Entrevistadores: Sofía Ímber; Carlos Rangel
Entrevistado: Arnoldo José Gabaldón, ex ministro de Sanidad
Programa: Buenos días
Canal: Radio Caracas Televisión
Fecha: 02-04-1973

RH: Reinaldo presentó al eminente científico y médico venezolano dr. Arnoldo Gabaldón. Ha sido Ministro de Sanidad y es el hombre que acabó con la malaria en Venezuela.
SI: Como sabemos que en Venezuela nadie es profeta en su tierra –dijo Sofía-, nos ha gustado mucho y ha sido un honor para "Buenos días" tener a Arnoldo Gabaldón, que es el único venezolano que figura en este libro (lo mostró) donde están justamente los bienhechores del siglo XX. Es un libro de 1.400 páginas...
CR: Editado por la Unesco, dijo Carlos, y se titula "Historia del siglo XX".
SI: ... y entonces ahí se nombra la labor del dr. Gabaldón y de su gran trascendencia para el mundo, que es la erradicación de la malaria. Entonces, los venezolanos, que somos un país eminentemente joven no sabemos lo que es la malaria porque ya la gente.... ¿de cuántos años?
RH: ¿Hace cuántos años se erradicó la malaria?, intervino Reinaldo.
AG: Mire usted –dijo AG-, realmente que la gente, como ustedes dijeron, la gente joven conoce poco de este asunto porque el 77% de los venezolanos tiene menos de 35 años y como la malaria, realmente, se redujo a términos muy poco importantes desde el año 50 ó 55, la mayor parte de la gente no se acuerda de lo que fue. Y también que una tercera parte de los venezolanos que eran los que vivían en las zonas verdaderamente maláricas* de Venezuela y unas dos quintas partes en la zona de la Costa Cordillera, que también era flagelada. De modo que el grueso de esta gente rural, no tiene mayor importancia hoy en día porque eran analfabetas, no pueden echar los cuentos, etc. De modo que yo creo que para dar una idea de lo que era la malaria aquí en este país y se acuerda la gente joven... ¡Los médicos jóvenes no han visto un caso muchas veces en todo su adiestramiento!
CR: ¿Malaria y paludismo, son lo mismo?, dijo Carlos.
AG: Sí, es lo mismo, porque uno viene de "mal aire" y otro viene de "paludes", que significa "lagunas". Ahora, todo el mundo conoce aquí, naturalmente, el libro clásico o acerca del problema de la malaria en Venezuela. A mí me impresionaron los primeros dos párrafos. Ese libro es "Casas Muertas", de Miguel Otero Silva. Esos dos primeros párrafos dan una idea y me voy a permitir leerlos: "Esta mañana enterraron a Sebastián. El padre Pernía, que tanto afecto le profesó, se había puesto la sotana menos zurcida, la de visitar al Obispo, y el maneto y el bonete de las grandes ocasiones. Un entierro no era acontecimiento inusitado en Ortiz. Por el contrario, ya de tanto arrastrarse las alpargatas había extinguido definitivamente la hierba del camino que conducía al cementerio y los perros olían con rutinaria mansedumbre a quienes cargaban la urna o la precedían, señalando la ruta mil veces transitada. Al frente del cortejo marchaba Nicanor, el monaguillo, sosteniendo el crucifijo en alto, entre dos muchachos más pequeños que a mano levaban los candelabros. Luego el padre Pernía, sudando bajo las telas del hábito y el sol villano... Enseguida... y esto es lo más interesante, acotó Gabaldón. .. los cuatro hombres que cargaban la urna y, finalmente, treinta o cuarenta vecinos de rostros terrosos. El ritmo pausado del entierro se adaptaba fielmente a su caminar de enfermos. Así, paso a paso, arrastrando los pies, encorvando los hombros bajo la presión de un peso inexistente, se les veía transitar a diario por las calles del pueblo, por los campos medio sembrados, por los corredores de las casas" ¡Ése era el paludismo! -dijo AG-. En realidad, aquello se ha olvidado, aún por los sanitaristas. En días pasados, o el año pasado, alguien hablaba de la poca importancia que tenía el paludismo, porque creían que los médicos al diagnosticar las partidas de defunción lo ponían por gusto. ¡Pero eso no era así! El número de los entierros -eso sí figura en las estadísticas venezolanas-, ese número crecía periódicamente cada cinco años porque el paludismo tiene esa peculiaridad, de que baja en unos años y aumenta en otros.
