Autor: Rómulo Betancourt
Título: Una exposición del Ministro del Interior sobre el alto costo de la vida
Fecha de publicación: 04-10-1938
Publicación: Diario Ahora


El 8 de septiembre dirigió el Concejo Municipal del Distrito Federal una extensa y documentada carta al ciudadano Presidente de la República. En ella, la representación edilicia caraqueña, haciéndose intérprete del clamor de sus mandantes, solicitaba del Poder Ejecutivo su intervención solucionadora del problema constituido por el alto costo de la vida.
Veintiún días después, tras meditada y reposada digestión del comunicado concejil, contestó el Ejecutivo. Lo hizo por intermedio del Ministro de Relaciones Interiores, en un oficio de su Dirección Política, número 6278, fechado el 29 de Septiembre de f938, años 129 de la Independencia y 80 de la Federación.
Y nos detenemos tanto en esos detalles, de acusado matiz burocrático, porque el documento ministerial es un modelo de respuesta circunstancial, de cliché, redactado en ese estilo pesado y rutinario tan característico de la literatura oficial venezolana.
Es cierto que no se trata ya del escueto y tradicional "recibido y en cuenta". El documento es más extenso. Puede tener, de acuerdo con una estimación hecha al ojo, sus mil palabras. Pero, de todas ellas surge esa monotonía infecunda de lo burocrático. Ese aplomo y suficiencias -que serían encantadores, de no ser trágicos- con que determinados funcionarios públicos creen haber resuelto los graves problemas económicos y sociales del país con sólo firmar un oficio redactado por un Director de su Despacho ministerial.
¿Qué dice, en síntesis, la comunicación del ciudadano Ministro de Relaciones Interiores? Reduzcamos, podando el documento de toda su literatura de formulario administrativo, a los términos escuetos de las medidas ya abordadas, o en vías de abordarse, para abaratar la vida a los venezolanos:
1) El Gobierno reparte semillas gratis, o las adquiere y revende al precio de costo, tal como hará con 600 barriles y 1.000 huacales de semillas de papas, certificadas, que ha pedido al exterior. Se están embarcando para Tucupita, con destino a los agricultores damnificados por las inundaciones, 5.000 cabezas de bananos y 4.000 kilos de arroz, cosechados en la Hacienda "Mendoza". Además, como medidas tendientes a incrementar la producción, el Gobierno ha establecido 3 molinos de trigo y 9 de arroz en varios sitios del país; y ha destinado, en lo que va del actual período fiscal, la cantidad de Bs. 82.751,40, a bonificar a productores de trigo y de arroz.
2) "Por lo que se refiere al asunto de las viviendas, ya en dos oportunidades distintas el Congreso Nacional ha discutido sendos proyectos de leyes tendientes a resolver, constitucionalmente, esa cuestión."
3) "Y en cuanto a las condiciones de los caminos y carreteras, considera de su deber manifestar que ha venido atendiendo solicita y eficazmente al mantenimiento y reparación de las vías de comunicación nacionales, y que si por cualquier circunstancia se ha ocasionado la interrupción de alguna vía, ello se ha debido a la crudeza de la estación pluviosa, causante de diversos y simultáneos derrumbes y desmejoramientos de caminos, y no a la falta de oportuna atención del servicio nacional."
Como podrá observar el más prevenido lector, no hay motivo alguno para quejarse de incuria gubernamental en materia de escasez de artículos de consumo, de alto costo de los alquileres de viviendas y de dificultades para el rápido contacto entre las regiones agrícolas y las zonas de población urbana.
La importación de huacales y barriles de semillas de papas; el envío de cabezas de bananos y de sacos de arroz a los damnificados de Tucupita; el establecimiento de unos molinos de trigo y de arroz; y las bonificaciones a los productores de ambos frutos, son medidas que pondrán a salvo a tres millones de consumidores de las calamidades de la vida cara. Quienes sostienen que medidas parciales y tan mediocres como esas -que no responden a un plan coordinado y consciente para vitalizar la producción, ni están ligadas a una política liberal de tierras y de crédito- son absolutamente insuficientes para darle solución progresista y estable al problema de la "improductividad" venezolana, resultan así ilusos señores. La inapelable voz oficial ya dijo, en la materia, la última palabra.
Lo mismo sucede con el problema del alojamiento. Las casas de arriendo I experimentan alzas constantes. No hay en las ciudades muy pobladas -Caracas, Maracay, Barquisimeto, San Cristóbal, etc.- casas suficientes para alojar a la población. Las clases media y obrera viven en condiciones tremendas, y la mayor parte del ingreso familiar lo absorbe el casero. Pero nadie puede quejarse. En el Congreso se ha debatido por dos ocasiones el problema. No importa que en ambas oportunidades una mayoría congresil, afecta a las tesis oficiales haya echado por tierra el proyecto de Ley de Arrendamientos Urbanos del diputado Rojas Contreras. El ciudadano medio debe sentirse satisfecho, ya que así se lo pide el ciudadano Ministro de Relaciones Interiores, con el alto honor de que su problema inquilinario haya sido objeto de largos y sapientes debates parlamentarios. Aun cuando -asesinada en estado de feto- la Ley Rojas Contreras no haya llegado a aparecer nunca en las páginas de la Gaceta.
Igual actitud deben asumir las gentes del interior, ante el problema de su aislamiento de los medios urbanos. Es absolutamente falso que los caminos de Venezuela estén, en su mayor parte, intransitables. Miente quien afirme que los situados se dilapidan en las capitales de los estados y no van a los distritos, para que éstos los apliquen a la mejora de los caminos vecinales. Comete inicuo sacrilegio contra la verdad gubernamental, quien sostenga que
en el mop ha venido prevaleciendo, por sobre la preocupación de la utilidad, el interés por lo espectacular y vistoso. La política del cemento armado, del edificio "exhibible", por sobre de la vialidad ajustada a objetivos' económicos y sociales.
En síntesis, vivimos los venezolanos en el mejor de los mundos posible, ilusionados con las grandes perspectivas de progreso de nuestra agricultura, satisfechísimos de ver cómo en los preocupados Congresos de la República se discute anualmente el problema inquilinario y convencidos de que sólo la naturaleza incontrolable tiene la responsabilidad de que algunos caminos del interior se presenten ligeramente desperfeccionados.