Autor: Rómulo Betancourt
Título: Las relaciones comerciales entre Venezuela y Japón
Fecha de publicación: 02-09-1938
Publicación: Diario Ahora


En diversas oportunidades hemos hecho referencia a un aspecto de nuestro comercio internacional que reclama la urgente intervención del Estado. Nos referimos al intercambio de importaciones y exportaciones nipo-venezolanas.
Hoy queremos volver sobre el tema. Insistir hasta el fastidio, golpeando sobre la puerta de la indiferencia oficial, sobre la necesidad de que se aborden y resuelvan determinadas cuestiones, es deber insoslayable de la prensa honesta.
Estas nuevas reflexiones que vamos a hacer sobre el comercio internacional entre Venezuela y Japón se nos ha ocurrido leyendo reciente artículo, firmado en La Guaira y publicado en uno de los diarios locales.
Allí se dan y se comentan las más recientes cifras de importación y exportación entre los dos países. Las de importaciones por Venezuela de productos
made in Japón, son: 1936, kgs. 4.420.902, valor en Bs. 7.898.450,20. 1937: kgs. 6.348.374, valor en Bs. 9.589.166.00. Las de exportaciones de materias primas y artículos semielaborados de Venezuela hacia el Japón son: 1936, kgs. 428.208, valor en Bs. 254.950,00.1937, kgs. 596.451, valor en Bs. 361.904,00.
Como puede observarse sin dificultad, de la ligera comparación entre esas cifras, en el año 37 se apreció un aumento en el valor de las importaciones que hicimos del Japón, sobre las del año precedente, de Bs. 1.690.715,80. El aumento en el valor de nuestras exportaciones fue, en el mismo lapso, de apenas Bs. 106.958,80.
Estos datos se completan con los que ha suministrado en fecha reciente un cable de la Associated Press. En ellos se encuentran guías inapreciables para la regulación de nuestras relaciones comerciales con el Japón. Según investigaciones realizadas por el Departamento de Comercio de los Estados Unidos -de las cuales trae una versión sintetizada el cable de la AP, Venezuela se cuenta entre los mejores clientes de la mercadería nipona en América Latina; y el Japón entre los peores clientes del café, el cacao, los cueros y las maderas venezolanas.
Caso que puede servimos de índice de comparación -para destacar la adversa situación venezolana en sus relaciones comerciales con el imperio asiático- es el de Brasil. Esa Nación, con 10 millones de consumidores en su inmenso territorio, importó mercadería japonesa, en el año 37, por valor de 17 millones de yens. Venezuela, con tres millones de habitantes, importó por valor de 10 millones de yens. Brasil exportó en el mismo año para el Japón productos de su suelo y de su subsuelo por valor de 17 millones de yens. Las exportaciones venezolanas fueron, en el mismo año, apenas por valor de 339 mil yens.
Ante la incuria oficial, el producto barato japonés invade nuestro mercado, lo satura. Al lado de la mercadería que sí resulta conveniente importar de Asia, porque su baratura no está reñida con la calidad, arriban por los puertos de la República grandes lotes de pésimos tejidos de seda, de bombillos que no resisten un servicio de cuatro semanas, de juguetes que se rompen horas después de estar en uso.
Y hay más: siendo el Japón un mercado de consumo tan extenso, nuestros escasos productos de exportación encuentran dificultades de colocación en los mercados de Europa y Norteamérica.
Esta situación podría liquidarse, en forma favorable para los intereses económicos nacionales, si el Ejecutivo hiciera sentir su presión. El artículo 17 de la Ley de Aduanas puso en sus manos un instrumento insuperable para regular las relaciones comerciales de Venezuela con otras naciones. Bastaría, en el caso concreto del Japón, con que el Ejecutivo amenazara con imponerle a la mercadería nipona ese 100% adicional sobre los impuestos de aduana a que lo autoriza el precitado artículo, si no se intensifica la compra de nuestros artículos exportables por los importadores del Japón, para que Tokio pactara. Se vería entonces cómo un volumen importante de las exportaciones venezolanas tomaría el camino de Oriente.