Autor: Rómulo Betancourt
Título: La rebaja en el precio de la gasolina y las reprobables prácticas de las compañías petroleras
Fecha de publicación: 13-09-1938
Publicación: Diario Ahora


Sendos avisos de las compañías Standard y Caribbean (Shell) -llamativos, de media página, en letras las más grandes que pudo hallarse en los talleres tipográficos de los diarios- han enterado al consumidor de una rebaja en el precio de venta de la gasolina y el kerosene. Se detallarán a Bs. 0,16 el litro de gasolina; y Bs. 0,13 el litro de kerosene.
De acuerdo con un sistema, tan hábil como homeopático, las compañías productoras de gasolina vienen rebajando el precio de esos combustibles. Cada dos o tres meses, un aviso espectacular nos dice, desde las páginas de los diarios, que han reducido en uno o dos céntimos el precio al detal de la gasolina, y de otros carburantes derivados del aceite mineral.
No es difícil descubrir el trasfondo de esa táctica. Se persigue con ella impresionar a un público poco informado acerca de la "generosidad" de las petroleras.
Ni por pienso se le dice que esas rebajas resultan mediocrísimas, en comparación con el coste de producción de esos carburantes. Ha de saberse que en 1932 -según investigación hecha por el Ministerio de Fomento y cuyo resumen corre inserto en la Memoria de ese año- el coste total de producción de un litro de gasolina era, en Venezuela, de Menos de siete céntimos de bolívar por litro. Hoy, naturalmente, ese coste ha disminuido aún más. Las compañías gastan mucho menos en salarios, porque han maquinizado todos los procesos de extracción y refinación del aceite negro. El precio a que se cotiza en el exterior el fuel-oil -sustancia obtenida, además de la gasolina, del proceso de refinación del aceite crudo- es mucho más alto que en 1932. De modo tal, que el máximum de lo que debieran cobrar las compañías por la gasolina es de ocho céntimos de bolívar por litro. Y aún así, tendrían asegurada una utilidad pingüe. Si para 1932 vendían en promedio de seis millones mensuales de litros, no es exagerado calcular que en la actualidad vendan de ocho a diez millones. Y sobre una venta tan extensa y segura es que deben ser calculadas las ganancias.
Pero no es precisamente sobre la cuantía misma de la rebaja en el precio de venta de la gasolina que queremos escribir hoy. Nos interesa desnudar la maniobra antinacional, dirigida rectamente contra los expendedores particulares de gasolina, que se oculta detrás de esa reciente rebaja en el precio de dicho carburante.
Por declaraciones del señor Carlos Pinaud a un diario local nos hemos enterado, en detalle, de la interesada maniobra de las compañías.
Estas han rebajado el precio de la gasolina, en sus propias estaciones de servicio, a Bs. 0,16 por litro. Pero a los dueños de bombas particulares sólo les han rebajado un céntimo en el precio de venta.
Antes de adoptar la reciente medida que comentamos, la Standard y la Shell vendían el litro, por mayor, a Bs. 0,14, para que fuera detallado a Bs. 0.18. Hacían los detallistas una ganancia de Bs. 0,04, por litro. Ahora la venden a Bs. 0,13 por litro, para ser detallado a Bs. 0,16 por litro. La ganancia del detallista queda reducida así de 4 céntimos a 3 céntimos por litro. Como el promedio de venta en una bomba es de 600 litros diarios, resulta, en las condiciones actuales, una ganancia bruta de 18 bolívares, de los cuales hay que deducir gastos que montan a 15 bolívares. La ganancia líquida queda así reducida a 3 bolívares. Y conste que no se ha tomado en cuenta la merma por evaporación de la gasolina.
En estas condiciones, algunos dueños de bombas optarán, seguramente, por venderla a las compañías. Y entonces llegarán la Caribbean y la Standard a alcanzar su propósito: monopolizar entre sus manos ambiciosas la distribución del carburante en la Capital de la República. Ya, de hecho, controlan no sólo la producción, sino también la venta de gasolina en Caracas y las más importantes ciudades de la República. Pero, deseando que ese control parcial llegue a ser absoluto, han acudido a la maniobra que detallamos, en la elaboración de la cual se han conjugado esas "virtudes" tan típicas de las empresas aceiteras: habilidad e inescrupulosidad.
Hechos como estos que estamos denunciando seguirán presentándose, indefinidamente. Así como también continuará, sin interrupción alguna, el despojo colectivo significado por el precio a que se detallan los productos derivados del petróleo en el primer país exportador de petróleo del mundo.
y todo porque el "bolivarianismo" de las frases es tan tímido, en los hechos, que ni siquiera cuaja en la modesta medida de nacionalizar la venta de la gasolina. Países tan pequeños como Costa Rica pusieron hace tiempo, en manos del Estado, el comercio y distribución de los carburantes extraídos del aceite negro.
Entre nosotros, medidas de esa índole encuentran, de inmediato, el rechazo de quienes profesan una aparente devoción al liberalismo económico, enemigo de la injerencia estatal en la industria privada. Y, en el fondo, la más colonialista y sumisa de las complacencias ante el capital extranjero, anti-venezolano.
¿Hasta cuándo seguirán impunes maniobras como la que denunciamos? ¿Hasta cuándo Venezuela, matriz de Libertadores, continuará sometida a cartabones fabricados en gerencias de empresas extranjeras? Estas son las preguntas -hasta ahora sin respuesta satisfactoria- que se hacen cotidianamente los venezolanos para quienes el bolivarianismo no es sólo recurso oratorio, sino entrañable devoción de Patria y compromiso irrenunciable con Venezuela.