RH: ¿Cuántos venezolanos morían al año de paludismo?, dijo Reinaldo.
AG: En los años peores morían unos 8.000, y a veces 10.000. En una población de menos de tres millones de habitantes es una cosa importante. Todo el mundo se acuerda de la epidemia de influenza o "gripe española" del año 18. Sin embargo, la epidemia de malaria en el año 16 mató más gente que la gripe del año 18 en Venezuela. Entonces, ¿qué pasó?. Que el año 18 la influenza flageló la población de las ciudades donde estaban los señores de importancia y murieron algunos, pero el año 16, el que moría era el pobre campesino, abandonado por ahí, en donde apenas su defunción se registraba en los libros que ordinariamente se llevaban...
SI: A nosotros nos encanta que usted nos explique lo que es la malaria –dijo Sofía-, pero tiene un sentido, es decir, si de repente en Venezuela olvidáramos el nombre de la malaria porque está erradicada... ¡Ojalá pudiéramos olvidar también el nombre del hambre, el nombre de cualquiera de esas cosas gastroenteritis! ¿Si sucediera algo, podría volver la malaria?
AG: Bueno, mire –dijo AG-, la verdad es que...
RH: Está volviendo, dijo Reinaldo, y vamos a llamarla paludismo porque es más corriente, y la gente conoce más esta palabra.
AG: Somos un poco optimistas al decir que se erradicó la malaria del país. En realidad, se ha erradicado de 460.000 kms. cuadrados en donde viven siete millones de habitantes, ahí todavía existe, eso forma parte del sur del Lago de Maracaibo, occidente de Barinas y Apure y sur del Táchira y Mérida, y luego el Territorio Amazonas y parte del edo. Bolívar.
CR: De esa cuenta tres millones de habitantes –dijo Carlos-, esos son los que viven donde no había malaria.
AG: Exacto –dijo AG-, los que viven en la Costa Cordillera, que no tenían problema malárico.
CR: Entonces hoy en día –dijo Carlos- hay 7 millones de venezolanos viviendo en cerca de 50.000 kms. cuadrados, que eran flagelados por el paludismo.
AG: Exactamente.
CR: Hay unos 3.500.000 que viven donde el paludismo nunca fue problema, y queda como medio millón viviendo en zonas todavía azotadas. Al margen de que el paludismo pueda o no volver, o sea, un problema mucho menos importante, yo creo que contar una vez más la historia de la campaña antimalárica es muy importante porque se demuestra, y justamente es lo que este libro de la Unesco recoge y donde la única mención de Venezuela es la que se refiere a ese hecho... Esa campaña demuestra que en Venezuela sí podemos hacer algunas cosas bien hechas. Para mí la campaña antimalárica es una gestión épica y aquí tenemos al protagonista principal, con sus colaboradores que fueron muchos. Porque Venezuela, por una vez, fue el primer país del mundo que hizo algo bien hecho y muy importante. Luego a Venezuela la han imitado en otras partes y nunca con tanto éxito. Yo quisiera que en este programa descubriéramos por qué en ese caso Venezuela sí pudo hacer algo mejor que otros países cuando en tantos otros casos no podemos. El libro de la Unesco en su única mención de Venezuela dice: "Venezuela, donde las ratas de mortalidad por malaria eran altísimas y donde enormes áreas del país eran inhabitables prácticamente, porque había formas especialmente virulentas de este mal, formuló en 1945 el primer programa en el mundo para eliminar la malaria por completo". Luego explica cómo se hizo y dice que otros países imitaron a Venezuela ¿Por qué fue Venezuela el primer país del mundo y por qué en este caso sí pudo hacer algo muy bien hecho?
