Autor: Rómulo Betancourt
Título: Otra vez de actualidad los problemas de la industria textil
Fecha de publicación: 20-08-1938
Publicación: Diario Ahora


Ha venido debatiéndose de nuevo en las columnas de la prensa alrededor de la situación crítica confrontada por la industria textil.
Los telares de Valencia trabajan sólo 3 días a la semana y han disminuido los salarios de todo su personal. Los dueños de esos telares -señores Branger- están hablando ya un lenguaje de vencidos en la batalla industrial.
"Las empresas textiles de la República, - afirman esos dueños de empresas en una carta al señor Vicente Lecuna-, han llegado al límite que marca el colapso definitivoHace ya mucho tiempo que dejó de considerarse el capítulo de utilidades, para pasar a discutir el de las pérdidas...".
Por su parte, el señor Lecuna -en la patética exhortación pública a los Ministros de Hacienda y Fomento, publicada en las columnas del Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas, junio, 1938- no ve otra salida a la situación existente para la industria textil sino la de "poner derechos prohibitivos a telas similares a las que producen nuestros telares". Y agrega que "abaratar la materia prima nuestra y reducir los gastos de administración de las empresas no es factible en las circunstancias actuales del país".
Al definimos francamente en favor de una protección estatal a la industria textil no hacemos sino ratificar un criterio defendido muchas veces en esta columna. Hemos sido abanderados resueltos de la tesis que sostiene la posibilidad de creación en Venezuela de un tipo de industria de las llamadas ligeras, nutrida de materia prima nacional y trabajada por mano de obra nacional. Al mismo tiempo, hemos reclamado tercamente la ayuda estatal a toda empresa capaz de fortalecer la economía venezolana, superando su condición de dependencia e inferioridad frente a la manufactura extranjera.
Pero nuestra posición ha sido siempre muy realista. No hemos dado rienda suelta al entusiasmo >, al extremo de caer en actitudes unilaterales. Así, por ejemplo, no seremos capaces de nevar nuestra posición al extremo de pedir, como solución para los problemas de la industria textil, que se cierren los puertos del país, con el dique de los tributos aduaneros prohibitivos, a la mercadería extranjera. Esa medida, tomada a la diabla, repercutiría sensiblemente sobre el ya altísimo coste de vida. Toda la Nación se vería obligada a consumir a precio alto, y por el sólo hecho de ser producida en el país, una mercadería que a precios mucho más bajos puede importarse del extranjero.
En nuestra opinión, los complejos problemas de la industria textil no pueden resolverse con la sola medida del exagerado proteccionismo aduanero. Esa medida tendría una lamentable resultante final: la de sostener artificialmente una industria, sin que se haga nada por superar sus fallas orgánicas, a costa de la imposición a tres millones de consumidores de los productos salidos de sus telares. Y si se necesitaren pruebas de que el sólo proteccionismo aduanero no basta para vital izar una industria, la textil serviría admirablemente para aportarlas. Altos impuesto de aduana protegen en Venezuela a la industria nacional de tejidos de la competencia extranjera. Los driles de algodón extranjeros pagan en nuestras aduanas Bs. 4, Bs. 5 y Bs. 6.50, por kilo. Las medias de algodón pagan, por kilo, Bs. 15. Los hilados de algodón pagan, por kilo, Bs. 2 a Bs. 5. Estas tarifas no han bastado, sin embargo, para detener la importación de telas y de medias extranjeras de algodón. En 1936 se importaron 24.300 kgs. de hilados de algodón, 1.817.087 kgs. de driles de algodón y 50.902 kgs. de medias de algodón. El bajo coste de producción de la mercadería importada -coste en progresivo descenso por el perfeccionamiento técnico continuo de los sistemas de trabajo utilizados por la industria extranjera- permitió la importación con ganancias para el comercio nacional, no obstante ser tan altas las tarifas de aduanas.
El problema es más profundo, y no puede resolverse -insistimos- con esa especie de fórmula mágica: la barrera aduanera. Sino atacando de una vez con visión de conjunto, todas las modalidades de la cuestión, desde el costo de la materia prima (algodón), hasta la cuestión del mercado interno, pasando por la fundamental del rendimiento de la maquinaria, del equipo técnico, con que trabaja la industria.
Esta visión de conjunto no la ha tenido el Gobierno Nacional frente a los problemas del la industria textil. Sólo ha acudido a los sistemas de remiendo, a las soluciones transitorias y unilaterales. Así, por ejemplo, cuando en marzo de este año se presentó con agudeza el problema de la industria textil, no halló nada mejor por hacer sino facilitarle Bs. 600.000 en calidad de préstamo, a los telares de Caracas y Valencia. El contrato de préstamo apenas estipuló las rutinarias cláusulas de esos contratos (plazo de duración del mismo, rata de interés a cubrir por el prestatario, formas de amortización de la deuda, etc.).
Pero nada en absoluto se estipuló allí que revelara interés del Estado por penetrar a fondo en los problemas de la industria textil e intención de solucionarlos.
En nuestro artículo de mañana, pasaremos sucinta y concreta revista a las diversas facetas que tiene el problema de la industria textil entre nosotros; comentaremos lo que hizo en Colombia el Gobierno Alfonso López para solucionar situación semejante a la que aquí se confronta; y condensaremos las medidas que nos parecen más perentorias y necesarias ante la crisis textil.