Autor: Rómulo Betancourt
Título: Los chanchullos de contabilidad y el reparto de utilidades
Fecha de publicación: 28-10-1938
Publicación: Diario Ahora


El señor Enrique Contreras Santos, experto contabilista, ha dirigido a Ahora una interesante correspondencia, relacionado con un artículo nuestro.
En ese comentario de esta sección a que alude Contreras Santos señalábamos nosotros que una respuesta, esperable de los sectores patronales recalcitrantes al reparto legal de utilidades entre sus obreros y empleados, sería la de la ofensiva contra sueldos y salarios.
Y el comentarista, sin dejar de reconocer que ésta sería la maniobra más a mano para quienes quisieran burlar la aludida disposición legal, descubre y denuncia otros posibles manejos. Más útiles y complejos, porque tendrían como campo para realizarse ese en que tan fáciles resultan los malabarismos numéricos: el de la contabilidad.
Contreras Santos, que es un experto contabilista, profesor y autor de libros sobre esa materia, está en condición privilegiada para desnudar por anticipado tales argucias.
Y éstas serían innumerables. Comenzando por el abultamiento deliberado de la partida de Gastos Generales -exageración de los gastos domésticos, altísimos sueldos de los gerentes y socios de las empresas, simulación de donativos particulares- hasta hacer figurar en los libros acreedores falsos con objeto de aumentar el volumen del Pasivo. Otras trácalas utilizables serían las de omitir en los libros algunas ventas realizadas, la de calcular al mínimo el precio de las mercancías en los inventario s para reducir el Activo, etc.
Al hacer estos señalamientos, Contreras Santos debe estar ya documentado sobre el particular. Porque en realidad ya están en marcha, en algunos grandes almacenes, esos métodos fraudulentos de contabilidad. Nos contaba un amigo nuestro, alto empleado de una empresa poderosa que gira por varios millones de bolívares, que a la sola noticia de estar ya listo el Reglamento de la Ley del Trabajo han procedido sus patronos a "acomodarse". El "acomodamiento" en referencia ha consistido en ponerle sueldo más alto hasta al más joven miembro de la familia, en inflar artificialmente los gastos generales y prepararse así a que el líquido de utilidades, del cual se deducirá el porcentaje a repartir entre empleados y obreros, quede reducido a su mínima expresión.
Naturalmente, que estas trácalas son fácilmente descubribles, por contabilistas expertos. Son las mismas a que acuden, en países donde rige el impuesto sobre el exceso de utilidades y sobre la renta, el sector poseyente reacio a aceptar responsabilidades ante la colectividad. Y sin embargo, en los países de tributación directa se ha encontrado un correctivo al problema planteado por esos contribuyentes indóciles: autorizar la fiscalización de su contabilidad. Este es el mismo procedimiento que deber pautar, para Venezuela, la Reglamentación de la Ley del Trabajo. El reparto de utilidades -una de las aspiraciones más sentidas de los sectores laboriosos de la población- no podrá ser viable sin un régimen de salarios mínimos; y sin el control autorizado legalmente, ejercido desde fuera por delegados del Estado y de los interesados, de la contabilidad de las grandes empresas.
Las observaciones de Contreras Santos a nuestro primer artículo sobre este tema nos han interesado mucho. Interés mezclado de satisfacción. Porque cuando abordamos ése, como los otros temas que a diario enfoca esta sección, no es animado por la petulante creencia de haber dicho la última palabra. Tenemos conciencia de nuestras limitaciones y de la complejidad de los problemas enfocados en esta columna. Por eso, cuando escribimos es siempre animados por la tácita aspiración á suscitar debate, -inquietud, polémica, alrededor de un tema. El hálito fecundo de la calle lo necesita imperiosamente todo esfuerzo periodístico de alientos.
Ha sido comprobada en este caso la verdad de nuestra afirmación. Nuestro enfoque sobre las posibles trácalas patronales para evadir el reparto de utilidades ha sido completado con el aporte de observaciones hechas por un lector de esta sección.