Autor: Rómulo Betancourt
Título: El banano, nueva fuente de riqueza
Fecha de publicación: 15-04-1937
Publicación: Diario Ahora


Podemos informar a nuestros lectores que los señores Morrison y Saborio han despachado, hasta ahora, cinco embarques de bananos para los Estados Unidos con éxito muy prometedor. Verdad es que estos embarques han sido pequeños, debido a la escasez de fruta en buenas condiciones. Los iniciadores de este negocio esperan aumentar progresivamente la cantidad, pues el Ministerio de Agricultura y Cría y el Banco Agrícola y Pecuario demuestran gran interés por estos felices ensayos o impulsan la siembra, especialmente en "El Trompillo", donde bajo la inteligente dirección de Cecilio de Castro, administrador de esta finca, se han distribuido tierras en lotes de a cinco hectáreas entre los campesinos, a quienes se suministra la semilla adecuada, el personal técnico que les enseñe la manera científica de cultivar la fruta, el crédito que les permita sostenerse hasta la cosecha y todo género de facilidades. Se trabaja activamente en el sentido de tener sembradas para la época de entrada de aguas, cuando menos seiscientas hectáreas. Estas tierras son muy apropiadas para el cultivo al que se les ha dedicado y tienen irrigación.
Las exportaciones han sido de la clase llamada en los Estados Unidos "Gross Michel" y "Cuyaco" entre nosotros, cuya calidad ha resultado ser tan buena como la de Santa Marta, la mejor que se produce en Colombia y a pesar de que los bananos que se han enviado hasta ahora no han tenido el cultivo que le debe ser aplicado para obtener una fruta de primera calidad.
Gracias a la protección que con tan buen acierto han decidido prestar a este cultivo, el Ministerio de Agricultura y Cría y el Banco Agrícola y Pecuario, hay fundadas esperanzas de poder establecer, dentro de pocos meses, embarques regulares de dos mil racimos quincenales, ya de una calidad uniforme e indudablemente superior a la que se exporta actualmente por la manera científica como se le está cultivando. Y, como el Ejecutivo se interesa seriamente por fomentar esta nueva fuente de riqueza, se podrán plantar hasta tres mil hectáreas en el curso del año, que, a razón de cuatrocientos racimos por hectárea, darían un millón doscientos mil racimos. Son estas cifras apreciables que agregarán una entrada substanciosa a la economía nacional. Nuestra exigua exportación ganará con el banano un nuevo, valioso renglón. El mercado consumidor norteamericano puede absorber, fácilmente, grandes cantidades. Una sola firma de aquel país se compromete a colocar cien mil racimos semanales en la Costa Atlántica. En cuanto a nuestra capacidad de producción, no tiene, prácticamente, límite. En la hoya hidrográfica de la Laguna de Valencia hay cuando menos cincuenta mil hectáreas de tierras de primera calidad para este cultivo, cuya mayor parte pertenece hoy a la Nación. Además de sus magníficas condiciones naturales, reúnen estas tierras la inapreciable ventaja de fácil acceso al puerto de embarque, por carretera inmejorable y por ferrocarril. Los racimos pueden ser transportados a Puerto Cabello, lugar de embarque en dos horas, sin que tengan que sufrir aporreos o desperfectos.
Los embarcadores están pagando actualmente Bs. 1,50, 1,25 y 1 por racimo, en el propio campo donde se le cosecha, según el número de manos que tenga, pero esperan poder mejorar estos precios una vez que se intensifique la exportación porque los fletes ultramarinos son todavía muy crecidos ($ 0,50 por racimo) y este gasto se podrá reducir sólo cuando se hagan grandes embarques.
Existe el proyecto de poner el negocio de exportación de bananos en manos de una Cooperativa, así que los productores, pequeños agricultores todos ellos, puedan participar también en las utilidades. Aún cuando pudiera parecer prematuro a los pesimistas, nosotros creemos que debía ampliarse más aún la idea creando el Instituto del Banano que se ocupe de fomentar el cultivo y de conseguir mercados para la fruta.
Con este esfuerzo que se está llevando a cabo, bajo la protección del Gobierno, creará Venezuela su industria bananera propia, probando que se puede hacer, sin entregarse a la explotación de empresas extranjeras. Es alentador sabernos capaces de un esfuerzo constructivo de esta índole, sabernos capaces de formar una industria nueva, de la cual se beneficiarán millares de pequeños agricultores, por nosotros mismos sin haber tenido que recurrir a compañías extranjeras que exhiben una negra historia en todos los países donde se les ha dado entrada.
Aplaudimos al Gobierno por la protección decidida y el apoye inteligente que está prestando a la naciente industria y enviamos una palabra de aliento a los iniciadores.