AG: Este hecho –dijo- fue, realmente, una cosa un poco accidental. Durante la guerra, yo fui invitado a dar clase a jóvenes médicos militares norteamericanos que iban a ser enviados al Pacífico... sobre malaria precisamente. Y entonces un amigo mío que había sido ascendido, con la rapidez que hubo en la guerra, a General, me contó que había un polvo que puesto en las paredes de las casas mataba los mosquitos por tres meses. Resulta que nosotros habíamos tenido aquí experiencia de lo que sucedía si se mataban los mosquitos con flit cada semana. El flit era un insecticida que se usaba mucho en esa época con unas bombas se rociaba y que era esencia de piretro. Éste era un método que en realidad había sido introducido por Carlos Chagas en Brasil, el mismo que descubrió la enfermedad de Chagas. Él, con fumigaciones de azufre, en 1908, había probado que la transmisión de la malaria caía si se fumigaba cada semana para matar a los mosquitos. Pero hubo un accidente de eso que Ramón y Cajal llamaba, que las opiniones de los científicos necesitan también de tener cañones para ser respaldadas... Bueno, la opinión de Carlos Chagas en Brasil, quedó olvidada porque otros malariólogos de países avanzados y poderosos opinaban que habían que matar solamente las larvas. Y por eso, solamente en 1936 alguno empezó en el África a probar con flit demostrando que pasaba lo mismo. Yo leí eso y empezamos aquí a emplear flit en una epidemia que hubo del 40 al 42, la más grave epidemia de los últimos tiempos. Entonces, cuando vimos que aquello caía con flit una vez por semana y cuando me dice el General que este polvo dura activo por tres meses, el DDT... pero era un secreto militar en ese momento que rociándolo en las paredes y los techos mataba los mosquitos por tres meses. Esa noche yo no pude dormir de la emoción, todavía me emociono cuando lo recuerdo, y nos preparamos para el fin de la guerra. Con agua rociábamos, adiestrábamos a la gente, de modo que en el año 45, en el otoño, se puso el DDT al uso comercial, pero los países avanzados de la zona templada que podían usarlo ya no tenían transmisión de malaria para ese momento. De modo que entonces nosotros compramos DDT y lo usamos de inmediato porque nuestra transmisión de malaria seguía vigente. Eso fue en el 45.
RH: ¿Cuánto tiempo después de empezar ustedes el uso del DDT –dijo Reinaldo-, ustedes notaron que ya que el paludismo no era el flagelo de antes?
AG: Mire, ésa es una cosa progresiva –dijo AG-. Nosotros teníamos una organización de reparto de quinina que tenía como 2.500 puestos por toda el área malárica de Venezuela. La gente iba y decía que tenía fiebre y le daban su pastillita de quinina. Yo decía cuando hablaban del uso de las libertades de que habló Roosevelt, que el venezolano tenía una cuarta libertad, que era la de curarse su paludismo gratuitamente. Bueno, estos hombres, que eran colaboradores voluntarios y mandaban todos los meses cuatro o seis páginas de nombres, con las edades de los que recibían las pastillas, empezaron a acortar sus listas porque sencillamente la gente ya no iba a reclamar pastillas. Y la secretaria que manejaba todo aquello con gran eficacia en Maracay, Evelia, me puede estar oyendo... sabía lo que estaba pasando, que las listas se acortaba y nos informaba de ello. En un momento dado, no hubo reparto de quinina. Eso se precipitó, se cayó en crisis en toda esta área que nosotros estábamos invadiendo poco a poco. Hay una cosa importante: nosotros no empleamos el DDT en toda el área malárica de una vez. Disponemos de cantidades relativamente pequeñas porque hubo una especia de lucha dentro del SAS que por qué no se ensayaba con un proyecto piloto. Yo decía que no porque yo sabía que eso era efectivo, porque si el flit era efectivo en una semana, el DDT tenía que ser efectivo por tres meses. Entonces hicimos una guerra de guerrillas, digámoslo así. Porque en vez de rociar DDT por todas partes, rociamos los lugares donde se presentaba la epidemia y, si se presentaba la epidemia el año 46, llegaba la prensa e iba a hacer de ello una desgracia para el DDT. Y con una táctica muy bien empleada apagamos todos los focos palúdicos antes de que las noticias llegan a la prensa. Eso fue en el 46. No lo dejamos aparecer ya en forma epidémica, eso creo que fue una de las cosas interesantes, el detenerlo.
