Autor: Rómulo Betancourt
Título: Maniobras en torno a la Planta Eléctrica de Barquisimeto
Fecha de publicación: 28-08-1938
Publicación: Diario Ahora


La planta eléctrica de Barquisimeto va a ser municipalizada, como lo saben ya nuestros lectores. Con el apoyo, financiero del Gobierno Nacional va a proceder la Corporación Municipal del Distrito Iribarren a rescatar ese importante servicio público de las manos de la Venezuela Power.
Y, como era lógico esperar, las maniobras de los aprovechadores han surgido alrededor de ese negociado. En Venezuela es ya concepto estratificado en la conciencia de muchas gentes -extranjeras y nacionales- el de que todo intento de despojo del erario público resulta lícito y recomendable. Esta concepción es una secuencia lógica de esa idea genérica que se tiene del dinero fiscal: bien mostrenco, "cosa" sin otro dueño que el primer audaz que logre apoderarse de ella.
Ha sido operando bajo la directa influencia de esta peregrina manera de ver las cosas,.que la Venezuela Power -empresa registrada en el Canadá, pero nutrida del capital yanqui de la Electric Bond and Share- ha pretendido cobrar por sus plantas más de lo invertido en ellas.
No se ha detenido a pensar esta Compañía que hace muchos años recobró la totalidad del capital allí aplicado, al amparo de un contrato tan oneroso para el municipio y para el suscriptor particular que el propio Eustoquio Gómez intentó anulado. Si aquel personero del régimen -tan imbuido, como el resto del equipo, en el respeto servil ante el capital extranjero, tabú para el gomecismo- escribió al Ministerio de Relaciones Interiores preguntando cómo haría para echar por tierra ese contrato, es porque lo consideró superador de toda medida. Además de esta razón fundamental, hay otra en contra de las ambiciones desatentadas de la Venezuela Power: sus plantas de producción de electricidad, y la red de distribución del fluido eléctrico, están casi inservibles. El servicio continuo de muchos años, sin renovación de la maquinaria, ha concluido por incapacitar a la planta de Barquisimeto para dar todo el rendimiento requerido por una ciudad en pleno desarrollo progresivo, como lo es la capital de Lara. Y prueba a la mano, e inmediata, la tenemos en la reciente negativa de la Venezuela Power a suministrarle fuerza motriz a la empresa Fibro Textil, porque su planta no es apta para desarrollar más energía de la que consumen sus actuales clientes.
Si la situación es tal como la planteamos, resulta un contrasentido inaceptable que esa compañía aspire a valorar en millones de bolívares su prehistórica planta. Y resulta también inaceptable que se retarde por más tiempo, en discusiones académicas, el momento en que la planta pase a manos del Municipio. La Ley de Expropiación que rige en el país fija la forma expeditiva y simple cómo debe procederse, cuando un particular se obstina en asignarle a inmuebles que pasarán al patrimonio de la Nación o del municipio precios distintos de los determinados por una sana apreciación. Procédase de una vez a la designación de los peritos que avalúen en su precio justo a la planta y páguese a la Venezuela Power sólo la cantidad de bolívares en que esos peritos la valoren.
No sólo la Venezuela Power ambiciona' bañarse en oro, vendiendo la vieja planta por cuatro veces su valor. También venezolanos -con más afán de dinero que sentido de responsabilidad social- han acudido con sus absurdas exigencias en una mano, a la noticia de que será municipalizada la producción y distribución de energía eléctrica en Barquisimeto.
La caída de agua que genera el fluido eléctrico vendido por la Venezuela Power no es de la compañía >. El Río Claro, que mueve la Planta Hidráulica de la Compañía, nace y corre entre haciendas pertenecientes a propietarios venezolanos, en un sitio conocido con el nombre de >.
Esos señores hacendados no intentaron nunca cobrarle a la Venezuela Power canon alguno por la utilización que hacía de corrientes de agua nacida en sus fundos. Pero, apenas supieron que se trotaba de comprar con dinero de la Nación la planta eléctrica, se les despertó el instinto de especulación. Esa mentalidad colonial que priva en algunos venezolanos, complacientes con el extranjero, exigentes con su propia Patria, dio su brote. Y ahí tenemos a quienes jamás cobraron un centavo a la Venezuela Power aspirando a que también se les pague unos cuantos cientos de miles de bolívares por el derecho de la Municipalidad a usar la susodicha caída de agua.
Aquí también nos pronunciamos, con categórica energía, contra la ambición absurda. Las caídas de agua deben pertenecer a la Nación. Los ríos no son obra del ingenio o del esfuerzo del hombre, sino productos espontáneos de la naturaleza. Y de la circunstancia -beneficiosa para él, porque le valora su propiedad- de que un río nazca, o corra, por determinado fundo, no debe pretender el hacendado la derivación de un derecho en contra de la colectividad.
Denunciamos estas maniobras de aprovechadores en tomo al negociado que adelanta la Municipalidad de Barquisimeto para reivindicar la planta eléctrica. Y dejamos constancia de que cualquier transacción desfavorable al fisco que se realice allí, por complacencia con los intereses de inversionistas extranjeros o de latifundistas criollos, no puede merecer sino la más áspera crítica. Los dineros del erario no pertenecen a quienes los administran circunstancialmente, sino a la Nación. Por lo tanto, se falta a compromisos sagrados con Venezuela cuando se despilfarran o malgastan.