Entrevistadores: Sofía Ímber; Carlos Rangel
Entrevistado: Pedro Rafael (h) Tinoco, Director del Banco Central de Venezuela (BCV)
Programa: Buenos días
Canal: Venevisión
Fecha: 07-03-1983


SI: Nuestro invitado, el Dr. Pedro Tinoco, fue Ministro de Hacienda en el Gobierno del Dr. Caldera y está recién incorporado al Directorio del Banco Central en representación del sector bancario. La designación de Pedro Tinoco para el Directorio del BCV ha caído como un bálsamo. Realmente la seriedad y la serenidad que tiene y que sabe comunicar Pedro Tinoco no es común y está orgullosa Venevisión de tenerlo esta mañana en el programa. Pero perduran las dudas e inquietudes. ¿Cuál es mayor problema que tiene Venezuela en este momento, ahora, ya?
PT: Yo diría que el primer problema que tiene Venezuela es alcanzar la normalidad y volver a organizar las cosas para que funcionen normalmente. Quitarle a la gente ese dañino desasosiego, eso que se llama la desconfianza, el no sentirse seguros de lo que va a ocurrir, de lo que puede pasar. Creo que al normalizar al país la gente vuelve a dedicar sus esfuerzos al trabajo productivo y comienzan a superarse de manera real los problemas.
SI: Pero justamente, ¿cómo se llega a eso? ¿Cómo se normaliza al país, cuando una cosa está desbordada? ¿Cómo se recoge?
PT: La solución por simple es compleja, que las cosas vuelvan a sus causes ordinarios, que las tareas se cumplan en la forma acostumbrada. Estamos en un momento de transición difícil y estamos en un momento de crisis emocional y de crisis espiritual. La gente recibe demasiadas noticias simultáneamente, casi todas adversas, no sabe como asimilarlas, digerirlas. En esta transición, evidentemente, que uno de los factores más presentes es el problema cambiario. Estamos haciendo la transición (palabra ilegible) más de 20 años de un régimen de cambios estable, seguro, a un régimen de cambios múltiples con un elemento fluctuante que todavía no sabemos exactamente cómo va a poder funcionar. Ha habido dilación, ha habido problemas en la implementación del sistema. Todo esto va en contra...
SI: ¿Seguirá habiendo problemas?
PT: Creo que por unos días sí. Creo que el más intenso esfuerzo y la mayor cooperación entre todos los órganos del Estado que tienen que participar en esto y también la participación activa de la banca y de todo el sector financiero, deben estar orientados a normalizar esto lo más pronto posible, o sea, que la gente vea que es un sistema que funciona, que es eficiente y que dentro de unas nuevas reglas se pueden obtener las divisas que se necesitan.
CR: Ése es el "desideratum", pero la gente constata que el sistema hasta ahora no funciona, o no funciona lo suficientemente bien. Hace ya ocho días, el lunes de la pasada semana, apareció en primera páginas de todos los diarios el titular "Desde hoy los bancos comerciales venderán mil o dos mil dólares por persona". Eso no ocurrió en toda la semana, no sé qué va a ocurrir hoy, hay una represión -en el sentido exacto de la palabra- de una demanda normal, ya no de una demanda malsana de fuga de divisas, sino simplemente de una persona que tiene que comprar unos dólares para mandarle a un hijo, de un comerciante que tiene que comprar unos dólares para pagar una importación que ya despacharon y que viene por alta mar, y eso hasta el viernes no había funcionado. ¿Será mejor esta semana?
PT: Esperamos que sí. Recuérdate del viejo dicho castellano que "Del dicho al hecho hay un gran trecho", que de cuando se dice lo que se va a hacer a después hacerlo, siempre pasa un poco de tiempo. En este caso yo diría que ha pasado demasiado tiempo, en este caso yo diría que es imperativo que esta semana el sistema esté funcionando efectivamente. Esto requiere de parte de las autoridades dos cosas. En primer término, que haya espíritu de cooperación. Nuestra Constitución Nacional establece en forma muy sabia el deber de cooperación de los Poderes Públicos entre sí, entre ellos, para alcanzar los fines del Estado.