Yo quería citarles parte de lo que era la malaria en los últimos tiempos –dijo AG-, del 40 al 42. La malaria es una dolencia que en la forma aguda reduce al individuo a la cama. Una zona donde del 25% al 50% de sus casas tenían una o más personas dominadas por la fiebre, era un área donde poco se podía mejorar económicamente. Pero eso no era todo, pues la persona convaleciente era débil, indiferente descuidada, con la voluntad rota, ajena a cualquier ambición. Toda esa actitud constituía un complejo psicológico que se expresaba bien por la manera de saludar... No se decía: "¿Cómo está usted?", la frase común en el resto del mundo. Se preguntaba: "¿Cómo están por aquí?, porque había que averiguar por toda la familia de una vez. La respuesta era "mejorcitos", indicando con una claridad meridiana que se había estado recientemente enfermo. Esa palabra "mejorcito", envolvía toda una señal de la tragedia en que vivían. Ese "mejorcitos" no eran seres humanos completos, con ellos no se podía progresar, con ellos no se podía inspirar entusiasmo con ninguna acción, con ello no podíamos formar la Venezuela aspirada por todos. Significaba, simplemente, una gran desolación, hallar las cocinas apagadas en aquella vivienda que eran antros de dolor, cuyos habitantes no se movían de sus chinchorros. Gran aflicción representaba el hecho de que había que llevar el agua para dar una pastillita de quinina porque no habrá habido a menudo fuerzas para traer la lata del manantial cercano. Tristeza grande era palpar el conuco abandonado después de haber producido útil cosecha, por carencia de fuerzas para recogerla. Gran tragedia fue el hallazgo de un niño atado a la pata de una mesa, como única la seguridad que tenía su madre cuando perdía el conocimiento por la fiebre de que el chico no iba a caer en la acequia vecina. Horroroso fue le cuadro que encontró un médico al ver a un bebé tratando de mamar el pecho de su madre muerta. Antro de pavor fue el rancho en donde un hombre putrefacto yacía sobre el suelo, 48 horas después de muerto, porque nadie en la aldea había tenido fuerzas para enterrarlo, pues todos estaban echados gimiendo bajo la fiebre devoradora. Lúgubre fue el amanecer para quienes encontraron a un viejo solitario tendido en el patio de su casa, muerto, con un pocillo en la mano, cuando trataba de buscar una ayuda en el vecindario. Así era la zona malárica de Venezuela. En pleno siglo XX se había reproducido el "Infierno de Dante", con sus terribles palabras: "Perded toda esperanza ¡Oh, vosotros que entráis aquí!" Esto fue apenas ayer y su recuerdo parece sólo una gran pesadilla. Ante tanta tragedia debida a la malaria que existió, parece mentira que varios grupos de médicos recién graduados no hayan visto durante su paso por el hospital ni un solo caso de esa enfermedad.
CR: Eso es escrito por el dr. Gabaldón, dijo Carlos.
SI: ¿Dónde se puede conseguir eso?, dijo Sofía.
AG: Se lo regalo, dijo Gabaldón.
SI: ¡Qué bueno, mil gracias!, –dijo Sofía-.
