Autor: Rómulo Betancourt
Título: La ayuda a los caficultores y los problemas básicos del cultivo cafetero
Fecha de publicación: 15-11-1938
Publicación: Diario Ahora


Comentando la reciente Resolución del mac que destina tres millones de bolívares a fortalecer el Activo del Banco Agrícola y Pecuario, con destino a una acción crediticia de emergencia en favor de los caficultores, ofrecimos ahondar nuestro rápido, aun cuando favorable enfoque sobre esa medida gubernamental. Hoy venimos a cumplir esa promesa.
No diremos nada distinto de cuanto hemos venido sosteniendo sistemáticamente en esta columna, ni a afirmar que no son sólo medidas de emergencia las requeridas por la producción cafetera, como por la producción agrícola en su conjunto. Rezuma empirismo esa actitud de esperar a que un cultivo-esté en víspera de su colapso para acudir entonces en apoyo y ayuda de quienes se han dedicado a él. Es muy asimilable esta actitud a la del médico que, por descuido o incapacidad, dejara que agentes patológicos destruyeran casi el organismo del enfermo confiado a su cuidado. Y ya cuando éste estuviera en trance de perecer, apelara a las pequeñas dosis de estricnina o a inyecciones de aceite alcanforado, para producir una pasajera reanimación del organismo postrado.
No basta, pues, con destinar tres millones de bolívares a créditos agrarios, en condiciones liberales, para los caficultores arruinados. En el mejor de los casos -y partiéndose de la idea muy optimista de que el favoritismo político y las influencias personales no prevalezcan para la distribución de los créditos- éstos "parapetearán" apenas a la industria cafetalera. Empero, no desapareciendo las causas determinantes de la crisis del café venezolano, el problema de la subproducción nacional de ese fruto permanecerá irresuelto, y cada vez más agudo.
Medidas más a fondo, más profundas, generales y permanentes se requieren, para revitalizar la producción cafetera nacional, que una simple erogación oficial de 3 millones de bolívares; y que las primas de exportación, medida ésta sobre la cual tenemos un criterio ya bien conocido de los lectores habituales de esta sección.Esas medidas realmente de fondo son de carácter económico-social unas y otras, eminentemente técnicas.
Las primeras están vinculadas directamente el régimen de tierras y de créditos vigentes en el país. La gran hacienda de corte feudal, el sistema de producción de tipo latifundista no son, ni serán nunca impulso sino tra~ para el desarrollo de la producción cafetera nacional. Y la ausencia en el país de un sistema de créditos agrarios bien dotado monetariamente y flexible en sus relaciones con el agricultor, impedirán que se vitalice y renueve la agricultura.
El atraso técnico de los sistemas de producción que se usan en el cultivo del café es otro lastre que pesa en Venezuela sobre ese género de cultivo. No es por azar -sino como consecuencia de esas condiciones adversas de carácter económico y técnico que aplastan a la producción cafetera nacional por lo que una mata de café en nuestro país da como cosecha un promedio de una libra, mientras que en Centro América ese mismo promedio es de hasta diez libras por árbol.
Ante esta compleja trama de dificultades que se interponen en la vía del desarrollo de nuestra producción de café, las soluciones a medias y las medidas de emergencia resultan paliativas. Y dejan siempre intocada la entraña misma de la cuestión.
En otros países americanos ya se comienza a proceder en forma diferente. Este es el caso de Colombia. Nuestra vecina tiene que enseñarnos mucho, por más que esto le duela a un patrioterismo de opereta y discurso hinchado. En el plano del desarrollo económico y de la orientación hacia un moderno modo de ver los problemas colectivos, el pueblo situado más allá del Táchira ha dado pasos en firme. Mientras nosotros continuamos haciendo pininos.
En este aspecto de la producción cafetera -que allá, como aquí, es eje de la economía natural-, Colombia ha enfocado el problema mucho más realista y científicamente que nosotros.
Y si no obsérvese cómo ha reaccionado ante la situación que actualmente confronta la producción cafetalera en el país. Los precios de los tipos "suaves" que se producen en Caldas, Antioquia y otros Departamentos están muy firmes en los mercados consumidores. Esta firmeza es artificial, porque deriva de un fenómeno transitorio: la ausencia de los mercados consumidores de más o menos de un millón de sacos de café centroamericano, debido a pérdidas de cosechas como consecuencia del agudo invierno de 1938. En Colombia no se han llenado de satisfacción ante la estabilidad de los precios de su café. Han visto claro lo transitorio de esa situación; y, al mismo tiempo, han enfocado la disminución de la propia cosecha nacional, que será de un 50% en el departamento de Caldas, debido a los rigores del invierno y a circunstancias negativas de carácter técnico. Y visualizado el problema en esos aspectos, han buscado la forma de solucionarlo afondo, yéndose a la raíz misma de las causas y no limitándose a las medidas de emergencia.
En este sentido, tal vez la medida más resuelta que se discute, y en cuya adopción está empeñado resueltamente un gran sector del Congreso, es el de la organización de los cultivos de café. El proyecto fue introducido, en octubre pasado, por los representantes Campuzano y Escobar.
Nos reservamos para un próximo artículo el comentario de ese proyecto legislativo, Y, por ahora, dejamos planteado nuestro criterio de que el crédito de emergencia de los tres millones de bolívares, con todo y ser una medida progresista y atinada, deja in tocado el fondo mismo del problema cafetero nacional. Como ya había evadido esa solución a fondo -y no sólo con respecto a ésa, sino a todas las ramas de la economía agrícola nacional- el decreto ejecutivo sobre primas de exportación.