Autor: Rómulo Betancourt
Título: El contrabando
Fecha de publicación: 10-08-1937
Publicación: Diario Ahora


El tema que también se debate a diario es el del contrabando. En las páginas de la prensa encontramos con frecuencia artículos y comunicados, donde se habla del incremento tomado por la introducción a nuestros mercados, en forma clandestina y sin satisfacer los derechos aduaneros; de mercancías extranjeras.
El 31 de agosto del año pasado, se dirigía el Ministerio de Hacienda, por circular No. 6256 a los Administradores de las Aduanas de la República. Y en esa circular, de tono alarmado, se refería el para entonces titular de aquella cartera, Dr. Atilano Camevali, al auge del contrabando. Enfoca el problema no sólo desde el punto de vista fiscal, sino en sus repercusiones sobre la vida comercial del país. "Si la introducción ilegal de mercancías afectara solamente al Erario, bastaría tal circunstancia para justificar las medidas más enérgicas a fin de combatirla; pero sus consecuencias son mucho mayores por la desmoralización creciente que trae el continuo desacato de la ley y por el desconcierto y perjuicio que produce al comercio honrado y laborioso. Por lo tanto, nunca será bastante la vigilancia que se tenga para prevenirla, ni el rigor legal que se adopte para sancionarla". Esta circular del Ministerio de Hacienda, concluía con un párrafo indicador de que se buscaba un correctivo inmediato al problema del tráfico ilegal de mercadería extranjera". Así terminaba la circular que comentamos: "Con relación al contrabando que se efectúa por las costas venezolanas, este Despacho estudia un plan completo y eficiente para la guarda de nuestro litoral. Ningún esfuerzo que pueda contribuir a la reorganización y suficiencia de este servicio, será desestimado, y no descansará el Ministerio mientras no haya logrado extirpar esos abusos que ocasionan graves perjuicios a la Hacienda y economía nacionales".
Si el plan completo y eficiente para la guarda de nuestro litoral fue llevado a la práctica por el Despacho del ramo, no lo sabemos. Pero sí que el contrabando sigue, como en sus mejores tiempos, realizándose por todas las costas del país.
A este respecto, el "Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas", en su más reciente entrega (mayo-junio de 1937) considera ese tráfico ilícito de mercancías ha contribuido como factor de perturbación en la vida comercial. Dice así el órgano de prensa en referencia: "Por otra parte, uno de los factores de la detención de los negocios de las casas mayoristas y de ciertas industrias de mercancías secas es el contrabando, el cual se está efectuando con toda intensidad por las costas y fronteras del país. Curazao y Trinidad, puertos libres, son el asiento natural del contrabando y la mercancía japonesa elemento muy principal de esa plaga tan dañina para el fisco y nuestro comercio".
La realidad salta evidente de estas referencias oficiales y particulares. El contrabando es una industria a pleno rendimiento.
Como primera observación, se nos ocurre hacer la de que sólo un interesado en defender gobiernos de fuerza puede atribuir este estado de cosas a los cambios operados en Venezuela después de la muerte de Gómez. En realidad, el contrabando es en Venezuela toda una institución, varias veces centenaria, que va a buscar sus orígenes en el intenso tráfico clandestino que realizaban desde el siglo XVIII los bergantines ingleses y holandeses hacia nuestros puertos. El monopolio del comercio de exportación e importación que ejercía España sobre sus colonias americanas fue regla violada sistemáticamente por la audacia del bucanero contrabandista y por la codicia del criollo. Y no cambió la situación cuando advino la República. En estos días ha sido desempolvado y dado a la prensa, muy oportunamente, un decreto del Libertador, fechado en Trujillo en 1824, en el que se aborda la cuestión del contrabando. En sus considerados se habla de que las penas establecidas no han sido suficientes para impedir el contrabando, continuando el fraude de los derechos de importación y de exportación por los puertos de la República con grave detrimento de sus intereses.
Sería tarea sencilla pero que no encaja dentro de la orientación hacia la síntesis de nuestra columna, la del citar los innumerables decretos y las medidas de todo orden que se ha llevado a la práctica en esta materia, durante los cientos y tantos años que contamos de República. Esto basta para convencer al más obcecado enemigo de las libertades públicas de que en las bastantes condicionadas, pero innegables, que han existido en Venezuela después de la muerte del dictador, sería absurdo e injusticia buscar el origen del auge de esa pingüe industria del contrabando.
En nuestro artículo de mañana insistiremos sobre el tema, tratando de señalar las que, en nuestro concepto, son causas en realidad determinantes de esa constante introducción clandestina de mercadería extranjera, con perjuicio del fisco y del comercio honesto.