Autor: Rómulo Betancourt
Título: Propaganda al café en Estados Unidos
Fecha de publicación: 23-09-1938
Publicación: Diario Ahora


Cables que transmiten desde Indiana (ee.uu) las agencias noticiosas, nos informan de las incidencias de la sesión de clausura de las sesiones del Comité panamericano encargado de la propaganda del café.
En esa sesión, el Presidente -señor Penteado, delegado brasilero anunció que posiblemente se invierta medio millón de dólares más en la continuación de la campaña en favor del consumo del café en Estados Unidos. Además, delineó, en detalle, el plan que se piensa poner en práctica, para procurarse la intensificación de la venta en Estados Unidos del café producido por los campos de la América nuestra. Esta exposición fue hecha ante los delegados Aguilar, de El Salvador; Scholtz, de Venezuela; Vaca, de Nicaragua y Ortega, de Cuba. Estaba ausente el delegado de Samper, de Colombia.
De los puntos tratados en esta asamblea, dos tienen interés especial para Venezuela, país en el cual el café continúa siendo el principal renglón en la exportación autóctona.
El primero es referente a la rectificación absoluta, por parte del Brasil, de la política de valorización del fruto que puso en práctica a fines del año pasado. Ha renunciado a el la nación brasilera -como lo dijo su representante Penteado- "en vista del fracaso de los varios esfuerzos para llegar a un acuerdo panamericano". Brasil ha recogido los frutos de la rectificación de esa política económica con respecto al café. En los primeros nueve meses del año 38 ha exportado para los mercados consumidores de Europa, Estados Unidos y Asia, la cantidad de 13.000.000 de sacos, en comparación con ocho millones y medio, durante el mismo período de tiempo y en el año próximo pasado.
Con relación al consumo del café en Estados Unidos, observó Mr. Milliard -un experto norteamericano, al servicio del departamento de propaganda del café- algo muy interesante. Esto es, que Estados Unidos consume el 50% de la producción de café latinoamericano. Pero que el consumo por individuo en Estados Unidos es estacionario, permanece inalterable, desde 1900. Contra una intensificación del consumo operan diversos factores. Entre ellos, como muy decisivo, el de la intensa campaña de los higienistas de la Unión contra el consumo de ese excitante, por los efectos tóxicos de la cafeína sobre el organismo. Hasta qué punto podrán contrarrestar Mr. Milliard y sus compañeros esa campaña, editando profusamente los > donde se intente demostrar que el café no produce insomnios, ni altera el sistema nervioso, ni entorpece el proceso de desarrollo orgánico en los niños, está por verse.
Lo cierto, lo inmediato, es que el café está amenazado de una serie de perspectivas sombrías. De un lado, es un fruto muy competido, y se produce en muchos países gracias a una técnica desarrollada, mediante sistemas modernísimos en los procesos de cultivo y beneficio. Además, contra su uso generalizado se alza la sistemática campaña de instituciones poderosas, empecinadas en asimilarlo casi a las drogas estupefacientes, por sus efectos destructores sobre el organismo humano.
Y en la batalla que debe librarse para la colocación del café, es ya un lugar común repetir que Venezuela es uno de los países peor dotados. El empirismo y el atraso reinan soberanamente en la producción cafetera nacional. Gozamos del nada envidiable privilegio de ser uno de los países productores de ese grano en donde es menor el rendimiento por mata. Las cosechas son progresivamente decrecientes. El fruto desmejora a ojo visto.
Tomando en cuenta todos esos factores, cabe preguntar: ¿antes que gastar dinero, tiempo y energías en modernizar y tecnificar el cultivo cafetero, no valdría mejor substituirlo por otro menos competido y de mayor porvenir? Si Brasil ha podido afrontar la crisis del café sin un colapso para su economía es porque, previsivamente, había sembrado vastas extensiones de algodón. Si Colombia está avanzando a trancos por el camino de la industrialización, es porque ya no es un país de monocultivo, sino que está capacitada para producir casi todas las materias primas requeridas por su industria en pleno proceso de crecimiento. Así podríamos ir citando países de América, en los cuales la previsión gubernativa, conjugada con la iniciativa privada, ha trabajado para alejar el fantasma de la mono-producción.
El tópico lo hemos abordado nosotros por lo menos una docena de veces. Y otras tantas por otros periódicos. Hasta ahora, sin resultado alguno. La inercia gubernativa de Venezuela, esa incapacidad para las tareas creadoras y de aliento de los despachos ministeriales de Venezuela, es algo que supera los límites de lo racional y concebible. En cuanto a la sordera de los hombres que están en el timón de los negocios públicos para las iniciativas progresistas y para las críticas constructivas, ya encontró su insuperable expresión gráfica en aquel dibujo de Medo: piedra, cayendo, inútilmente, sobre duras caparazones de tortugas.