AG: Todavía me quedan algunos volúmenes, esas ediciones oficiales no se venden.
RH: Eso que acabas de leernos es muy importante –dijo Reinaldo-, eso nos muestra lo que era Venezuela hace apenas 30 años. Esos casos horribles, sería interesante que usted siguiera, estábamos en la guerra de guerrillas ¿Qué pasó luego del 46?
AG: El problema fue entonces –dijo- cómo ensanchar la campaña y llevarla a escala nacional. Y así fuimos progresivamente convenciendo a las autoridades para que dieran los presupuestos y poder entonces rociar todas las casas del área malárica de Venezuela.
SI: La pregunta mía... es que me inquieta... Yo siempre pienso en la actualidad –dijo Sofía-. Cada vez que se descubre algo para una enfermedad viene una cosa que anda mal. Uno oye decir primero... son dos preguntas... ¿Es el DDT la única posibilidad de luchar contra la malaria en las zonas del mundo donde quede? ¿Es dañino el DDT? Se dice que el DDT es una de las causas más graves de la polución ambiental.
AG: Son dos preguntas. La primera es que el DDT es el insecticida más eficaz y más económico para la campaña contra el paludismo; la segunda es que en esta área malárica de donde no han desaparecido, que empezamos la campaña el año 48, allí en esas casas fueron concebidos muchachos, que nacieron y gatearon en la casa rociada, y crecieron y llegaron a hombres y se casaron con otras muchachas que hicieron lo mismo, y todavía están vivos y a sus hijos no les ha pasado nada. Eso no quiere decir que el DDT no sea un insecticida peligroso, el problema es que el DDT, puesto en las casas en una cantidad pequeña, le es muy difícil a una persona ingerir la cantidad suficiente para que le haga daño.
RH: Usted sabe, dr. Gabaldón –dijo Reinaldo-, que dicen que el DDT cuando cae en el agua, los peces lo comen, se mueren, vienen pájaros que se comen esos peces y mueren.
SI: Sofía dijo que es más importante lo dicho por el dr. Gabaldón que el niño que nació en esa casa rociada, creció, se casó y ha tenido hijos sanos.
AG: Bueno –dijo AG-, es que este caballero va más veloz que yo. El caso es el siguiente: cuando el DDT se usa en el campo en cantidades grandes para controlar los insectos que se comen las cosechas, ése sí va al agua y ahí sí mata peces, y los pájaros que se comen los peces ponen huevos de conchas delgada y entonces no se pueden reproducir. Pero afortunadamente como nosotros no somos pájaros para que los huevos se echen a perder y nacen niños buenos y más abundantes, además.
SI: Entonces -dijo Sofía-, esas legumbres regadas con agua que lleva DDT, en los países grandes se dice que ha causado grandes enfermedades. Entonces, eso tampoco debe ser cierto, ¿no? Me angustia eso del DDT.
AG: El problema es en realidad –dijo- que la gente con DDT en su interior en gran cantidad puede sufrir trastornos. Hay que lavar los productos agrícolas que han sido rociados.
SI: ¿Desaparece el DDT al ser lavadas esas legumbres?, dijo Sofía.
AG: Desaparece.
CR: Apenas 30 años más tarde de haber reducido el paludismo –dijo Carlos-, los venezolanos viven mucho más, tienen más capacidad de trabajo y, en general, son una población capaz de progresar. La campaña antimalárica plantea una cuestión que es el tema político ¿En qué consiste gobernar a un país? ¿Cuáles son los factores de gobierno que le convienen a un país? Hay un párrafo en el libro del dr. Gabaldón, "Una política sanitaria", que para mí es extraordinario. Dice así: "La desaparición de la malaria ha significado, prácticamente, un ensanche del territorio nacional que equivale casi dos veces la antigua área habitable. Muchas veces los países van a la guerra con sus vecinos para adquirir algunos terrenos que rara vez pasan del 10% del territorio nacional. Con la casi desaparición de la malaria en Venezuela, nuestro país ha ganado más del 100% en su área habitable. Ante tal ganancia no puede dar sino risa la ira con que algunos recuerdan que en nuestro último arreglo de límites pudimos haber perdido unos 500 kms. cuadrados, menos del 1% de lo que le hemos arrebatado a la malaria".
