Autor: Rómulo Betancourt
Título: Las estadísticas contra el optimismo de los satisfechos
Fecha de publicación: 05-11-1938
Publicación: Diario Ahora


Con motivo del conflicto de trabajo surgido entre la Compañía Venezolana de Electricidad y los trabajadores a su servicio, ha salido a la luz un dato estadístico decisivo: de 1936 a esta fecha el coste de la vida ha aumentado en Caracas en más de un 20%.
Se trata de la confirmación oficial de un fenómeno que, en cabeza propia y muy dolorosamente, viene sufriendo el hombre de las clases media y obrera. La Dirección de Estadística del Ministerio de Fomento, al registrar esos datos y al darles el respaldo de lo oficial, no ha hecho sino resumir en cifras una verdad que sólo niegan los satisfechos.
Este aumento del coste de la vida ha significado una disminución indirecta en los ingresos del empleado, del obrero y del hombre de clase media. Es ley matemática de Economía Política la de que toda alza en el precio de los artículos de generalizado consumo, repercute en forma de merma, de reducción, de sueldos y de salarios de empleados y obreros; y de los beneficios obtenidos por los sectores más débiles de la industria y del comercio.
Esa disminución indirecta de sueldos y salarios ha coincidido con otro fenómeno: el de la reducción directa del montante de ingresos de empleados y trabajadores, en determinadas ramas de la producción. Es el caso, muy característico e interesante, de los trabajadores del mop. Al comienzo del actual régimen gubernativo -y como "medida política", según confesara después el ex Ministro de esa Cartera, doctor Tomás Pacannins- se pagó a los trabajadores un jornal medio de Bs. 5 diarios. Hoy el salario mínimo es de Bs. 3. La reducción ha sido de un 40%. De donde se concluye que para millares de trabajadores- ocupados en las obras públicas nacionales la disminución de sus ingresos diarios alcanza al 60% de lo que ganaban en los primeros meses de 1936: un 40% por concepto de reducción directa y un 20% por reducción indirecta, debido al alza en el coste de vida.
Estas son cifras. Y no fantasías, ni "discursos de mitin", como acostumbran calificar los bien comidos a estas amargas constataciones del pauperismo que azota a las clases populares del país.
Los empleados y los obreros que trabajan en el comercio, la banca y la industria privada, no están en mejores condiciones que los trabajadores del mop. Los datos estadísticos oficiales -publicados en el Censo Industrial del Distrito Federal- revelan que el sueldo promedial de los empleados de esta porción de la República es de Bs.204 mensuales y de Bs. 6 diarios el salario promedial de los obreros.De esta "tijera" abierta entre el volumen de ingresos y el de gastos -sueldos y salarios estacionarios, con acusada tendencia al descenso, y alza constante en el coste de vida-, deriva la pésima situación de centenares, de millares de hogares pobres en la Capital de la República.
La situación no es mejor en el interior del país. El clamor de la provincia llega a diario hasta nosotros, gentes ciudadanas, desde las columnas de los órganos de prensa de más diverso matiz ideológico. Coincide el diario ultra- conservador de San Cristóbal, -Vanguardia- con el semanario popular de Acarigua -Brújula- en denunciar el estado de malestar económico de sus respectivas localidades. La vida cara es obsesión casi unánime de los venezolanos de los cuatro costados de la República.
Y no decimos unánime, porque, aun cuando resulte inconcebible, hay gente en Venezuela que niega la existencia de un profundo malestar económico en vastas capas sociales. Vivo está el recuerdo del documento oficial en que se presentaba el envío de cabezas de bananos a Tucupita, las medidas tomadas en favor de las víctimas de las inundaciones del Orinoco, el apoyo episódico a los productores de trigo y de arroz y la discusión en dos años, por el Congreso de la República, de proyectos de ley inquilinarios, como revelación de que se estaba atendiendo solícitamente el problema de la vida cara.
No ignoramos que medidas como la de los Mercados Libres pueden aminorar el problema del alto coste de las subsistencias. Reconocemos que el abaratamiento de las casas de madera de producción extranjera puede repercutir favorablemente en el caso de problema de la vivienda. Empero, con toda franqueza y resolución, sostenemos que esas medidas inconexas, sin ligazón alguna con una ambiciosa política incrementadora de la riqueza nacional, son pobres cataplasmas para males de profundas raíces y de proyecciones tremendas.
Dése tierras, semillas e implementos al campesino: dótese de crédito barato, y no en las dosis homeopáticas que podrían aportar las Cajas Rurales a los agricultores en quiebra; impúlsese en las ciudades aquellas industrias de factible realización en nuestro medio; créese, en síntesis, posibilidades de trabajo remunerativo al venezolano e impúlsese la producción nacional, y la madeja del problema económico esencial de Venezuela comenzará a desenredarse. Y, al mismo tiempo, no se entorpezca, sino protéjase, la lícita organización en sus organismos de resistencia económica, de los sectores menos favorecidos en la distribución de la riqueza, a fin de que puedan disputar a la minoría plutocrática extranjera y nacional posesionada de las más rentables industrias y empresas el derecho a la vida sin zozobras.