Autor: Rómulo Betancourt
Título: El alto precio del maíz en Río Caribe y necesidad de los silos o almacenes de depósito.
Fecha de publicación: 09-08-1938
Publicación: Diario Ahora


Noticias que nos llegan de Oriente, coincidentes con las publicadas en otros órganos de prensa, nos permiten asegurar que el maíz está alcanzando precios prohibitivos.
Se nos ha suministrado el informe concreto, realmente alarmante, de que la fanega de maíz (120 kilogramos) ha alcanzado en Río el precio de cuarenta y cinco bolívares (Bs. 45).
Este precio del maíz significa para, la población pobre la renuncia a un artículo de consumo básico en la dieta alimenticia del venezolano. Es bien sabido que el consumo de pan de trigo es mínimo en el interior del país, especialmente entre el campesinado.
Y esto que está sucediendo en Río Caribe se repite y reproduce, periódicamente, en todas las regiones agrícolas de la República. Durante los períodos de cosecha, el precio del maíz se "envilece". El exceso de oferta sobre la demanda produce una disminución violenta en el precio de venta. Los "conuqueros", "pisatarios" y aun agricultores independientes, urgidos por la necesidad, malvenden sus frutos a los comerciantes y acaparadores. Estos colman sus trojes y esperan, pacientemente, que llegue la hora inevitable del alza. Agotada la pequeña reserva de su propio maíz que se deja el agricultor para asegurar el consumo de algunos meses, tiene que terminar por comprárselo al comerciante -muchas veces el mismo maíz cosechado con su esfuerzo- a precios que triplican al vigente en los días de cosecha.
Claro está que este problema no es local, nuestro, venezolano. Es un problema internacional. La periodicidad de las cosechas determina ese ritmo de abaratamiento en los frutos, en los meses en que éstos son recogidos; y de encarecimiento, en aquellos en que se realizan los procesos de siembra, crecimiento y floración.
Sólo que en otros países se ha buscado un correctivo a esta situación mediante la injerencia del Estado. Por el establecimiento de un sistema de silos y almacenes de depósito se ha logrado que los precios de los frutos agrícolas no sean ni ínfimos en los períodos de cosechas, ni excesivamente caros en los de carencia del fruto.
Ejemplo de lo que pueden y deben ser estos almacenes de depósito los tenemos en Colombia. Sobre ese particular ya tuvimos ocasión de hacer extenso comentario en esta columna.
Los almacenes de depósito del país vecino han sido establecidos por la Federación de Cafeteros. Se construyeron en sitios estratégicos, ubicados en la zona de más intensa vida agrícola. En un comienzo, se limitaron sus funciones exclusivamente al café. Posteriormente, su acción benéfica fue extendida a otros frutos.
Esos almacenes de depósito -como ya lo explicamos- reciben en forma de pignoración, los frutos que no quiera vender un agricultor, por considerar que no es remunerativo el precio en el momento de ir a colocarlo en el mercado. Acude al almacén de depósito y allí -en construcciones técnicamente adecuadas para impedir que el tiempo deteriore los frutos- almacena la totalidad, o parte, de su cosecha. Recibe un certificado, descontable ante varios bancos, autorizándolo a recibir un porcentaje sobre el precio del artículo en el momento de efectuarse el depósito (el 75% para el café, el 75% para el algodón, el 70% para el arroz, etc.) Puede mantener indefinidamente almacenados sus frutos, hasta que llegue el momento de considerar oportuna su venta, por estar valorizados aquéllos.
En esta forma, se ha puesto a cubierto a agricultores ya consumidores de las maniobras de los especuladores.
El sistema es fácil, expeditivo, simple, de comprobada eficacia. De actualizarse en Venezuela por el Ministerio de Agricultura y Cría, en acuerdo estrecho con el Banco Agrícola, se evitará la repetición periódica de lo que está sucediendo en Río Caribe.