SI: A mí me parece que la pregunta de Carlos –dijo Sofía- y el párrafo que ha leído del magnífico libro suyo, está muy bien dirigido porque ustedes tampoco deben olvidar que de los nombres y muy válidos presidenciables que se han barajado en Venezuela, está siempre el del dr. Gabaldón. Con mucha frecuencia es así y se ha hablado de la posibilidad del dr. Gabaldón como Pdte. de la República.
RH: Y el dr. Gabaldón –acotó Reinaldo- siempre cogía esa baraja y la rompía.
SI: Sin duda que debe entender –añadió Sofía- de lo que es buen gobernar.
AG: Mire usted –dijo AG-, hay una cosa muy interesante ¿Usted sabe cuánto ha costado por año la campaña antimalárica en Venezuela? Siempre menos y ahora mucho menos de lo que cuesta el servicio de aseo urbano y domiciliario en la ciudad de Caracas. En efecto, hice un estudio, los países iberoamericanos gastan más en recoger la basura de sus capitales que lo que cuesta la campaña antimalárica.
RH: Y la recogen menos también, dijo Reinaldo.
AG: Sí, eso ocurre, más tarde podremos hablar de eso. De modo que esta campaña que a veces se ha dicho que no se pudo llevar en Venezuela porque Venezuela no tenía dinero ¡No! Se puede llevar a cabo con muy poco dinero.
CR: ¿Cómo se llevó a cabo aquí?, dijo Carlos.
AG: Éste es un prodigio porque el venezolano que entró a trabajar en la campaña antimalárica parece que es un poco distinto del venezolano éste que estamos viendo hoy día. Le voy a decir lo siguiente: ¿Usted sabe lo que significa arder en esas soledades del llano? Un par de hombres en mula, con dos mulas por detrás, a ir de casa en casa rociando DDT. Yo me trasnochaba a veces.
SI: ¿Cuánto se les pagaba?, dijo Sofía.
AG: Bueno, mire, en eso sí tuvimos algo bueno. Cogimos y preguntamos cuánto ganaba un obrero agrícola. Y entonces dijimos: Vamos a pagarle el doble los 365 días del año, y además los pusimos con un uniforme bueno, con buenas polainas, con zapatos, con cascos, y le dimos una mula de las mejores que se consiguen en este país, con buenos paeros. Eran los mejores señores del área rural donde vivían, muchos mejores que sus primos, que sus hermanos, que sus amigos. Estos hombres se mandaban y no se podían vigilar. Yo me despierto siempre muy temprano, es lo que yo llamo trasnocho, me despertaba y me ponía a pensar dónde estaría aquel par de vagabundos, por allí metidos en el fondo de Barinas. En varias oportunidades, cuando yo no esperaba, llegaba a un rancho, que veces dejábamos el Jeep a distancia para que no oyeran el ruido de automóviles que los pudiera sorprender y ponerse entonces a trabajar, llegábamos a las dos o tres de la tarde, con aquel sol, aquel calor, y encontrábamos a aquellos hombres trabajando activamente, impecablemente. Eso me demuestra a mí que el venezolano es un individuo que cuando quiere se empeña.
SI: Doctor, ¿no será que cuando se le dan metas entonces sí trabaja bien?, dijo Sofía.
