Autor: Rómulo Betancourt
Título: La importancia en lo económico de la Conferencia de Lima
Fecha de publicación: 01-11-1938
Publicación: Diario Ahora


La Conferencia Panamericana de Lima, próxima a reunirse, tiene una importancia mucho mayor que las anteriores asambleas numeradas de la institución que fundara el Secretario de Estado Elaine.
El hecho de que esté en la Casa Blanca el presidente Roosevelt -de cuya sinceridad en la "política del buen vecino" no puede dudarse- dará a esa Asamblea un tono distinto de las anteriores. Perderá esa reunión presidida por Cordel Hull ese acusado matiz de convención imperial que tuvieron las anteriores, y el cual indujo a alguien a definidas, agudamente, como "asambleas de ratones presididas por un gato".
Queremos que se nos entienda bien. Cuando decimos que la política del "buen vecino" da un matiz diferente a la conferencia Panamericana de Lima, no estamos afirmando que el Estado norteamericano haya renunciado a los que considera objetivos de estrategia militar y política en la América Latina. Ni mucho menos afirmamos que los capitanes de industria estadounidense que han hecho inversiones en nuestros países devinieron súbitamente hombres transidos de preocupaciones colaboracionistas, interesados en nuestro progreso como naciones, y dispuestos de buen grado a compartir con los países donde tienen inversiones una parte cuantiosa de las utilidades obtenidas. Nada de eso. La Secretaría de Estado continúa viendo a nuestra América como una zona territorial sobre la cual ejerce un "mandato" o tutoría, tácitos. Y los inversionistas yanquis son hoy tan codiciosos como ayer de nuestras reservas de materias primas y de nuestros mercados consumidores de mercancías; y tan resueltos como ayer a pagar a vil precio el trabajo de la mano de obra nativa.
Empero, es indudable que Roosevelt ha sabido imprimirle un rumbo que tiene diferencias de matices -diferencias apreciables y que no pueden negligirse- con la tradicional política exterior de Estados Unidos. La retirada de los marinos de Haití y Nicaragua: la no-intervención agresiva en el caso de la expropiación mexicana; y otros hechos más pueden aportarse en apoyo de esta tesis. Hay así una distancia apreciable entre aquella Conferencia Panamericana de La Habana de 1928, en la que los delegados yanquis defendieron agresivamente la intervención en Nicaragua, y esta de Lima. De plantearse allí el dramático caso portorriqueño -lunar visible y bochornoso en la política del "nuevo trato"- se puede asegurar por adelantado que Cordel Hull no esgrimiría los mismos argumentos brutalmente imperialistas que se escucharon en los labios de la delegación estadounidense, en La Habana, para justificar la intervención en Nicaragua.
Esta situación plantea la posibilidad de discutir con los Estados Unidos en las Conferencias de Lima en un ambiente distinto del que se respiró en las Asambleas anteriores de la Unión Panamericana.
Los Estados Unidos van a esta conferencia animados del vital interés de lograr una entente sólida -en lo económico como en lo político- con la América nuestra. Alemania, Japón, Italia están penetrando audazmente en los mercados del Continente. Desplazan sus capitales, sus técnicos y sus mercancías para el mundo americano. Hábilmente ligan esta campaña de penetración financiero-comercial con la propaganda ideo lógica de las doctrinas totalitarias. Los abortados putchs nazis de Brasil y de Chile; el levantamiento armado de Cedillo en México; ciertos brotes falangistas en Venezuela y otros pueblos, revelan bien que no sólo están conquistando mercados las mercaderías fabricadas en las usinas de Tokio, Berlín y Roma, sino que el ideario totalitario está también "colonizando" conciencias. Esta situación plantea a Estados Unidos con urgencia insoslayable para sus intereses imperiales, la necesidad de formar un vasto frente desde México a la Argentina, opuesto a la penetración de los productos manufacturados y de las doctrinas políticas de los poderosos competidores suyos de Asia y de Europa.
Si alguien duda de este interés asignado por Estados Unidos a las Conferencias de Lima, que lea las informaciones que de allá nos trae constantemente el cable. En un mismo día -el 30 de octubre- dos cables de la up fechados ambos en Washington. Uno de esos cables resume el informe elaborado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos y por el Comité del Comercio Extranjero, informe que va a ser discutido en Lima y en el cual se hace énfasis sobre el hecho de que en los últimos 10 años han aumentado las exportaciones de Alemania y Japón para la América Latina, mientras que han disminuido las exportaciones estadounidenses. Ese informe concluye proponiendo una serie de medidas que debe propugnar la delegación yanqui en Lima: unificación de los tratados comerciales, cese o limitación de restricciones internas sobre comercio de divisas, etc.
El otro cable comenta la interpretación general dada a los más recientes discursos del presidente Roosevelt, en el sentido de que se proponen demostrar la intención de Estados Unidos de coordinar continentalmente la acción política antifascista.
Si Estados Unidos busca todo eso -entendimiento político y económico con Indoamérica- deber nuestro es sacar de esa situación las mayores ventajas posibles. La hora es propicia para pactar alianzas políticas y económicas, que dejen a salvo nuestra irrenunciable soberanía histórica y nos garanticen ventajas sensibles de orden material.
Enfocada la cuestión así, no pude menos de extrañar que nuestra delegación en Lima no vaya asesorada, por expertos económicos ni por hombres de negocios. La delegación designada por la Cancillería venezolana está formada por diplomáticos de vieja escuela, sin una información profunda en cuestiones económicas. Seremos, en consecuencia, y de no modificarse esa situación, uno de los pocos países cuya delegación concurra desarmada prácticamente para las negociaciones a emprender allí.
Esta es una falla de nuestra delegación fácilmente obviable. Bastaría con que, a costa de suprimir a elementos decorativos de la delegación, se enviara a Lima, en calidad de consejeros, a expertos en cuestiones económico-financieras.