Autor: Rómulo Betancourt
Título: La producción venezolana. Parte I
Fecha de publicación: 13-04-1937
Publicación: Diario Ahora


Es triste constatar cómo el monto de la producción genuinamente venezolana se ha quedado estancado en todo lo que va de este siglo. Producimos la misma cantidad de café y la misma cantidad de cacao que hace veinte o más años. Y, lo que es más grave aún, no hemos incluido nuevos frutos entre los renglones de la producción como el tabaco, que se exportó en cantidades apreciables, en épocas pasadas para Europa y del que no vendemos hoy al exterior ni una sola hoja.
Según datos que tomamos del Boletín de Estadística Mercantil y Marítima, publicación oficial del Ministerio de Hacienda, exportamos en 1906 cuarenta y cuatro y medio millones de kilos de café y doce millones ochocientos mil kilos de cacao. En 1913 la exportación subió a sesenta y cuatro y medio millones y diecisiete millones novecientos mil kilos respectivamente. Durante los años de la guerra, del 14 al 18, sufre el negocio de exportación por las contingencias naturales que se derivan del conflicto. Durante los años 17 y 18, se acentúan las dificultades para exportar y se deja sentir el debilitamiento económico de los contendores que casi los anula como consumidores. Ante la baja ruinosa de los precios, prefieren nuestros productores y comerciantes almacenar las cosechas con la esperanza de venderlas mejor más adelante. El año 19 muestra cifras anormales, porque, además de las cosechas que le correspondían, se exportaron, durante ese lapso, grandes cantidades de café y de cacao que habían sido mantenidas en depósito. El año 20, el de la gran crisis mundial, muestra un descenso notable. Desde el año 21 se normaliza de nuevo el negocio de exportación, manteniéndose las cifras, según la bondad de las cosechas, entre cincuenta y sesenta millones de kilos para el café y alrededor de 15 a 16 millones de kilos para el cacao. Desde entonces, hasta ahora, nos hemos mantenido estacionados alrededor de esas cifras.
Las cifras, con su fría lógica, indican que no hemos aumentado nuestra producción. No opinamos porqué deban aumentarse las siembras de café para producir mayor cantidad de este grano, porque sus perspectivas son poco atractivas en el mundo, ya que la producción sobrepasa en mucho el consumo y se le sostiene a un precio remunerador gracias a medidas artificiales que dependen principalmente del Brasil, el más grande productor.
Pero sí es urgente que multipliquemos la producción agrícola diversificándola. Nuevos renglones deben entrar a figurar en ella, que sirvan para abastecer la demanda doméstica de muchos frutos que importamos hoy y para acrecer el volumen de nuestra exportación.
Tenemos noticias de que se ha iniciado, con éxito y gracias al sostenido esfuerzo de un individuo enérgico y emprendedor, la exportación de bananos venezolanos para los Estados Unidos. Estimamos que esta es una industria que debe desarrollarse, que el Gobierno debe proteger y ayudar resueltamente, pues abre una perspectiva magnífica a los pequeños agricultores venezolanos. Queremos advertir que se debe evitar, por todos los medios posibles, entrar en el nefasto camino que han seguido algunas Repúblicas Centro y Sur Americanas, de dar concesiones a la United Fruit, especie de pulpo dañino que aniquila las pequeñas economías agrarias y que ha convertido extensísimas regiones de esos países en enormes latifundios donde el nativo queda reducido a la categoría de paria en su propia tierra. Siempre que sean pequeños agricultores independientes los que cultiven el banano, este nuevo ramo se convertirá en una fuente de riqueza efectiva y benéfica.