Autor: Rómulo Betancourt
Título: Las obras de irrigación en México
Fecha de publicación: 14-09-1938
Publicación: Diario Ahora


México, como Venezuela, confronta un serio problema para su desarrollo agrícola: el de la vasta extensión de tierras laborables sin regado natural.
Y ha sido una de las labores administrativas más resueltamente afrontadas por la Administración Cárdenas la de dotar a esas tierras inaptas para el cultivo de irrigación artificial.
Durante el primer semestre del año en curso, el gobierno de México, ha erogado, con ese fin, la cantidad de 29.010.000 pesos.
La forma como ha distribuido esa suma gastada es la siguiente: para estudios y proyectos, 250,000 pesos; para construcciones, 23.021.444 pesos; para operaciones en los distritos de Riego que aún no se entregan al Banco Nacional de Crédito Agrícola. 2.409.000 pesos; para pequeñas obras de irrigación, 500.000 pesos; en el servicio hidroeléctrico, 260.488 pesos y para oficinas centrales: 2.569.068 pesos.
Según información que hemos leído en el diario mexicano El Nacional -edición del 5 de agosto de 1938- las obras en construcción a que se refiere el párrafo que acabamos de copiar ascienden a veintinueve. Las principales de esas obras son las siguientes: la presa "El Palmito", con una asignación de 5.400.000 pesos; la presa de Moroleón y Queréndaro, con una asignación de 1.500.000 pesos; las obras de San Juan del Río, con 1.000.000 de pesos, etc.
Estas series de obras abordadas por el Departamento Agrario de México tienen resonancias americanas. En fecha reciente, el ingeniero B. E. Berdeja, uno de los dirigentes del Ministerio de Agricultura, Colonización e Inmigración de Bolivia, se dirigió al Gobierno de México en estos términos entusiásticos: <'Por eso es que no he de cesar en mi empeño de hacer que el Gobierno de mi país contrate a algunos de los mejores ingenieros mexicanos especializados y de experiencia en esta clase de obras para que vengan a Bolivia por algunos años.>
Estas interesantes obras de irrigación emprendidas por el Gobierno mexicano -y cuya repercusión en otros países se evidencia muy bien de las frases del alto funcionario de Bolivia- nos hace volver los ojos hacia nuestra realidad.
En Venezuela, siendo tan acuciante el problema de la [alta de riegos, no se ha emprendido ningún trabajo serio y de aliento en ese sentido. En el Presupuesto de tres años que abarca el Plan Trienal apenas se destina la cantidad de 3.000.000 de bolívares para empresas de esa índole.
Recordamos que en el estado Lara, durante su ensayo de Gobierno democrático y progresista, el general Gabaldón alimentó el propósito de la irrigación de las tierras sin agua de aquella entidad federal. La reacción lugareña atacó ese propósito de bien público en nombre de la absurda tesis de que tal medida estaba prevista en el programa de uno de los partidos de izquierda para entonces actuando en el país.
Las tierras desoladas de Lara, de Falcón y de otros estados de Venezuela reclaman con urgencia de una obra empeñosa, planificada y seria de irrigación.
Deber del Ejecutivo es abordarla, demostrando así, con hechos, que realmente se interesa por el desarrollo de la agricultura nacional.