Autor: Rómulo Betancourt
Título: El imposible paralelo entre Palestina y Venezuela
Fecha de publicación: 27-10-1938
Publicación: Diario Ahora


En editorial de primera página, Ahora, insurgió ayer, con firmeza, frente al intento de comparar a Venezuela - nación autónoma, independiente, dueña a costa de cruentos sacrificios de su soberanía histórica- con Palestina, país bajo "mandato" o "protectorado" de Inglaterra.
Simultáneamente, El Universal se pronunció también contra ese intento, lesionador de las más íntimas fibras del decoro nacional, de "asimilar la dignidad de una nación con la condición inferior de una colonia".
La actitud decidida de estos dos órganos de prensa -que más de una vez han divergido en el enfoque de cuestiones nacionales, pero que han identificado plenamente su actitud cuando se ha planteado este caso concreto de defensa de la soberanía venezolana- tendrá hondas repercusiones colectivas. No encaja dentro de la índole de esta sección seguir el debate que de seguro se suscitará sino enfocándolo desde un ángulo: el económico. Y es situándonos en esa posición que volveremos hoy sobre el tema, fijando más precisamente algunos hechos importantes.
Dijimos y sostenemos que resulta arbitrario y absurdo asimilar la legislación petrolera de Palestina a la de Venezuela. No sólo por el hecho esencial y determinante de que 110 puede compararse el régimen legal de una nación en colonato, sometido a aceptar cuanto estatuto elabore la metrópoli colonizadora, con el de una nación autónoma e independiente, sino también porque existen diferencias básicas de estructura económica entre Palestina y nosotros.
Venezuela .es un país de primer rango en la escala internacional de la producción petrolera. Ocupa el tercer puesto en la escala mundial de países petrolíferos; y el primero entre los exportadores de aceite crudo. En cambio, Palestina no cuenta ni significa nada desde el punto de vista de la producción de aceite mineral. En las estadísticas mundiales, ni siquiera figura individualmente.
Si no fuera así, jamás podría explicarse actitudes como la adoptada recientemente por el conocido diario londinense Evening New. En un editorial de ese periódico -glosado y en parte transcrito en un cable de la United Press publicado por El Universal, casualmente, en columna paralela a la de la carta del abogado venezolano de la Standard Oil se han comentado las declaraciones recientes del presidente Roosevelt sobre los disturbios de Palestina, quebradero de cabeza de los timoneles del imperio británico. Y al referirse al hecho de no compensar el "mandato" ejercido por Gran Bretaña sobre Palestina, los millones de libras y otros sacrificios allí aplicados, dice el citado rotativo británico:
"Los Estados Unidos están en completa libertad de pedir á la Ligas de las Naciones que transfiera el mandato de Palestina a Estados Unidos, con la seguridad de que el Gobierno de Inglaterra hará entrega del mandato envolviéndolo en una banda azul, con una nota de cortesía dando las gracias por el favor que se le hace."
Resulta una verdad de a puño, aun para la persona menos informada en cuestión de petróleo, que esta generosidad británica no se manifestaría de existir posibilidades en Palestina para la explotación remunerativa, en grande, del aceite mineral. Inglaterra es, sin posible duda, la nación que primero apreció la importancia decisiva para las grandes potencias, de las esencias derivadas del aceite negro. La gente de Ten Downing Street, desde una década por lo menos antes de 1914, "era directa participante en la lucha por concesiones y mercados extranjeros de petróleo". Esta actitud del Gobierno británico se debió en buena parte, a las previsiones del almirante Lord Curzon. Ludwell Denny clasifica a este británico inteligente y audaz como un "tipo raro de genio, un militar profesional con imaginación y sin miedo a sus superiores burocráticos". En 1882 lanzó su célebre fórmula: "El uso del fuel-oil añade un 50% de valor a la flota que lo emplee." Y desde ese momento se dedicó a trabajar, con éxito, contra los elementos tradicionalistas, conservadores, del Almirantazgo británico, aferrados a la idea de que el carbón era el elemento insustituible para alimentar las calderas de las flotas mercantes y de guerra. La lección de Curzon -que tuvo en la Gran Guerra, verificación exacta- la aprendió muy bien en el imperio británico. Tan es así, que hoy ha podido escribir un experto en temas petroleros: El gobierno de Londres está directamente implicado en la lucha por el petróleo. Tiene sus propios stocks controladores en las más agresivas compañías.
Y si es que todos los argumentos hechos no bastan a convencer a los tozudos -por ignorancia auténtica o calculada- se tiene a la mano un argumento sencillo y definitivo para negarle importancia a Palestina como zona petrolífera: las estadísticas de producción. Aquí están las del volumen del aceite negro producido por los países petrolíferos del mundo, durante el año de 1937 y según las recopilaciones hechas por el Oil WeekIy de Houston, Texas:

PAISES Barriles %

Estados Unidos de N. A.1.227.364.00963.171
Rusia 196.141.0009.700
VENEZUELA 182.751.0009.038
Irán (Persia) 73.383.0003.629
Rumania 53.100.0002.626
Indias Holandesas 50.000.0002.473
México 46.906.6242.320
Iraq 31.171.0001.542
Colombia 20.006.0000.989
Perú. 17.455.0000.863
Argentina. 16.300.0000.806
Trinidad 15.500.0000.767
Indias Británicas 9.810.0000.485
Bahrein 8.600.0000.425
Borneo Británico 4.500.0000.222
Polonia 3.485.0000.172
Alemania 3.143.0000.155
Canadá 2.670.0000.132
Japón 2.689.0000.113
Sakalin 2.380.0000.118
Ecuador 2.168.0000.107
Egipto 1.163.0000.058
Los demás países productores (Francia, Italia, Checoeslovaquia, Algeria), producen cada uno de ellos menos de un millón de barriles al año. La escuálida producción de Palestina –si es que produce alguna, ya que no la registran las estadísticas-, estaría entonces englobada dentro de los 575.000 barriles anuales extraídos de "varios países", como genéricamente dicen los compiladores de esos datos.
No se compare, pues, a Palestina con Venezuela. Porque somos un país independiente, y no una colonia. Porque somos un país petrolífero en grande y Palestina no cuenta como productor petrolero.