CR: Y venido no ha venido ocurriendo.
PT: Hay que intensificarlo, no ha ocurrido en la medida suficiente. La otra cosa es que, hay que imbuir el proceso de practicidad, o sea, no hay que pensar que todo tiene que salir perfecto en el primer momento y que mientras no se logre el mecanismo perfecto, no haya un mecanismo que funcione. Lo mejor es el peor enemigo de lo bueno. Hay que tener sentido de practicidad.
CR: ¿Qué hubiera pasado si cuando los alemanes iban a bombardear Londres –pongamos- y sonaban las sirenas y entonces alguien le hubiera mandado un mensaje urgente a los bomberos y estos hubieran dicho: "No, mándelo por escrito".?
PT: Ése es precisamente el sentido de cooperación y el sentido de practicidad, o sea, darse cuenta que es preferible que pueda haber ligeros errores formales o cosas que no sean tan absolutamente perfectas, pero que fluye el sistema y que luego se van corrigiendo las imperfecciones.
CR: Y que salgan los carros de bomberos.
PT: Que salgan los carros de bomberos y después se revisará todo el proceso. En este momento quizás estamos imbuidos de un excesivo legalismo.
SI: ¿No hubiera sido preferible la devaluación pura y simple en vista de lo que ha pasado después?
PT: Yo no creo que en un país, que tiene la estructura económica de Venezuela, donde teníamos durante tanto tiempo un sistema de cambios estable y toda la estructura de financiamiento estaba basada sobre esa premisa de que el cambio era estable, que se pueda ir de la noche a la mañana a una devaluación lineal sin tomar en cuenta los necesarios elementos para amortiguar la transición.
CR: Tal vez los elementos amortiguadores hubieran podido ser más sencillos, o sea, la devaluación lineal y el estudio "a posteriori" casuísticamente de los diferentes subsidios requeridos para justamente no quebrar empresas, no cometer injusticias. En fin, no se hizo así.
SI: Del control de cambios se dice que es injusto y dañino porque le deja dólares baratos al sector público y deja todo el peso de la devaluación sobre el sector privado. ¿Qué hay de eso?
PT: Hay en eso mucho de verdad. Como está concebido actualmente y creo que eso tendrá que ser modificado, el sector público tiene totalmente amortiguada la transición, totalmente, ciento por ciento. En cambio al sector privado se le deja una gran parte con una transición no amortiguada, es decir, con unas deudas elevadas en divisas, que si tienen que ser pagados a un cambio libre futuro, cuyo monto se desconoce, pero que seguramente será mucho más elevado que la paridad anterior de 4.,30, no van a poder absorber en un año esa tremenda pérdida. Esto es algo que le interesa fundamentalmente al país, construir, organizar empresas, tarea de muchos años, puede ser en algunos casos de siglos, en otros casos de muchas décadas, eso es un valor nacional y un patrimonio nacional que no se puede perder de la noche a la mañana por la aplicación de una medida de cambio. Es una transición que el país puede perfectamente soportar. No implica para la generalidad del país una carga que no sea factible. Por eso creo que esto va a ser estudiado y eso efectivamente tendrá que tener una solución más eficaz que la actual.
CR: Y debe ser cambiado. También se está diciendo que por lo mismo que es discriminatorio y que pondría, de no modificarse, en grandes aprietos al sector privado nacional que tiene una deuda externa de unos siete mil millones de dólares, estaría... Por esa circunstancia, lo mismo que se pretendió lograr cuando se impuso que es un ambiente favorable en el exterior para el refinanciamiento de la deuda externa. Los banqueros internacionales están sumamente inquietos por esta discriminación contra el sector privado venezolano. ¿Nos quieres explicar eso?
PT: Eso es perfectamente natural, Carlos, ellos tienen que estar preocupados por un lado, por la capacidad general del país de poder cancelar los vencimientos de sus deudas en las épocas convenidas, o en las nuevas fechas que se convengan.
