacar un hecho. Nos referimos a ese de que en Estados Unidos se estén debatiendo públicamente, desde hace varios meses, los términos del convenio comercial entre Estados Unidos y Venezuela, mientras aquí se mantiene un principio de hermetismo absurdo alrededor de este asunto de vasta magnitud.
Ya hemos criticado, en más de una ocasión, ese hermetismo de vieja, anacrónica diplomacia secreta, adoptado por la Cancillería venezolana. Son los industriales venezolanos y los comerciantes y los agricultores y Venezuela entera -como Nación- los que están interesados en conocer, discutir, precisar, los términos de ese tratado bilateral. Resulta un contrasentido y un absurdo que mientras Estados Unidos -nación, poderosa- no celebra tratados de esa índole sin escuchar previamente la opinión de los sectores interesados, en Venezuela se estudien y resuelvan estas cuestiones a puertas cerradas, en inaccesibles oficinas ministeriales.