AG: Las bombas con las que se rociaba el DDT eran las mismas de las que usaban los norteamericanos. De modo que un obrero norteamericano lo único era que llegaba por carreteras pavimentadas a la casa y que la casa no era un rancho. Pero la bomba expulsaba una cantidad de líquido para cubrir unos 280 metros cuadrados por hora. Entonces, cuando ellos publican sus cifras, yo comparo, era la mitad lo que nosotros estábamos haciendo. Entonces fui de cuadrilla en cuadrilla y les dije: "Miren, los gringos nos están ganando; tiene la misma bomba que nosotros; ellos rocían tanto..." ¡Oiga!, en cuestión de dos años estábamos al igual que ellos y algunas cuadrillas rociaban más que el promedio norteamericano.
RH: Reinaldo planteó el problema de actualidad: la rabia, las ratas y la basura. Y los médicos no son un problema demasiado grave.
CR: Carlos dijo: Vencida casi la malaria, ¿cuáles son los dos o tres problemas que tiene Venezuela actualmente en sanidad? ¿Cómo anda la medicina hoy en Venezuela?
RH: Reinaldo mencionó el problema de los 40 millones de ratas, el de la basura y el caso de rabia en Maracaibo ¿Son también los médicos un problema?
SI: Médicos, ¿ no dice nada de los médicos?, dijo Sofía.
RH: Reinaldo afirmó que el dr. Gabaldón dice todo.
AG: Yo me las vi una vez con los médicos, no creas –dijo AG-, pero hice un buen uso del poder. El problema de las ratas es grave, y la rabia. Y por ejemplo, en Venezuela no creemos que somos mejores que estas islas de las Antillas, por ejemplo, que Trinidad. Pues cuando tuvimos una epidemia de rabia aquí, yo tuve oportunidad en el 56 de ir allá y pregunté: ¿Cómo está aquí la rabia? Aquí no hay rabia, me dijeron, porque todos los perros están vacunados. Luego quiere decir que allá, aplicando los métodos de la sanidad inglesa hacen una labor más efectiva que aquí. Por ejemplo, más del 90% de la población rural de Trinidad tiene agua en la casa. Aquí, cuando llegamos al 50% para cumplir la meta de Punta del Este, rebajaron el presupuesto ¡porque ya habíamos cumplido con la meta de Punta del Este.
RH: ¿Será que el agua no es tan necesaria para el venezolano?, dijo Reinaldo.
AG: Bueno, imagínese usted. Aquí empezamos a hacer campaña contra la basura auxiliando a los Concejos Municipales, y Maracaibo llegó a ser la ciudad más limpia de Venezuela. Hay un artículo de Uslar Pietri sobre la limpieza en Maracaibo, vino gente de afuera, pero como habíamos avanzado mucho –ironizó-, no era necesario detenerse ahí.
CR: ¿Los médicos venezolanos de hoy –dijo Carlos- están saliendo menos o mejor preparados en la universidad y ejercen con mayor o menor devoción?
AG: Yo creo lo siguiente –dijo Gabaldón-: los médicos, como los universitarios en general, reciben mejor educación que en nuestra época. Pero el espíritu del universitario graduado, en general o en gran parte, ha decaído, tiene menos espíritu de servicio público.
SI: ¿Por qué?, dijo Sofía. Es lo que a mí me cuesta trabajo entender. El problema fundamental de Venezuela actualmente es que el universitario salga preparado para ser dirigente efectivo y que su labor no sea únicamente para beneficio propio, sino para beneficio de toda la comunidad.
- ¿Cómo marcha hoy el Min. de Sanidad en comparación con 1946?
AG: El Ministerio tiene casi Bs. 1.000 millones de presupuesto y en aquella época, en el año 40, eran solo 20 millones –dijo Gabaldón-.
RH: ¿Rinde más o menos?, dijo Reinaldo.
AG: Rinde lo mismo.
RH: Y en esa época se eliminó el paludismo –dijo Reinaldo-, ¿qué se está eliminando hoy?
AG: Con un trabajo menos eficaz, no debido a los médicos, sino que el trabajo en general, no es igual. Porque no está hecho con la misma devoción de antes. Y todos los sanitaristas de Venezuela se lamentan de ello.