CR: Deudas de las compañías privadas.
PT: Las públicas, las privadas, las de todo el mundo, la deuda general. Lo primero que miran es la globalidad. Ahora, tienen también que mirar la solvencia y la capacidad de pago de sus deudores privados. Si la medida ayuda a la capacidad general de pago, pero coloca en insolvencia a un número demasiado grande de sus deudores privados, lógicamente es una medida que los va a preocupar intensamente, pero la verdadera razón de la preocupación es la preocupación interna, es la preocupación nuestra, es lo que le estamos haciendo de dañino a nuestro propio aparato económico.
CR: Yo decía aquí en estos días, que en Venezuela se ha hablado mucho de encontrar una vía venezolana hacia el socialismo y que tal vez le hemos encontrado. Podríamos ir al socialismo a través del control de cambios. Eso sería una primicia mundial, un socialismo a la venezolana, estrangulando al sector privado con esta discriminación de las divisas a distintos precios. ¿Qué dices de esto?
PT: No creo que eso entre dentro de la filosofía política, no creo que sea la intención y no creo que entre dentro de la filosofía política que impera hoy en día en la mayoría de los venezolanos. Yo creo que eso sería incompatible con el propósito de mantener...
CR: Hay cosas que pasan sin querer.
PT: Ahora, creo que esto es lo suficientemente claro y lo suficientemente obvio para que no se pueda decir que pasaría sin querer. Lo estamos viendo y lo estamos discutiendo y aceptando, lo que yo creo que es la realidad, que es fruto de errores en la premura de enfrentarse a una emergencia, pero son errores que pueden ser fácilmente corregidos y creo que se van a corregir.
SI: Pedro, a mediados de la semana pasada el Ministro de Hacienda declaró que el Gobierno estaba dispuesto a escuchar las objeciones que se han hecho, pero luego otro Ministro dijo que todo "consumatum est", que todo ya estaba consumado.
PT: Yo creo que eso hay que interpretarlo en el sentido de la norma que hemos dictado y la que se va a aplicar ahora. La norma tiene que ser objeto de análisis y tiene que ser objeto de revisión cuando se demuestre su inconveniencia para el fin para el cual se ha propuesto. Yo no creo que dentro de un sistema democrático de libre discusión podamos partir de la base de la intangibilidad de la norma. Yo creo que por su naturaleza, un sistema de control de cambio tiene que ser un sistema sujeto a una revisión dinámica en la medida en que se le va contrastando con la realidad.
CR: La objeción más básica a la extensión a la deuda privada, del privilegio de poderse pagar esa deuda en dólares a 4,30, es que no hay suficientes dólares para eso. Te dice un funcionario público: "Sí, eso sería deseable, pero puesto que no hay suficientes dólares, tenemos que pasar la raya en alguna parte, y entonces la pasamos en el sector público y ciertas empresas privadas que trabajan para el Estado".
PT: Eso no deja de ser una posición un poco sofística, porque los dólares que se van a pagar de la deuda privada son los mismos, se compren a 4,30, o se compren 8,00 bolívares. Entonces, tú no puedes decir que el hecho de aumentarle el costo de los dólares al sector privado le disminuye al país la cantidad global de dólares que tiene que pagar.
CR: Si se le disminuyen, si a raíz de eso, esa empresa dice: "Yo no puedo" y se declara en quiebra, y entonces no paga ni un dólar.
PT: Ya eso sería, digamos, convenir en que lo que se está haciendo, es buscando una fórmula para que los acreedores no reciban sus pagos. Si partimos de la base de que el propósito general de Venezuela es mantener su crédito externo, es continuar incorporados al mundo financiero internacional, ningún país quiere aislarse del resto del mundo.
CR: ¿Podría Venezuela llegar a ser execrada del comercio internacional si todos esos centenares o millares de cartas de crédito abiertas por nuestros bancos antes del control de cambio llegan a no ser honradas, llegan a ser desconocidas?
PT: Evidentemente que sí. Evidentemente que eso tendría para nosotros un efecto negativo muy grave para el sistema financiero venezolano. Eso sería muy grave y sería muy grave para la economía general del país.
CR: Quedaríamos dentro de la comunidad internacional como unos perfectos irresponsables.
PT: Quedaríamos como unos irresponsables y nos iríamos aislando progresivamente del comercio internacional, cuando más bien toda la política de Venezuela ha sido el tratar de irnos incorporando más y más al comercio internacional.
CR: ¿Podría incluso ocurrir que, como represalia por ese desastre que esperamos que no suceda, podría haber resistencia a la adquisición de nuestro petróleo en el futuro?
PT: No creo que las cosas van a llegar a ese extremo, pero es evidente...
CR: No creemos que vaya a pasar lo primero.
PT: Pero es evidente que hay límites sobre lo que uno puede hacer en perjuicio de los demás sin que luego eso retruque en perjuicio de sí mismo. Uno de los grandes activos que ha tenido Venezuela durante toda esta etapa de crecimiento democrático ha sido el ser considerado como un país serio, como un país que reconoce sus obligaciones, como un país que cumple con lo que tiene que cumplir. En materia petrolera hemos dicho siempre con orgullo que somos el suplidor confiable, que somos el suplidor que no trata de aprovecharse de los giros violentos del mercado para sacar excesivos beneficios transitorios, que se puede contar con nosotros, y en ese sentido nos hemos ido haciendo una imagen dentro de una imagen que es valiosa para el país y que no la debemos nosotros perder.
SI: ¿Cuál es el rol, el papel del Presidente del BCV en todo esto? ¿Cuál ha sido y cuál sigue siendo?
PT: El Presidente del Banco Central es una persona bien conocida por el país. Es una persona que tiene actitudes muy recias y a veces hasta violentas en la defensa y en la propagación de su pensamiento y de sus ideas. Yo creo que el mejor aporte que él podría hacer en este momento a la situación nacional es propender a la integración del esfuerzo del sector público para que el Estado venezolano, frente a esta emergencia, actúe como un conjunto orgánico, ordenado, con un sólo propósito. Si todo ese dinamismo que él tiene, sí toda esa fuerza de personalidad que indudablemente tiene, la coloca en ese sentido, hará un sólido aporte para que salgamos lo más pronto posible de esta emergencia.
SI: Por eso decíamos que Pedro era un bálsamo. Ayer en la columna "Entre líneas de la economía", de Hugo López, en El Nacional, decía lo siguiente, textual: "Hay que apurar la implementación de las medidas que quiebren antes de que logren reagruparse. Fue el consejo del BCV a sus más inmediatos colaboradores en la celebración que siguió al día más largo de la economía venezolana del domingo a 26, 27 de febrero...".
CR: Por aquí lo tengo el recorte. Es difícil pero ahí está. (El Dr. Tinoco leyó la parte aludida).
PT: Realmente ustedes ven allí la prueba que estamos viviendo días angustia y de confusión. Que se digan esas cosas, aunque no sean ciertas, es ya para la gente un elemento de confusión.
SI: ¿Cuál es tu rol en tu dificilísima labor como Director de representación del sector privado de la banca?
PT: Tratar de contribuir a la formulación de la política general del BCV en función de su Directorio, a que las decisiones que se requieren para la implementación de todo este sistema cambiarlo sean medidas eficaces, prácticas, aptas para su contenido, contribuir a que en el Directorio del BCV haya el concepto, las ideas, la experiencia de todo el sector financiero nacional, porque puedo ser el canal para ese fin. Soy miembro de un cuerpo colegiado.
CR: ¿Tenía razón el Dr. Caldera cuando declaró hace poco que el Directorio en su conjunto tiene más que decir sobre las políticas del BCV que el Presidente mismo, o no? ¿El presidente es más poderoso que el Directorio, o hay equilibrio, o el Directorio es más poderoso que el Presidente del BCV?
PT: Para darte un ejemplo muy simple, es como si dices que el Presidente de la República es más poderoso que el Congreso Nacional.